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Martha Chávez

El teatro es un agente de cambio: Martha Eugenia Chávez

Los números y las cuentas eran lo de menos, a ella le interesaba el escenario, los telones

(RAMÓN SOTOMAYOR)

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SAÚL RODRÍGUEZ

Lo recuerda bien. Su acercamiento al teatro se debió a la influencia de su hermano mayor. Eran los años ochenta y él integraba un taller en el Tecnológico de La Laguna. La llevó a una función al Teatro Alberto M. Alvarado de Gómez Palacio y Martha Eugenia Chávez conoció el arte tras bambalinas. Observó el escenario iluminado e invadido por actores. “¿Qué es esto? ¿De qué se trata este mundo?”, se preguntó.

Entonces cursaba la escuela secundaria. A partir de ahí buscó espacios para liberar su inquietud teatral. Encontró uno en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, donde uno de los jóvenes fundó el ministerio de teatro. Martha se animó a entrar e hizo una pastorela. Más tarde, entró a estudiar a la Facultad de Contaduría y Administración (FCA), donde también se inscribió al taller de teatro encabezado por Tomás Espinoza. Los números y las cuentas eran lo de menos, a ella le interesaba el escenario, los telones.

No quería salirme de la universidad ni cambiarme de carrera porque estaba en el taller de teatro. Todos los días teníamos ensayos”.

Su siguiente destino fue la Universidad Iberoamericana, donde el programa de la carrera de Comunicación mostraba un panorama aparentemente prometedor con la inclusión de materias relacionadas al teatro.

“Durante todo el periodo que estudié Comunicación, venía alguien a dar algún taller de teatro a Torreón y procuraba meterme. Precisamente, durante ese periodo, vino Rogelio Luévano a dar dos talleres (en el Teatro Isauro Martínez). Pude estar en uno y ahí dije: ‘Bueno, sí, lo otro no tiene nada que ver. Esas materias de la Ibero no son lo que yo esperaba y esto es lo que me interesa’. Ya sabía que Rogelio Luévano estaba dando clases den la Casa del Teatro, que era el director académico y que daba clases de actuación”.

Entonces, a los 26 años de edad, tomó la decisión de mudarse a Ciudad de México. Quería entregarse al teatro, formarse para ejercer el oficio de manera profesional. Se inscribió en la Casa del Teatro y el traslado supuso un proceso complicado. Con sacrificios y un apoyo económico que le otorgó el TIM, logró solventar las primeas colegiaturas.

Martha Chávez realizó sus estudios en una época donde el teatro nacional era dominado, en su mayoría, por hombres. No obstante, recibió la instrucción de la maestra Ileana Diéguez (condecorada en 2022 con la Medalla Xavier Villaurrutia), quien cultivó en ella una visión del teatro más allá de la tradición.

“Nos abrió el horizonte a las generaciones que tuvimos la fortuna de tener clase directamente con ella. Sí, el realismo está bien, pero hay otra forma de hacer cambio, hay otras miradas. Hablaba de la historia del teatro, peor también de la contemporaneidad”.

Filosofía

Ante el inminente nacimiento de su primer hijo, Martha tuvo que regresar a Torreón. Se lo explicó a Rogelio Luévano, quien le recalcó que ella era actriz más allá del espacio donde habitara. Pero el retorno al terruño fue complicado. Los llamados no tocaban a su puerta y se percató de que la única manera de salir adelante era creando sus propias oportunidades.

Su esfuerzo le ha gratificado con más de 20 puestas en escena, casi una decena de ellas de su propia autoría. Actualmente, Martha Chávez es la directora de la compañía En el Surco, cuyo enfoque social ha ganado en dos ocasiones la Muestra Estatal de Teatro Coahuila y participó con la obra Celsa en la última edición de la Muestra Nacional de Teatro, celebrada en Torreón. También ha intervenido en barrios como el Cerro de la Cruz o la colonia Nuevo México, sacando el teatro de los recintos y llevándolo a las calles.

“El teatro me ha dejado la convicción de que, si bien, no puede cambiar nuestra realidad, lo que sí puede es dejar en el espectador un momento de reflexión. Y quizá esa reflexión se extienda. Entonces, quien quizá modifique algo en su realidad sea el espectador. El teatro es un agente de cambio. No todo el teatro, por supuesto. No todos los estilos, todas las formas de hacer teatro, pero yo tengo la convicción de que hay un tipo de teatralidad que sí modifica al espectador”.

Entre los aprendizajes que le dejó Rogelio Luévano destaca la constancia, el no rendirse e insistir. Llama a los jóvenes a que se hagan cargo de su profesión, que se responsabilicen. Cree en una formación seria, tanto académica como autodidacta, donde el compromiso es un elemento imprescindible. Sobre el futuro, menciona que tiene muchos temas en su cuadernillo de trabajo.

“Y hay un tema que a mí me interesa mucho, que tiene que ver con la problemática del agua que tenemos durante muchísimos años”.

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