Sobrevivientes del suicidio
Enfrentar al suicidio es complejo. Nombrar el suicidio es incomodo. Vivir un suicidio es doloroso. Pensar en suicidio es tormentoso. Pero...sobrevivir al suicidio es posible.
HABLAR DEL SUICIDIO ES NECESARIO
En una fresca mañana de septiembre, mes que enmarca al Día Internacional de la Prevención del Suicidio, hoy 10 de septiembre, fecha establecida por la Organización Mundial de la Salud desde el 2003 para visibilizar el tema, me dirijo a la asociación Camino a La Salud Mental Laguna, una iniciativa que desde hace dos años trabaja, sin fines de lucro, por el bienestar emocional, psicológico y social de los laguneros.
Quienes integran la agrupación saben que el suicidio es un tema complejo que se vuelve un problema de salud pública sino se cuenta con los espacios, el recurso y las herramientas para prevenirlo y erradicarlo.
Años atrás, Guadalupe Pereira y Marco Marentes, iniciadores de la labor social que trabaja en pro de la salud mental, enfrentaron el que su hijo atentara contra su propia vida, y no sólo una vez, sino en tres ocasiones. Confundidos, de inmediato buscaron ayuda, sólo para darse cuenta de que la salud mental no es un tema prioritario en la agenda gubernamental, pues ambos relatan, no localizaron un lugar digno que los asistiera, pero sobre todo, que atendiera de forma acertada y le diera seguimiento al problema que presenta su hijo Marco que ahora tiene 29 años edad, y que luego de un proceso de búsqueda, fuera diagnosticado con esquizofrenia.
Y es que a pesar de que en Coahuila, a principios del 2024, se instaló el Consejo Estatal de Salud Mental y Adicciones, y también desde el 2019 se publicara en el Diario Oficial la Ley de Prevención del Suicidio, según una respuesta que este diario obtuvo por transparencia, el monto asignado al Programa para prevenir el suicidio en el estado ha ido disminuyendo año tras año.
Lo reportado por la Secretaría de Salud indica que: en el 2019 se le destinó la cantidad de 630 mil pesos, en el 2020 se redujo a 296 mil, en el 2021 se le asignaron 308 mil 286 pesos, en el 2022 fueron 319 mil 858, el 2023 aparece en 0, y la dependencia no especificó si en este 2024 el programa recibió algún apoyo. Es decir, en los últimos cinco años, el recurso público destinado al programa para combatir el suicidio en el estado suma sólo un millón 554 mil 238 pesos.
Por otro lado, específicamente en Torreón, municipio en el que se ubica la asociación Camino a La Salud Mental, que entre otras cuestiones aborda el tema del suicidio, según la misma respuesta obtenida por transparencia, sólo dos dependencias públicas ofrecen atención ligada a la salud mental, y esos son el Centro Integral de Salud Mental que cuenta con los servicios de un psicólogo y un psiquiatra, y el Hospital General que es asistido por seis psicólogos. Además, únicamente 12 psiquiatras son los que están activos dentro de las dependencias públicas de salud en todo el estado.
La realidad es que tanto el recurso humano y económico pueden resultar insuficientes ante, por ejemplo, las mil 988 llamadas que registró la línea vida para prevenir el suicidio durante el 2023 y las mil 10 que se han recibido en lo que va del 2024, esto según datos ofrecidos por la misma Secretaría de Salud de Coahuila.
Por otro lado, el suicidio es un problema que también alcanza a las infancias, por ejemplo, el DIF Coahuila informó por transparencia que en los Centros de Atención e Integración Familiar (CAIF) desde el día 1 de diciembre del 2023 a la fecha se contabilizan a 37 menores de edad que han solicitado atención psicológica por conducta suicida. Asimismo, en los Centro de Asistencia Social (CAS), se puntualizó, se ha atendido hasta el momento tres casos de intento de suicidio en infantes. El usuario que registra menos edad apenas alcanza los seis años.
