FOTO: Diego Lafuente
Responde el teléfono desde su habitación en un hotel de Polanco, en Ciudad de México. El escritor español Ray Loriga (Madrid, 1967) visita el país en el marco de la V Bienal Vargas Llosa, la cual, con el lema “Literatura para tiempos recios”, se efectuará del 25 al 28 de mayo en el Conjunto Santander de Artes Escénicas de Guadalajara.
La bienal es organizada por la Universidad de Guadalajara (UdeG), la Cátedra Vargas Llosa y la Fundación Internacional para la Libertad. Rinde homenaje al reconocido escritor peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2012 y reúne a autores, intelectuales y amantes de la literatura de todo el mundo.
Ray Loriga, quien se había ausentado de México desde el año 2019, participará en el encuentro con una intervención literaria. Destaca que sus lazos en el país refieren a su amistad con escritores como Elena Poniatowska o Guillermo Fadanelli.
En este marco, también se encuentra con la promoción de su reciente novela titulada ‘Cualquier verano tiene un final’ (Alfaguara, 2023), donde precisamente la amistad tiene papel de suma importancia, pues las relaciones humanas tienden a recurrir a la ficción para poder construir al otro. “Mi novela habla de eso, de que justo no dejamos a los demás ser quienes son cuando los amamos”.
En estas relaciones suele surgir la idealización, lo que conlleva a intentar meter a la otra persona dentro de una “jaula de oro” forjada con imágenes y no con la esencia personal. En el otro se coloca un espejo y se espera que regrese el reflejo que deseamos de nosotros mismos. Por eso, la novela de Loriga muestra el encuentro entre Yorick y Louiz, la sinfonía que entona la amistad, el amor y el ocaso de la juventud.
Material en sí mismo
En enero de este año, el autor fue intervenido quirúrgicamente para extirparle un tumor benigno (pero mortal en palabras de su médico) que se alojaba en su cerebro. La operación lo privó de la visión en su ojo derecho y fue el preámbulo para la escritura de su nueva novela. “Trato de no dejar a los personajes desnudos, de prestarles alguna chaqueta”.
Al momento de escribir, Loriga intenta ser y no ser a la vez. Ejemplifica con los hermanos Karamazov, a quienes se suele relacionar con la personalidad de Dostoyevski, pero “al mismo tiempo hay que desdoblarse”, tal como él lo hizo al plantarse ante el aburrimiento de la enfermedad.
“La enfermedad es tan vulgar, tan aburrida y, por otro lado, tan democrática, porque nos puede pasar a todos”.
Más allá de los partes médicos, se debe buscar otra motivación y él la encontró en las letras. No obstante, si bien ‘Cualquier verano tiene un final’ busca respuesta en preguntas básicas como quiénes somos y a dónde vamos, el autor prescinde de cuestiones personales o de mayor vitalidad. No pretende hacer explicación de nada, lo que le interesa realmente es la propia escritura.
