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Música en un suspiro

Música en un suspiro

Franziska Danzi

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

Voy a compartir una anécdota que bien pudieran replicar con algún músico o melómano. Le pedí a uno de mis maestros de música que escuchara y me diera su opinión sobre una sonata para piano y violín de "Mozart". Él, en su carácter de gran conocedor de la obra del salzburgués, se quedó estupefacto al no poder reconocerla. "Es Mozart"…, le dije, "incluso, revisé la fecha de nacimiento y fallecimiento en la portada del disco: 1756-1791".

Empezó a flagelarse por no conocer la obra, a lo que decidí detener la tortura, haciéndole saber que no era Mozart, lo cual le generó un gran asombro.

Sin embargo, el asombro fue más aún cuando le comenté que el compositor no era un "él", sino una "ella".

Efectivamente, la compositora en cuestión vivió exactamente al mismo tiempo que Mozart, es decir, entre 1756 y 1791, y respondía al nombre de Franziska Danzi. Franziska nació en 1756 en Mannheim, fecha en donde la famosa Escuela de Mannheim dictaba los cánones musicales de forma y fondo en Europa. Fue la hija mayor del violinista Innocenzo Danzi y de la bailarina Barbara Toeschi.

Sus hermanos Franz y Johann Danzi fueron connotados músicos de la mencionada escuela de Mannheim. Desde edad temprana Franzisca se dio a conocer por su talento como soprano, llamando la atención de los compositores más importantes de la época. A los 16 años le fue otorgado el título de Virtuosa da Camera por su participación en la ópera La Contadina in Corte de Antonio Salieri. Su talento la llevó a Londres a representar papeles protagonistas del compositor más importante de la época en Inglaterra, a saber, Johann Christian Bach, el hijo menor de Johann Sebastian.

En 1778 se casa con otro músico virtuoso, el oboísta Ludwig Lebrun con viajaría a lo largo y ancho de Europa. A partir de entonces y a la fecha será más reconocida como Franziska Lebrun. Quizá lo que menos hizo es lo que le dio un lugar en los anales de la historia, a saber, la composición. Escribió 12 sonatas para piano con acompañamiento de violín, como lo hiciera Mozart, que fueron publicadas en Londres cuando apenas contaba con 23 años. Tanto talento no sólo llamó la atención de compositores y editores, sino que el mismísimo y afamado pintor Tomas Gainsborough le realizó su retrato que le daría la inmortalidad.

Pero, su talento no paró ahí, sino que también dio a luz a 2 niñas, Rosine y Sophie, que a la postre se convertirían, una en soprano y la otra en una brillante pianista.

Sin embargo, la sorpresa mayor está aún por venir, Franzika Lebrun moriría a los 35 años de edad. A todo lo anterior sólo me queda reflexionar que, si no tenemos más compositoras o artistas mujeres en general, no es por falta de talento femenino, sino porque la historia está inmersa de una serie de paradigmas sociales o creencias religiosas, que nos hacen pensar que la mujer debe apegarse solamente al hogar y a la maternidad. Así como Galileo en su momento susurró, "y sin embargo se mueve", yo me atrevo a afirmar que, a pesar de todo, el talento femenino está ahí… ¡y se mueve! Música en un suspiro. 

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