En el caso del hijo de Guadalupe y Marco, una enfermedad mental, fue el detonante que lo llevó a tener conductas suicidas, pero los especialistas remarcan que las muertes (o los intentos) por suicidio nunca tienen una única causa, sino que son el resultado de factores psicológicos, biológicos y sociales que, cabe mencionar, tienen tratamiento.
Como dato, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía Durante (INEGI) registró que durante el 2023 en Coahuila, 313 personas se quitaron la vida.
INICIATIVA SOCIAL QUE ABRAZA A LA SALUD MENTAL
Ser los padres de un joven diagnosticado con esquizofrenia que sobrevivió tres veces al suicidio, es la razón por la que ahora Guadalupe Pereira y Marco Marentes, junto con Manuela Luevanos González, Lourdes y María Teresa González Anguiano, en Camino a La Salud Mental Laguna, ofrecen cursos psicoeducativos y grupos de apoyo gratuitos para personas, y sus familias, que atraviesan por problemas emocionales. Además, trabajan en la sensibilización y concientización, porque, me dicen, buscan eliminar los estigmas que envuelven a la salud mental.
“Nosotros iniciamos con la asociación porque vimos que los cursos psicoeducativos eran muy necesarios, ya que por experiencia identificamos que después de que una persona sale del hospital luego de presentar una crisis y regresa a su hogar, la familia no sabe cómo tratarlo y es común que vuelvan a tener otra crisis en poco tiempo, por ello entendimos que era urgente que las familias tuvieran acceso a la psicoeducación”, expresó Guadalupe.
En una definición, la psicoeducación es una herramienta que busca que pacientes y familias conozcan la naturaleza de la enfermedad, promoviendo la autonomía, el empoderamiento y la reintegración social. En la calle Ramón Corona número 125 norte, en la zona centro de Torreón, la asociación encontró un lugar para hacer esa lucha.
Se trata de un grupo especial porque son los propios familiares de las personas que padecen trastornos mentales los que impulsan este esfuerzo, que no tiene otro objetivo más que sembrar el mensaje de que si se cuenta con las herramientas, la información, el diagnóstico certero, la medicación, el tratamiento, y sobre todo el acompañamiento, lograr la estabilidad emocional, y superar un suicidio es posible.
Se informó que actualmente 15 personas asisten a los cursos psicoeducativos que se llevan a cabo dos veces al año y que tiene un periodo de duración de seis meses. El Centro de Justicia y Empoderamiento de la Mujer en Torreón y el IMSS en Gómez Palacio les habilitan un espacio para que puedan llevar a cabo esta labor. Además, cabe mencionar, cada quince días, los jueves, se realiza una reunión de apoyo en la oficina donde los visito y que se ubica muy cerca de la Plaza Mayor. Y justo ahí me comentan que tanto los cursos como las pláticas de apoyo no representan ningún costo para quien así lo requiera.
Marco Marentes sabe del miedo que se desprende al saber que un hijo se quiere morir, pero también es testigo de cómo las personas que llegan a esta asociación con conductas suicidas, después de ser parte de los cursos psicoeducativos, y al seguir acompañados dentro de los grupos de apoyo, logran conectar de nueva cuenta con el entusiasmo de vivir.
Este diario, sin el fin de hacer apología del suicidio sino todo lo contrario, recabó el testimonio de Tere y de Lou, dos mujeres que en varios momentos intentaron abandonar la vida, pero que gracias al apoyo profesional, al amor de su familia y al respaldo que han recibido de la asociación Camino a La Salud Mental Laguna, se puede escribir: se convirtieron en sobrevivientes del suicidio.
“SI ME MUERO YA NO VOY A SUFRIR”
Tere tiene 21 años y cuando tenía 14, 16 y 18, intentó ya no estar aquí. Me cuenta en la oficina donde la asociación Camino a La Salud Mental Laguna realiza las reuniones de apoyo, lugar al que llegó acompañada por su mamá. Antes le preguntaron si quería compartir su testimonio a este diario, a lo que con seguridad respondió que sí, porque, me comparte: hablar del suicidio es un paso importante para prevenirlo.
