Recientemente se cumplieron 112 años de que en nuestra gran ciudad de Torreón, tuvo lugar un acontecimiento histórico con matices de claroscuro, pues por una parte, tal evento histórico significó un gran paso para que el movimiento revolucionario iniciado por el gran coahuilense don Francisco I. Madero, triunfara, dada la trascendencia del mismo, al derrotar a las fuerzas federales, quienes ya habían sido superados en la toma de Ciudad Juárez, Chihuahua, lo que originó que el entonces presidente de la República, Porfirio Díaz, decidiera renunciar a su cargo y exiliarse en el extranjero.
Lo expuesto fue lo positivo de la primera toma de Torreón del 15 de mayo de 1911, sin embargo, el lado negativo que tal batalla tuvo, fue la privación de la vida de 303 individuos de nacionalidad china, víctimas del odio y racismo que naciones extranjeras sembraron en contra de la laboriosa etnia de los asiáticos, así como la campaña que algunos laguneros, -pocos por cierto-, emprendieron en contra de los mismos, sobre todo aprovechado el foro en ceremonias de días patrióticos y el día que se consumó la toma de Torreón de mayo de 1911, en la que una persona arengó al pueblo de Torreón para que saquearan los negocios y las casas, así como que privaran de la vida a ciudadanos de ascendencia oriental.
Resulta de justicia consignar el hecho de que aunque fueron un número reducido de ciudadanos torreonenses, éstos el 15 de mayo, día de la matanza, se destacaron varios torreonenses, los que, exponiendo sus propias vidas, se dedicaron a salvar la de ciudadanos chinos que eran aprehendidos por las turbas de revolucionarios y torreonenses que pretendían privarlos de su existencia. De lo anterior, se tiene el dato de que el señor Juan Almaraz, quien reclamó a los revolucionarios lo que estaban haciendo contra los chinos, por lo que los mismos procedieron a privarlo de la vida y dejar su cabeza junto a las de los hortelanos que habían ultimado.
Aproximadamente 10 torreonenses expusieron su vida para salvar a los orientales que eran amenazados por los revolucionarios y también de cuidarlos, sin embargo hasta la fecha los ciudadanos torreonenses no hemos reconocido y en consecuencia rendido un homenaje a los mismos, aun cuando exclusivamente se da a conocer a los torreonenses que se atrevieron a defender y en muchos de los casos, salvar la vida a aquellos integrantes de la etnia oriental que ya se habían asentado en esta y otras regiones de nuestro México.
Por lo anteriormente expuesto, a partir de hoy en mi carácter de cronista de nuestra gran ciudad de Torreón, iniciaré una campaña para que la autoridad correspondiente proceda a quienes, exponiendo su vida, lograron salvar a un buen número de orientales, de igual manera solicitar a la ciudadanía que de tener algún dato o información relacionada con el tema que hemos expuesto, procedan a hacerlo llegar.
