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Centro de rehabilitación espiritual femenil respeta la dignidad de las mujeres

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Centro de rehabilitación espiritual femenil respeta la dignidad de las mujeres

SERGIO RODRÍGUEZ

A diferencia de los anexos tradicionales, la rehabilitación a personas con problemas de adicciones con asistencia psicológica y espiritual ofrece respeto, dignidad y mejores resultados, sostuvo el pastor cristiano Valentín Bustos Cabrera.

Tres internas del Centro de Fe, Esperanza y Amor expusieron que vivieron desagradables experiencias en otros hasta llegar al albergue femenil de la Iglesia del Pueblo, donde encontraron un lugar de paz, reflexión, apoyo emocional y respaldo religioso.

Separación total de varones, terapia psicológica y guía espiritual distinguen al centro de rehabilitación femenil Fe, Esperanza y Amor, como alternativa digna frente a anexos con prácticas abusivas.

El pastor Valentín Bustos Cabrera, director del Centro de Rehabilitación Fe, Esperanza y Amor, destacó que su modelo se enfoca en la dignidad y el valor espiritual de la mujer.

“Hay una gran diferencia en cuanto a la atención y la terapia que ellas reciben como mujeres”, señaló el también ministro de La Iglesia del Pueblo.

Explicó que el trabajo se realiza con respeto absoluto, sin maltrato psicológico ni terapias agresivas. “No permitimos maldiciones, ni hostigamientos. Es muy diferente”, aseguró.

Expuso que el proceso de 12 pasos humilla y denigra a quienes tienen problemas de adicciones y no siempre funciona para su recuperación.

En cuanto a resultados, afirmó que en la rehabilitación psicológica y espiritual el índice de recaída es mínimo: “De cada diez mujeres que egresan, regresa solo una”, expresó el pastor.

El centro cuenta con un área completamente femenil, sin presencia masculina. La dirección está a cargo de la líder, conocida como mamá Mila y de psicólogas mujeres.

“Ni yo tengo acceso a esa área, salvo que se trate de una urgencia o un caso muy grave”, subrayó Bustos Cabrera.

Testimonios revelan diferencias entre anexos y centros de rehabilitación femeniles

Olga Liz Esquivel Salinas, usuaria del centro, narró que su experiencia anterior en un anexo fue de maltrato, sin atención profesional ni espiritual.

“Era puro castigo. Nunca nos hablaron de Dios. Aquí sí nos enseñan la palabra y nos respetan. Me siento protegida porque son puras mujeres”, dijo.

Viviana Rojas Reyes, otra joven internada, coincidió en que la separación de hombres es un factor esencial: “En el anexo anterior había padrino, te sentías observada, incómoda”, contó.

Añadió que ahí se permitían conductas como fumar, decir groserías o vestirse de forma inapropiada y mantener en presente y compartir las andanzas de cuando estaban en la calle y consumían drogas, lo que dificultaba el proceso de cambio.

“Si estamos en un anexo es para cambiar. Aquí me he sentido respetada, y las pláticas con la psicóloga me han ayudado a reflexionar”, afirmó Viviana.

Atención psicológica y espiritual transforma la vida de las mujeres internadas

Evelyn Sosa Martínez, otra usuaria, explicó que en los anexos comunes se reproducen prácticas de la vida activa, sin verdadero trabajo de rehabilitación emocional o espiritual.

“Era como estar en la calle pero encerrada. Aquí es distinto: te hacen reflexionar, te ayudan, te escuchan, y siempre hay alguien pendiente de ti”, aseguró.

Evelyn cumplió dos meses en el centro y afirmó haber aprendido a valorar su vida, su familia y la cercanía con Dios como parte del proceso de sanación.

“La atención es humana, sensible, y lo más importante: no hay hombres que te hagan sentir vulnerable o incómoda”, puntualizó.

Pastor Valentín reforzó que el modelo del centro está diseñado para ofrecer respeto y recuperación en un entorno seguro, alejado de ambientes mixtos.

“Cuando hay un lugar mixto, despiertas lujuria. El aislamiento del sexo opuesto ayuda a valorarse y a respetarse como mujeres y seres humanos”, explicó.

Piden identificar centros confiables y rechazar anexos con maltrato

El llamado que hace el centro Fe, Esperanza y Amor a las familias es claro: verificar el tipo de terapia, instalaciones y trato al momento de buscar ayuda.

“Cuando vamos a pedir ayuda para una mujer, hay que saber si el lugar es solo para mujeres, si hay hombres, qué vestimenta permiten, y qué valores promueven”, dijo.

El pastor insistió en que las mujeres son el motor del hogar y merecen procesos de sanación respetuosos y efectivos. “Si una mujer cae, se tambalea todo el barco”, señaló.

Frente a la crisis de adicciones en mujeres, el centro plantea una ruta de transformación integral. “Claro que hay salida. Jesús dijo: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida’”, concluyó.

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