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Música en un suspiro

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

La Clemenza di Tito K 621, ópera de Mozart

Estrenada en Praga el 6 de septiembre de 1791, por increíble que parezca esta ópera no fue bien recibida por la crítica del momento al grado de haber sido casi olvidada a mediados del siglo XIX. Sin embargo, a mediados del siglo XX, la comunidad musical por alguna razón la retoma, revalora y regrese al pedestal del que nunca debió haber bajado. Su falso y accidentado inicio fue en buena medida causado por comentarios realizados por sus biógrafos, entre los que encontramos a Niemetschek o el mismísimo Nielsen, a la sazón, el segundo esposo de Constanza. Se decía que la ópera había sido aceptada por interés económico, más que por inspiración musical; un dato que pudiera reforzar este hecho es que Mozart estaba terminando de escribir los últimos compases horas previas al estreno, además de haber dejado la responsabilidad de componer algunos recitativos a su alumno Sussmayr.

Como si esto no fuera suficiente, la Empetratriz MaríaTeresa después de verla, afirmaba: "Porcheria tedesca". Sin embargo, investigaciones posteriores realizadas por el especialista Tomislav Volekhan demostraron que esa porquería no lo era tanto.

Vayamos a la historia. El director de la ópera de Praga, Domenico Guardasoni, encarga una ópera a Mozart. Wolfgang mismo es quien se encargaría de elegir el tema de Tito con el libreto creado por Metastasio. El libreto era largo y pasado de moda, razón por la cual, Mozart decide ponerlo en manos del poeta Caterino Mazola quien lo adecuaría y añadiría algunos pasajes.

Desgraciadamente a las pocas semanas Domenico Guardasoni pierde la concesión del teatro de Praga y el asunto queda olvidado. 2 años más tarde, Guardasoni vuelve a dirigir el teatro de Praga y recibe el encargo de una ópera para la celebración de la coronación del emperador Leopoldo II como Rey de Bohemia. El contrato establecía que la ópera debía ser encomendada a un compositor de renombre. Seguramente estás pensando que el primero en la lista era Mozart, sin embargo no fue así. Guardasoni acude en primer lugar a Antonio Salieri, el cual rechaza la oferta debido a su saturada agenda en Viena.

El segundo candidato era su ayudante, un tal Joseph Weigl que tampoco pudo por haber contraído compromisos para dirigir los festejos musicales en la coronación de Leopoldo II. El tercero en la lista era Haydn, que se encontraba en Londres, así que no quedó más remedio que contratar a Mozart. El salzburgués había trascendido el género operístico con las Bodas del Fígaro, Don Giovani y Cossi fan tutte. La Clemenza di Tito implicaría regresar a la rigidez de la ópera barroca, sin embargo la labor del poeta Mazola fue sorprendente al generar un texto vivo, lleno de calor humano y de pasiones encendidas.

Pero sobre todo la música de Mozart que en varios pasajes hacía remembranza a la Flauta Mágica con matices masónicos: tonalidades con 3 sostenidos o 3 bemoles, intervalos de 3as verticales y horizontales, ritmos ternarios células rítmicas repetidas 3 veces, pero sobre todo el argumento que ensalzaba las cualidades de un soberano coronado con todas las virtudes. A todo lo anterior hay que añadir que Mozart dio a luz a la Clemenza di Tito mientras escribía el Requiem , La Flauta Mágica y su quinteto para clarinete. Moriría 3 meses después del estreno de su ópera.

Defintivamente María Teresa tenía razón: una porquería tedesca..., en un suspiro.

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