En su caso, cuando intentó quitarse la vida, no era porque de verdad quisiera morirse, lo que buscaba, más bien, expresa, era que su mente se apagara y no la atormentara más. Desde chica tuvo una infancia inestable. En la adolescencia experimentó ataques de ansiedad y de pánico, y la depresión la asechó al grado de tener su primer intento de suicidio no consumado, como ya se mencionó, a los 14 años.
“No es realmente que quieras morirte, lo que quieres es parar el sufrimiento, porque no encuentras apoyo. En mi caso no tenía apoyo familiar, además no podía decirle a nadie porque luego luego te juzgan, te dicen ‘estás exagerando’, y eso no es así. En la escuela tampoco puedes hablar de eso porque es un tema muy delicado y estigmatizado”.
Sobre esto último, cabe mencionar que la ley citada en este reportaje que se publicó específicamente para prevenir el suicidio establece varias disposiciones relacionadas con la labor en las escuelas, como por ejemplo, que se lleven a cabo campañas de prevención y protocolos de prevención dentro de las instituciones. Algo que, según Tere, en su realidad no ocurre, pues en la escuela donde estudia, mencionó, no se han realizado ni campañas, ni protocolos, ni nada.
Volviendo a su caso, aunque desde temprana edad, Tere mostró señales que gritaban que necesitaba ayuda profesional, no fue atendida y por ello constantemente pensaba: “lo único que dices es ‘ya no quiero sufrir, pero cómo puedo hacer para que esto deje de sentirse así’ y lo que piensas es, ‘si me muero ya no voy a sufrir’”. La idea de quitarse la vida, le representó a Tere un método de escape más que un deseo genuino de morir.
Fue hasta que atravesó lo que ella llama una depresión severa, que se traduce a tres semanas sin poder levantarse de la cama y a tener que ser alimentada en la boca por sus familiares, que optaron por llevarla al psiquiatra. Y aunque la medicación que recibió por parte de este profesional, dice, sólo la sedó y la hizo sentir peor, ahí comenzó a sentir el apoyo de su familia, lo cual le suprimió la idea de tener que hacer esta lucha sola. “Lo que me ayudó a mí las veces que intenté hacerlo, fue, primero, que alguien me escuchara, que no me juzgara, que me ayudara. Luego, ser atendida médicamente”.
Tere sabe que el proceso para sentirse mejor no es lineal. Hace apenas un año volvió a sentir que ya no quería nada, porque, me dice, ha tenido malas experiencias con los profesionales que la han atendido.
Es hasta que conoce a la asociación Camino a La Salud Mental Laguna, que comenzó a conectar con la existencia, y con el hecho de sentirse viva. “Decidí ir y me encontré con personas que a lo mejor no tienen los mismos trastornos que yo, pero que tienen vivencias muy similares. No son personas que sólo me dijeron, ‘échale ganas’, o, ‘eso no es importante’. Simplemente fueron personas que me escucharon, que me platicaron sus experiencias. Me sentí arropada, me sentí acogida y aprendí.
También mi mamá aprendió más sobre lo que es un trastorno mental y desde entonces empezó a tratarme muy diferente”.
Tere comparte que sobrevivió al suicidio, primero, gracias a que alguien la escuchó, segundo porque aceptó la ayuda de un profesional y tercero porque accedió a historias de otras personas que atraviesan, igual que ella, por una tormenta.
“Esa combinación me ayudó mucho. Principalmente la situación en casa cambió; era lo que más me abrumaba, ahora ellos entienden que no estaba exagerando, que no era que yo me quisiera morir, sino que estaba asustada, que tenía miedo, y que sólo quería dejar de sufrir”.
