
(MARÍA DE JESÚS VÁZQUEZ)
“Si me quedo en la casa no me siento a gusto, no me sé estar en la casa sin hacer nada”, dice don Policarpio quien a sus 81 años de edad ofrece dulces a la entrada del estacionamiento de una tienda departamental, en la zona Centro de Francisco I. Madero.
El señor comparte que hace aproximadamente un año llegó al lugar y ofrece mazapanes, chicles, dulces de distintas variedades, galletas, paletas y hay personas que le regalan collares o pulseras, para que obtenga un ingreso extra, aunque dice que la mercancía que ofrece no tiene precio, ya que deja a opción de los clientes la cantidad que deseen pagar por el producto que se llevan.
Policarpio Galicia Rodríguez vive en el ejido Hidalgo y relata que siempre trabajó como jornalero en los campos de melón, algodón y demás productos que se sembraban en el municipio, pero dice que sus patrones no le dieron Seguro Social, por lo que la única pensión que recibe es la que otorga el gobierno federal y aunque dice que al juntarla con la de su esposa les sirve para “irla pasando”, pagar los servicios básico.
Con lo que saca de los “dulcitos” le permite llevan una “gorda más a su casa”.
Comparte que luego de ya no poder trabajar en las labores del campo, adoptó otros oficios, entre ellas el vender plantas, por lo que recorría toda la ciudad, pero luego de una operación, cuando tenía unos 77 años ya no pudo continuar, por lo que luego optó por vender ropa de segunda, que le regalaban, la cual ofrecía al exterior de una tienda donde también trabajó.
“Yo donde quiera andaba trabajando, así como me mira siempre anduve en el campo, pero luego por la edad ya no contrataron, había patrones con los que llegué a durar muchos años, pero también llegué a vender ropa y plantas, por eso le conozco todas las colonias, pero nomás me hicieron la cirugía y por no arriesgarme a andar en el sol o a levantar cosas pesadas, empecé a vender cosas aquí”.
Aunque se llama Policarpio todos lo conocen por Apolinar, debido a que siempre lo llamaron así, pero luego de que solicitó un acta de nacimiento para realizar algunos trámites se dieron cuenta que en el libro del Registro Civil aparecía con el nombre de Policarpio y hasta en tono de broma dice que su esposa lo regaña cuando dice que se llama Apolinar, por lo que lo corrige y le comenta que debe acostumbrar a las personas a llamarlo por su nombre real.
El señor platica que tiene cuatro hijos y unos diez nietos, los cuales si lo “procuran”, pero reitera que le gusta trabajar, tener un ingreso extra, pero reitera que está acostumbrado a trabajar y si las condiciones climatológicas no le permiten acudir al Centro para ofrecer su dulces no se siente a gusto.
“Me vine a poner por aquí porque me dejaron, tengo como un año que me impuse con mis dulcitos y lo que la gente me quiera dar, aquí ya todos me conocen, hasta me regalan cosas para que venda y gracias a Dios y a mi padre santísimo que tengo una gorda más para llevar a mi casa, aunque tengo la pensión que me da el gobierno, pero hay que pagar la luz y todo eso y lo que queda para 'irla' pasando, pero ahorita gracias a Dios del diario llevo centavitos para comer, por que no me sé estar en la casa, cuando llueve o hace mucho frío y que no puedo venir me siento raro sin hacer nada y aquí toda la gente me ha tendido la mano, me conoce toda la rancherada”.