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Alejandro Pérez Cervantes

Escritor coahuilense Alejandro Pérez Cervantes es reconocido gracias a novela negra

El autor reescribió el libro en más de una veintena de ocasiones

(CORTESÍA)

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SAÚL RODRÍGUEZ

El pasado fin de semana, el escritor, diseñador, académico, artista y periodista coahuilense, Alejandro Pérez Cervantes (Saltillo, 1973), recibió en Querétaro el Premio de Novela Negra Una Vuelta de Tuerca, dentro de la II Semana de Novela Negra F. G. Haghenbeck, organizada por la Secretaría de Cultura del Estado de Querétaro.

Se trata de un certamen referente dentro del género negro a nivel hispanoamericano. Este año, Cervantes se animó a enviar su manuscrito titulado Yo, Judas, el cual firmó con el seudónimo de Kali. Para él fue una sorpresa que el jurado integrado por Carmen Dolores, Ancira Zamudio y Nicolás Alejandro Ferraro, premiara su trabajo.

La génesis de Yo, Judas se remonta a 2019, cuando culminaba la redacción de su tesis doctoral. En ese entonces comenzó dos proyectos narrativos: la novela Lengua de plata, sobre el poeta Otilio González y el libro de Yo, Judas. Se trata de un proyecto complejo, aparecido como una especia de descanso dentro de la rutina de escritura ensayística y académica del autor, la cual es demasiado rígida, demandante de un lenguaje muy objetivo, en ocasiones aséptico.

“Y yo tenía ganas de desbordarme en otro tipo de escritura que me permitiera una mayor libertad, un espíritu más salvaje, que es lo que la novela permite”.

El autor reescribió el libro en más de una veintena de ocasiones. Entiende a la novela como una especie de laboratorio, un texto nunca unívoco, un género demasiado amplio en sus alcances, un campo de fuerza donde confluyen muchos discursos. Yo, Judas trata de ficcionalizar un suceso acontecido en la realidad, guardado en un rincón de la infancia del propio Pérez Cervantes.

“Cuando estaba en la primaria, recordaba un crimen sucedido en mi ciudad, un crimen atroz, terrible y al que recordaba vagamente: no recordaba el año, ni la fecha, recordaba solamente el crimen como tal y entonces decidí hacer una investigación entre la gente de mi edad y la gente mayor. Empecé a preguntar y prácticamente nadie recordaba este suceso, hasta que algunas gentes empezaron a decir: ‘Sí, sí me acuerdo’. Al no tener respuesta, ni siquiera del año, ni del nombre, ni de los detalles de la víctima, ni del suceso. Fui a los archivos hemerográficos e hice una especie de indagación dentro de mi propia memoria defectuosa”.

Encontrarse ante los detalles del crimen le significó un descubrimiento. Distintos periódicos y archivos, como las actas periciales, le otorgaron los datos necesarios para la reconstrucción. El escritor se paralizó al contemplar el nivel de impunidad, la violencia y la cantidad de saña.

“Y a partir de este sentimiento de esta rabia, de esta historia, empezó a gestarse la historia. Uno de los acentos de esta historia es este feminicidio, que recuerdo como el primero importante en esta historia contemporánea”.

Pérez Cervantes ha mencionado que la novela es profundamente autobiográfica. No porque él se encuentre implicado, sino porque recupera la memoria de aquella época y la convierte en narrativa. Lo llama hacer arqueología del pasado. Al contrario de la novela policíaca clásica, aquí los culpables no sólo son los delincuentes, sino las instituciones, las capas de la sociedad e incluso la prensa.

Es un trabajo coral, escrito desde la entraña, poblado de personajes víctimas y victimarios, dotada de visión crítica que pretende ser cercana al acontecimiento. Gran parte de su contenido tiene referentes reales. Brinca de un narrador a otro. Aunque el autor tiene claro que el novelista no es un sociólogo, pero que encontró un tono narrativo violento, crudo, machista, obscena, que debía imponer para perforar la historia a través de ese lenguaje.

“Fue una trama que se volvió muy compleja, que se entretejió con muchas preocupaciones. Pero al mismo tiempo me interesaba esta vistosidad o estas manifestaciones externas de la violencia. Me interesaba mucho indagar en los dilemas morales de los personajes, explorar el corazón de los hombres. Esos momentos de quiebres y dilemas que todos enfrentemos. Y me interesaba también el tema de la corrupción, en los momentos donde una persona se corrompe o se traiciona a sí misma”.

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