DE UN MAL DIAGNÓSTICO A VER LA LUZ
Lou conoce el tormento de querer dejar descansar el alma y el cuerpo. No sabe cuántas veces ha intentado no existir, dice que ya perdió la cuenta...
Conozco su historia a través de su hermana María Teresa, su cuidadora, y parte de la asociación antes mencionada. De hecho Lou también se volvió facilitadora del grupo de apoyo. Comparte que después de muchos momentos complicados, entendió que de alguna manera debía apoyar a personas que como ella, han tenido que enfrentar la oscuridad.
Lou me cuenta que de niña vio cómo su papá golpeó a su mamá. Ese día se fue a dormir con el deseo de ya no despertar. Ahí, dice, identifica su primera conducta suicida. Como la situación familiar no mejoró, su deseo de morir se reforzó.“Fue en la secundaria cuando se presentó mi primer episodio depresivo, así también los actos suicidas, que hasta el momento siguen presentes”.
Lou ha pasado por muchas cosas. Su etapa de estudiante de medicina no fue sencilla. No sabía muy bien lo que pasaba, y su familia también al desconocerlo, por mucho tiempo hizo como si no pasara nada. Después vino lo del ser mal diagnosticada, así pasó ocho años, medicada como no era, tratada como no era. Una mala acción médica que la llevó muchas veces al límite.
El 4 de agosto del 2011, recuerda muy bien, fue el día que la diagnosticaron mal: le dijeron que tenía depresión mayor y la atiborraron de medicamentos. En esa época Lou presentó episodios maníacos, alucinó, veía demonios, y fue el tiempo en que más veces intentó suicidarse.
Y es que no, Lou no tenía depresión mayor. Luego de someterse a otra valoración psiquiátrica, supo que lo que tenía era trastorno bipolar tipo dos, trastorno de ansiedad generalizada, fobia social, y agorafobia.
Reconoce que fue gracias a la asociación Camino a La Salud Mental Laguna que se presentó lo de cambiar de psiquiatra. “Me hacen este diagnóstico y se hace la luz porque empecé a recibir mi tratamiento como debe ser. Eso es muy bonito porque al estar bien medicada, al tener tu red de apoyo, tener a mis hermanos y pertenecer a esta asociación le dieron un nuevo sentido a mi vida”.
Todo lo demás claro que la ayuda, pero Lou está segura que la medicación correcta ha sido la piedra angular con la que ha podido controlar sus síntomas suicidas.
“Otra de las cosas que me ha ayudado a sobrellevar esta conducta suicida, es tener un sentido de vida, darle una resignificación al dolor que siento, y transformar ese dolor en conocimiento, (por ejemplo) ayudar a otras personas. Ese es uno de mis motivos de estar aquí en la asociación, el que otras personas no pasen lo mismo que yo, y sobre todo de que podamos ver las señales desde la infancia”.
La lucha de Lou por alcanzar la estabilidad emocional no cesa, ella, al igual que Tere sabe que el proceso no es lineal, que hay altas, pero también bajas, y que ahí, es donde, justo, deben salir a flote todas las herramientas que ha aprendido tanto en los cursos psicoeducativos, como desde el acompañamiento psicológico que lleva.
Lou valora que existan asociaciones como Camino a La Salud Mental Laguna, porque como doctora sabe que el sistema de salud de Coahuila, con todo y que está vigente la Ley de Prevención del Suicidio, no cuenta ni con la infraestructura, ni con el recurso humano, ni con los medicamentos para salvaguardar la salud mental de los ciudadanos.
Si tu lectura llegó hasta aquí, y sentiste que tú o algún familiar pasa por algo similar a lo de Tere o lo de Lou, primero te queremos decir: no estás solo (a), como pudiste enterarte a través de este reportaje, puedes acercarte a la asociación Camino a La Salud Mental Laguna, o llamar a las siguientes líneas 800 822 3737, 55 52 59 8121 y 871 175 1000, donde hay personal capacitado para responder las 24 horas del día, los 365 días del año.