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La familia, clave para erradicar la brecha salarial de género

La maternidad es, hoy en día, el principal factor por el cual las mujeres perciben, en promedio, menos ingresos que los hombres.

Crédito: Adobe Stock

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ANA SOFÍA MENDOZA DÍAZ

La brecha salarial de género es uno de los tres factores más importantes que perpetúan la desigualdad entre hombres y mujeres (junto con la violencia y la repartición inequitativa de las labores no remuneradas), según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Esta se refiere al porcentaje que indica la diferencia entre el salario promedio de los hombres y el de las mujeres.

Una de las ideas preconcebidas que se tienen respecto a este problema socioeconómico es que ocurre porque al sexo femenino se le paga menos que al masculino por realizar la misma tarea. Si bien esto puede ser cierto en muchos casos y, sin duda, era una realidad preponderante hace décadas, es una visión que resulta simplista hoy en día.

Actualmente, son muchos los países que cuentan con legislaciones que impiden el pago desigual a personas que realizan las mismas tareas en una organización, independientemente de su género, orientación sexual, origen, posición económica, etcétera. En México, la Ley Federal del Trabajo en su artículo 86 indica que “a trabajo igual, desempeñado en puesto, jornada y condiciones de eficiencia también iguales, debe corresponder salario igual”.

En la práctica, como toda ley, esto no siempre se cumple; sin embargo, hay otras circunstancias de mayor peso y complejidad cuando se trata de la brecha salarial.

LAS CAUSAS

De acuerdo a ONU Mujeres, en América Latina uno de los motivos principales por los que existe la brecha es el hecho de que las féminas suelen estar presentes en sectores peor remunerados, como el de la salud, la enseñanza y el trabajo doméstico. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en su reporte La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad (2021), indica que el 78 por ciento de las 40 millones de personas que se dedican a esas áreas en la región, son mujeres.

Es interesante que, a pesar de que la presencia femenina es considerable en el ámbito de la salud, no genera más ingresos que los varones. La diferencia es de un 23.7 por ciento. Esto se puede deber a que los puestos de mayor salario están ocupados en su mayoría por hombres. ONU Mujeres destaca, además, que los trabajos de cuidado (enfermería, atención a niños y adultos mayores, etcétera) están “fuertemente feminizados”; es decir, se asocian más a “la dedicación, el amor, la vocación y la entrega, entendidas como la antítesis del dinero”, por lo que son peor remunerados.

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Porcentaje del salario promedio de la mujer con respecto al de un hombre. Creció de 84.5 a casi 88 por ciento de 2013 a 2019, reduciéndose así la brecha salarial. Crédito: OIT

Asimismo, las mujeres suelen estar empleadas a tiempo parcial en una proporción mayor que su contraparte masculina. También tienen menos posibilidades de progresar en su trayectoria laboral accediendo a puestos de mayor nivel. Esto se debe, en gran medida, a que las labores que tienen que ver con el hogar y la familia suelen estar mal distribuidas, sobre todo si hay hijos involucrados.

Eso explicaría por qué solo el 45 por ciento de las mexicanas en edad productiva trabajan, en comparación con el 77 por ciento de los varones, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). De ellas se da por hecho que gran parte de su tiempo debe dedicarse a las actividades domésticas y a la maternidad. Eso se traduce en que un gran porcentaje termina volcándose por completo a esos trabajos no remunerados, o bien, en que puede aspirar únicamente a empleos de medio tiempo.

El impacto de ese desequilibrio no afecta sólo a la dimensión individual de las mujeres afectadas, sino que representa un golpe a la economía de un país. El Banco Mundial estima que si la participación laboral de ambos géneros fuera igual, el ingreso per cápita aumentaría en un 22 por ciento. Atacar la inequidad no sería un favor al “sexo débil”, sino una inversión con miras al desarrollo económico global.

