
En esta imagen proporcionada por Warner Bros. Pictures, Xolo Maridueña en una escena de 'Blue Beetle'. (Warner Bros. Pictures vía AP)
Hollywood tiene un gran problema con el tema de la representación racial de las minorías en Estados Unidos, en gran medida es por el abuso de clichés creados por los mismos estudios. Por ello, el perteneciente a uno de los pueblos originarios de aquel país (que antes se le designó con el nombre de indio) era salvaje, irracional y peligroso para el hombre blanco, el perteneciente a la minoría afroamericana era un delincuente, metido en las drogas y en la prostitución, y era peligroso para el hombre blanco, y no se diga el latino.
Por eso, cuando este cine se hace un acercamiento a una cultura diferente, es muy fácil caer en estos estereotipos. Aunque hay oportunidades, de esas cosas raras que pasan en el cine, en donde por primera vez se respeta en no caer en el cliché, para tratar de hacer algo que puede tener propia voz y hasta puede en un momento ser muy convincente.
Blue Beetle, del director puertoriqueño Ángel Manuel Soto (Gracias, Boricua), es una de esas películas que al juntar superhéroe de DC y de origen mexicano, sabes que a lo mejor no acaba del todo bien. Porque podría quedarse en una película donde se viera de nueva cuenta a una familia de mexicoamericanos con sombreros españoles como tantas veces presentan a los mariachis o a los mexicanos en tiempos del Zorro, pero en esta ocasión no hay tal representación.
Por primera vez se muestra un héroe que es como la gran mayoría de los mexicanos que vivimos aquí y allá en Estados Unidos. Con muchos sueños de vivir mejor, pero que en muchas ocasiones los golpes de la realidad te van formando más. Porque este es recibido por su familia, porque este disfruta de tacos, porque su familia le gusta escuchar a Alberto Cortéz, a Selena, a nuestro Vicente Fernández.
Lo que hace Soto en esta película es hacer un reconocimiento de lo que es nuestra raíz. Desde la química que hay en la familia del protagonista, como los humores, los dolores, los sueños y las costumbres, que es lo que nos hace ser no solo como mexicanos o latinos, sino como personas. Y todas las referencias las sentimos cercanas porque las vivimos, quién en su familia no vio una máquina de coser, quién no tuvo un tío que tenía en su auto todo su corazón, quién no tuvo en el vaporub la solución a todo dolor.
Como buena historia de origen, se tenía que ver la transformación de “Jaime Reyes” (una gran interpretación de Xolo Maridueña, mejor conocido por Cobra Kai) y lo que pasa en pantalla es lo que le debería pasar a un héroe de origen mexicano, una locura. Desde el fondo musical y las reacciones de los miembros de la familia Reyes, te hacen sentir que así lo haríamos cualquier familia mexicana.
Mención aparte, las actuaciones de Doña Adriana Barraza, así como la entrega y dignidad que ofrece Damián Alcázar en el papel de “Alberto Reyes”, brillan dentro de la película, pero sobre todo muestran elementos que no son cercanos, en particular por el amor. Hay una escena que, si no vas preparado con unos pañuelos, vas a tener que secarte los ojos con lo que puedas. Susan Sarandon y George López están a un nivel enorme que no desentonan con todos los demás actores, que hicieron un gran trabajo como ensamble y de dirección.
Pero también es importante decir, la referencia del Chapulín Colorado no solo es por una anécdota, si por como un gran homenaje al único superhéroe mexicano que teníamos. Porque mientras los héroes de Estados Unidos tenían poderes, inteligencia o armas superavanzadas, nuestro Chapulín solo tenía su chipote chillón, sus antenitas de vinil, su chicharra y mucha suerte porque no da una. Es decir, su heroísmo estaba en su interior, no en los artificios. Y creo que ese es también un gran mensaje, transformar el dolor en valentía, buscar en el interior el poder que todos guardamos para salir adelante.
Esta sorpresa solo es equiparable, y guardando toda proporción, con los Guardianes de la Galaxia del Universo de Marvel. Me atrevería a decir que esta película es más mexicana que muchas otras hechas en el universo CDMX. Es una gran historia que te deja satisfecho de que, por fin, le dieron su lugar a un superhéroe y a un país que ni el Río Bravo o un muro puede ser dividido.