Me entristeció la muerte de Maggie Smith, actriz inglesa.
En los años de su madurez no era particularmente agraciada, pero poseía una gran personalidad y dotes histriónicas extraordinarias. Dominaba tanto la tragedia como la comedia, y destacaba igual en las obras de Shakespeare que en las del repertorio contemporáneo. Su actuación en la brillante serie "Downton Abbey" es memorable, lo mismo que la del personaje de "Harry Potter" que encarnó.
Dio al mundo la imagen de una mujer dueña de sí misma pero al mismo tiempo sufriente de pulsiones interiores que daba a ver sin palabras, tan expresivo así era su rostro, tan elocuente la mirada de sus ojos.
El teatro es un gran arte, lo mismo que sus derivaciones, el cine y la televisión. En los tres medios brillaron el talento y la sensibilidad de Maggie Smith. Habremos de recordarla con el afecto que los seres comunes y corrientes guardamos para las grandes figuras que en el mundo del espectáculo nos dan motivos para recordar.