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¿Un Singapur en México?

La corrupción se ha convertido en un cáncer que debilita a las naciones

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ARTURO FRANCO

Se dio la alternancia en nuestro país, regresó el PRI, ganó la Presidencia la izquierda… y la corrupción sigue ahí. Sea la Estafa Maestra, el venderse al crimen organizado, Segalmex, escándalos de factureras en Nuevo León, deudas estatales ilegales e inmorales, como la que seguimos pagando, o cualquier otro caso de corrupción que se nos venga a la mente: prácticamente nunca son plenamente resueltos. La corrupción sigue siendo el gran problema de México.

Pero no estamos solas y solos en esto. En todo el mundo, la corrupción se ha convertido en un cáncer que debilita a las naciones, reduce el bienestar y socava los pilares de la democracia. Turquía, Perú, China, Haití, Estados Unidos, Rusia y muchos otros: la corrupción parece una enfermedad incurable, sin embargo, hay países que sí han podido contra ella.

Singapur es un pequeño país considerado un referente de las soluciones posibles contra la corrupción, lo cual logró con el liderazgo de Lee Kwan Yew, quien fuera su primer ministro por más de 30 años. Unos años antes de su fallecimiento (que se dio en 2015), tuve la oportunidad de conocer brevemente al enigmático líder en una reunión en Suiza. Durante nuestra conversación, le planteé directamente una pregunta que seguramente muchos compatriotas le hicieron: "¿Cómo resolvemos la corrupción en México?".

La respuesta de Lee Kwan Yew fue reveladora y llena de sabiduría. Me dijo que era relativamente sencillo iniciar un cambio con grandes propósitos, altos estándares y buenas ideas, pero que lo más difícil es, con el paso de los años, mantener vivas esas buenas intenciones. Para él, la clave del éxito radica en la calidad de las personas a cargo. La integridad, el compromiso y la capacidad de los líderes son fundamentales en esta lucha.

El caso de Singapur es excepcional y esperanzador. En 1959, un grupo de jóvenes líderes, bien educados, trabajadores y comprometidos, asumió la responsabilidad de transformar a su país, de uno carente de recursos naturales importantes y sin vocación económica clara, en un centro financiero, tecnológico y marítimo de renombre mundial. Estos líderes establecieron un gobierno limpio y eficiente, que ganó y mantuvo la confianza de su gente. Desde el inicio se enfocaron en utilizar los recursos públicos de manera escrupulosa.

La estrategia de Singapur contra la corrupción se centró en atacar casos de alto perfil que sirvieran de ejemplo, en eliminar la discrecionalidad en la aplicación de la ley y en establecer protocolos claros en todas las áreas de gobierno. Crearon la Oficina de Investigación de Prácticas Corruptas, la cual fue fundamental para procesar y condenar a peces gordos.

También fue destacable la gran integridad de los funcionarios públicos. Eran personas de mérito, académicamente preparadas y honestas; personas con contextos familiares sólidos que facilitaban este nivel de compromiso y de dedicación.

Singapur también redujo al mínimo el uso del dinero en los procesos electorales; hicieron del voto una obligación legal, prohibieron y fueron severos con prácticas como el acarreo, y así lograron que el dinero no fuera la base para ganar elecciones.

Lee Kwan Yew entendió la importancia de la equidad ante la ley y trabajó arduamente para establecer un sistema imparcial y efectivo, un verdadero Estado de Derecho. Que la ley se aplicara a todas y todos por igual generó una gran confianza en la sociedad.

Hoy se vislumbra, quizá, un cambio generacional en la política mexicana: Samuel, Manolo, y otros jóvenes que podrían encontrar también el éxito electoral. ¿Qué lecciones pueden tomar estos líderes del pequeño país asiático?

Con Singapur vemos que la corrupción sí puede ser combatida y erradicada si se cuenta con líderes comprometidos, con instituciones efectivas y con una sociedad dispuesta a involucrarse. La implementación de un modelo similar puede resultar desafiante, pero el éxito de este país nos da esperanzas.

México, Coahuila y otras sociedades afectadas por la corrupción pueden aprender valiosas lecciones de Singapur. Es momento de que la sociedad exija y apoye la implementación de políticas y medidas efectivas para combatir este mal. No debemos seguir conformándonos con menos.

Arturo Franco es un economista, escritor y emprendedor social lagunero. Actualmente es vicepresidente senior del Centro para el Crecimiento Incluyente y autor de "Mérito: Construyendo el País de Nosotros".

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