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La politización del beisbol

JUAN GARCÍA

El 1 de enero de 1959, luego de que salió huyendo de Cuba el dictador Fulgencio Batista, entraron triunfantes a La Habana los barbudos guerrilleros de Sierra Maestra capitaneados por Fidel y Raúl Castro, Camilo Cienfuegos, el argentino Ernesto "Che" Guevara y otras figuras más.

Llenos de gran júbilo porque creían ver un nuevo y prometedor amanecer para su patria, los aficionados a la pelota, es decir, al beisbol, que en Cuba es no solo el deporte nacional sino el "elemento genésico de la nación cubana", como escribe el historiador Roberto González Echevarría, y es además símbolo común de identidad, pasión y gloria, jamás imaginaron que ese acontecimiento histórico dejaría finalmente postrado al beisbol, como ahora se encuentra en la Isla.

Fidel Castro fue muy aficionado al beisbol, deporte que de hecho practicó y respecto del cual dejó correr la versión de un periodista gringo de que en los años 40 los entonces Gigantes de Nueva York y los Senadores de Washington se interesaron en firmarlo, lo cual es probadamente falso. Pero ya en La Habana después del triunfo de la revolución, era notorio que Castro iba a todos los juegos de la Liga Cubana de Beisbol, circuito profesional de invierno que continuó hasta febrero de 1961, cuando acabó con él.

Pero antes los Havana Sugar Kings, equipo afiliado a los Rojos de Cincinnati que participaba en la Liga Internacional Triple A, en 1960 por las presiones y hostigamiento de que fue objeto se vio obligado a cambiar su sede a la ciudad de Jersey, en EUA.

Luego se empezó a hablar de "beisbol revolucionario", hasta que el 19 de marzo de 1962 el gobierno emitió la famosa Resolución 83-A/62, mediante la cual se abolió la práctica del deporte profesional en Cuba. 

Así, de un plumazo, por decreto, cientos de peloteros cubanos profesionales, de la noche a la mañana dejaron de serlo para convertirse por esa arbitraria disposición gubernamental en "amateurs". A continuación, para completar el cuadro, se les impidió salir de la Isla. Mayor e incomprensible arbitrariedad, imposible.

Cuando esto sucedió, jugaban o habían jugado nada menos que 88 cubanos en Grandes Ligas, por sólo 7 venezolanos. Y en cuanto a dominicanos que son los que ahora encabezan la lista de latinoamericanos en la Gran Carpa, apenas cinco años antes, en 1956, había llegado el primero de ellos, Osvaldo Virgil, al llamado mejor beisbol del mundo. Hoy los dominicanos son los que encabezan la lista de los latinoamericanos, pues cada año su número supera el centenar en activo.

Hacia finales de los años 80, cuando Michael M. Oleksak escribía su libro "Latinoamericanos en Grandes Ligas", publicado en 1991, la cifra acumulada de los dominicanos ligamayoristas ya sumaba 136, por 129 de los cubanos. Al día de hoy la brecha histórica se ha ampliado aún más, como resultado de una decisión del gobierno cubano tomada en marzo de 1962.

Por asociación de ideas, recordé lo anterior cuando varios analistas del beisbol, entre ellos Claudio Martínez en estas páginas y el capitalino Alejandro Aguerrebere, opinaron acerca de la verdadera razón que explica que Jesse Castillo, pelotero de Unión Laguna, haya sido "prestado" solo por esta próxima temporada, a los Olmecas de Tabasco.

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