EL PROBLEMA DE LA MATERNIDAD

Gabriela Inchauste, economista líder del Banco Mundial, señala en un artículo para Forbes que la principal causa por la que las mujeres dejan su trabajo cuando se convierten en madres es porque no confían en las estancias infantiles. Cabe mencionar que, en 2019, la administración de Andrés Manuel López Obrador redujo a la mitad el presupuesto para las guarderías, golpeando un servicio que de por sí ya era insuficiente en México.

A eso se le añade la discriminación latente desde el proceso de reclutamiento de muchos empleadores. En nuestro país no es inusual que a las mujeres entrevistadas se les pregunte si tienen hijos o si planean tenerlos. Las empresas suelen tener sus reservas al contratar a las mamás, acaso porque temen que no vayan a dedicarse al trabajo en la medida en que lo haría un hombre (sea padre o no); así como a las futuras madres, debido a que una licencia de maternidad implicaría perder a un elemento productivo por 12 semanas (el promedio de los países de la OCDE son 51 semanas).

En otras naciones, como Estados Unidos y España, es ilegal indagar respecto a estado civil y planificación familiar al contratar a alguien; pero en México no hay ninguna regulación que prevenga este tipo de exclusión.

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Crédito: CEPAL

La maternidad moldea la carrera profesional de las mujeres de modo que perpetúa la brecha de género. En la república mexicana, la brecha salarial que afecta a aquellas que no tienen hijos menores de 15 años es de 6.7 por ciento, según datos de la CEPAL en su Panorama Social de América Latina 2020. En cambio, para las que tienen niños de cinco a quince años es de 21.1 por ciento, y de cero a cinco años es de 22.8 por ciento. En toda Latinoamérica es un hecho que, en promedio, las madres de niños y adolescentes perciben un salario menor que el de los hombres. Cabe destacar que hay países, como Colombia y el Salvador, donde las mujeres sin hijos ganan más que los varones (2.4 y 5.7 por ciento más, respectivamente).

IMPLICACIONES DE LA LICENCIA PARENTAL

Richard Reeves, investigador de movilidad social del instituto Brookings, destaca que la licencia de maternidad no solo afecta a las profesionistas durante el tiempo que se desmarcan de su trabajo para cuidar a su bebé, sino que el impacto se extiende a largo plazo.

Según un análisis de The Economist, los ingresos que perciben ambos sexos crecen prácticamente a la par hasta que los hijos se añaden a la ecuación. Entonces el salario de ellas sufre una caída que es difícil remontar. Esto ocurre incluso en naciones desarrolladas como Dinamarca, Suiza, Estados Unidos, Reino Unido, Austria y Alemania.

“Para las mujeres, tener un niño es el equivalente económico de ser golpeado por un meteorito, mientras que para los hombres sus ingresos siguen aumentando.”, apunta Reeves.

Esto se debe, explica el autor británico-estadounidense, a que la edad a la que las trabajadoras deciden tener hijos es generalmente aquella que es crítica para el desarrollo profesional. Se decantan por la maternidad en el momento en que han alcanzado un punto más estable en su carrera y en que incluso están cerca de lograr un ascenso.

Una medida para mitigar esa situación es, expone Reeves, otorgar el mismo tiempo de licencia parental tanto para madres como para padres. Finlandia, por ejemplo, ofrece siete meses de permiso independientemente del género del trabajador o de si el hijo es biológico o adoptado. A eso tendría que añadirse que la licencia fuera flexible. Es decir, que no se limite solo a los primeros meses de vida del bebé.

En ese periodo, debido a la lactancia y a otras cuestiones, las mujeres suelen llevar la batuta en la crianza; pero esta no termina cuando el niño aprende a caminar o cuando va a la escuela. El padre, entonces, podría involucrarse más en otras etapas del crecimiento. Promover la participación masculina en la familia y en el hogar es vital para reducir la brecha salarial, siempre y cuando haya políticas públicas y empresariales que la respalden.

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