Algunos alumnos de la universidad me preguntan ¿qué pasaría si nos quedamos sin tecnología?, y les respondo que nada, ya hemos vivido sin esta, aún por más que los avances de los que somos testigos no hacen pensar que tendríamos que sumergirnos el caos y la desesperación.
Si bien la tecnología se ha convertido en un elemento crucial para millones de vidas, no solo para unirse sino para distanciarse, por lo que la conectividad se entiende como una capacidad que tienen los aparatos, pero una cualidad que cada vez el ser humano va dejando de lado.
A partir de nuestra experiencia de la pandemia de COVID-19, la humanidad ha tenido que reconocer que aún no estamos preparados para adaptarnos a realidades en donde tengamos que dejar de vivir lo que hemos considerado como lo cotidiano y darnos la oportunidad de aprovechar nuestras facultades, que cada vez se ven minadas.Somos una generación de tiempo real, una generación que no tiene la paciencia de la espera, todo tiene que estar cronometrado y por ende funciona en la sociedad si se ajusta a nuestras dinámicas. De lo contrario el entorno se vuelve hostil partiendo de la naturaleza, la cual es impredecible, hasta el entorno de los humanos, cada vez más desprovisto de sentido, vertiendo este vacío en el consumo y en el poder de tener mejores gadgets.
Aunado a esta situación se nos presenta que en los años recientes se han creado contenidos tanto para cine, como televisión y "streaming", en los cuales presentan una realidad distópica pero que apenas unos cuantos años al estreno de pronto se convierten en hechos reales. Desde la caída de las Torres Gemelas, los virus que han dejado pandemias mortales y otras historias en donde el elemento crucial es que los seres humanos no dan cuenta de los cambios que se le avecinan y al no poner atención las consecuencias son graves. Lo que también ocasionan cientos de teorías de conspiración que circulan en las redes y en miles de videos en TikTok.
Es por ello por lo que una película como Dejar el mundo atrás se convierte en un fenómeno global, debido a su distribución por Netflix, pero también por esta fascinación del ser humanos por ponerse en una experiencia al limite de sus capacidades de asombro y de respuesta.
La cinta dirigida por Sam Esmail, creador y productor de la serie Mr. Robot, basada en la novela de Rumaan Alam, retrata a una familia integrada por Julia Robert e Ethan Hawke, quienes dejan la ciudad para irse a descansar a una casa de campo que rentan. El uso de la tecnología en esta familia es crucial para su funcionamiento, al grado que cualquier anomalía no solo será marcada por los gadgets o elementos smarts que están a su alrededor, sino que la misma naturaleza tratará de hacer frente a esta humanidad, de nueva cuenta, sacada de su zona de confort ante lo desconocido.
Por ello el personaje de Mahershala Ali y su hija se convierten en un elemento de contradicción, al pedir refugio en la casa donde son sus dueños, para romper con las expectativas que tenían "Amanda", "Clay" y su familia.
Con ello la narrativa trata de que el espectador trate de asimilar que esa posibilidad puede ser real, debido a que hemos dejado de ser tan incrédulos o mejor dicho inocentes ante un mundo que cada vez trata de ponernos en nuestro lugar. Es como si el cúmulo de todos los miedos se juntarán para tratar de sacarnos de quicio.
La critica y el público han recibido esta película con reacciones mixtas, por una parte, hay personas que la aman y hay personas que la aborrecen, muchas están conformen con el final, para otros es algo incomprensible, como dejando el mensaje de que no se puede ser tan "caradura" ante las situaciones.
Es una buena experiencia y un aviso, no de que vaya a pasar esto, para ver los venados como se convierten en un elemento místico, mágico y hasta terrorífico, sino que nos permite ver como debemos adaptarnos ante situaciones extremas, pero que nos permitan dejar de ser una sociedad que avala el desechar todo en lugar de componer, tratar de dejar lo que se tenía con la idea de la funcionalidad o la conveniencia. Que esta reflexión nos permita ver el futuro no como una tragedia, sino como la oportunidad de mejorar debido a que no tenemos más casa que esta.