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Ecos de Agustín de Iturbide, 'la No persona' más importante en la historia de México

Para el historiador Timothy E. Anna, Iturbide fue 'la No persona' más importante en la historia del país

'Al Libertador de la Patria. Al Fundador del Imperio. Al Invicto Agustín I en monumento de lealtad. El Consejo de Estado'. Proclama en bronce celebrando la coronación de Iturbide y de Ana María Huarte como Emperadores Constitucionales de México (1823). Colección particular.

'Al Libertador de la Patria. Al Fundador del Imperio. Al Invicto Agustín I en monumento de lealtad. El Consejo de Estado'. Proclama en bronce celebrando la coronación de Iturbide y de Ana María Huarte como Emperadores Constitucionales de México (1823). Colección particular.

ENRIQUE SADA

En el marco del Bicentenario del Primer Trienio de nuestra Independencia se ha pasado por alto a Agustín de Iturbide, considerado por el historiador Timothy E. Anna-autor de The Mexican Empire of Iturbide-como la "No persona" más importante en la Historia del país.

Se trata de un acto de censura política que como lastre ha derivado en desmemoria e injusticia tratándose de quien nos diera nombre, bandera, libertad, sistema constitucional, división de poderes y la extensión territorial más grande como Nación independiente. Lo anterior se ha intentado con varias excusas, empezando por decir que fue "enemigo de la independencia" por combatir a los primeros insurgentes. Como la mayoría de los criollos, Iturbide estaba de acuerdo con alcanzarla desde que era Coronel realista aunque nunca comulgó con la desolación, los asesinatos y el pillaje de la primera insurrección, a la que por lo mismo combatió con severidad.

De hecho, será la imposición de la Constitución de Cádiz con su irreligiosidad y negativa a reconocerle ciudadanía a negros, mulatos y castas en su Artículo 12 lo que le lleva a diseñar el Plan de Iguala con sus Tres Garantías fundacionales-Independencia (Verde), defensa de la Religión Católica (Blanco) y Unión racial e igualdad (Rojo) para evitar una pavorosa guerra civil, peor que la primera insurgencia

Será su ingenio político-militar el que alcanzó en siete meses lo que años de lucha fratricida no lograron: la emancipación sellada con la firma de los Tratados de Córdoba, la entrada triunfal del Ejército Imperial de las Tres Garantías a la capital el 27 de septiembre de 1821 y la anexión de Centroamérica, que pide incorporarse al Imperio Mexicano. Ante el rechazo de Fernando VII y las racistas Cortes masónicas de Cádiz a reconocer la Independencia, será el pueblo el que propone que Iturbide-que como Regente del Imperio esperaba a un Príncipe de Casa reinante-sea exaltado al Trono, pese a los esfuerzos del Libertador por abortar esta iniciativa desde el Congreso, pidiendo una consulta a todas las Provincias. Todo fue inútil: el Congreso, por iniciativa de Gómez Farías lo votó por mayoría y lo ratificó, ante la aclamación popular, días después por unanimidad y haciendo eco de la voluntad de todas las provincias por tener a un mexicano como Emperador Constitucional, como demuestra Timothy Anna y reconocerán los enemigos de Iturbide.

Otra acusación falsa es que disolvió el Congreso para convertirse en Emperador absoluto siendo que el Congreso, en vez de dividirse en dos cámaras y redactar la Constitución, se dedicó a obstaculizarlo y conspirar contra él por obra de la masonería y de Joel Poinsett, agente confidencial de los Estados Unidos al que Iturbide le negó la venta o cesión de Texas para su gobierno.

Tras recibir miles de cartas de las provincias y la opinión de muchos, disolvió el Congreso y estableció una Junta Instituyente para convocar a elecciones y la Constitución deseada. Nadie lamentó la desaparición del órgano político y el pueblo, por este hecho, volvió a llamarlo Libertador.

Bajo este pretexto los enemigos de Iturbide (Santa Anna, Vivanco, Bravo y Guerrero) instruidos por Poinsett, iniciaron levantamientos que fracasaron. Convencido de la deslealtad de quienes se dirigían en su contra, pensó en combatirlos: contaba con apoyo popular, con los medios y gran parte del Ejército, pero tendría que reafirmar un trono que nunca ambicionó derramando sangre mexicana que había jurado no derramar. Para evitar una guerra civil, restableció el viejo Congreso presentando su abdicación optando por exiliarse, partiendo a Europa en Mayo de 1823.

Las Provincias de Centroamérica, afectas a la figura de Iturbide, manifestaron su inconformidad y se declararon independientes en lo que Provincias como Jalisco, Querétaro, Michoacán, y otras revelaban la misma disposición con insurrecciones pro-iturbidistas, como refiere la Dra. Guadalupe Jiménez Codinach.

Tras reunirse con otro gran autoexiliado, el Libertador José de San Martín, Iturbide publica sus memorias desde Inglaterra a donde le llegan cartas de México que le pintan un estado de anarquía, pidiendo su regreso.

Por su parte, informado del proyecto de una expedición de reconquista española decide volver en 1824 para prevenir al Gobierno y ponerse a sus órdenes sin más título que el de simple soldado en defensa de su Patria. Pero sus enemigos temen ser desplazados con su retorno y es aprehendido con engaños en Soto la Marina, siendo condenado a muerte sin figura de Juicio en Padilla, Tamaulipas. Sus últimas palabras al pueblo fueron de obediencia a las autoridades que lo asesinaban y en defensa de su libertad ante cualquier intento de invasión.

MÉXICO NO VOLVIÓ A SER EL MISMO

Una gran tristeza sacudió al país al saberse su muerte y México nunca volvió a ser el mismo: contrario a la voluntad de Iturbide, la Nación se achicó en corazón y territorio, anegándose en revoluciones e invasiones durante un siglo.

El Libertador Agustín de Iturbide en su entrada triunfal como Primer Jefe del Ejército Imperial de las Tres Garantías a la ciudad de México. (Enrique Sada es invitado editorialista de El Siglo de Torreón)

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Proclama del Consulado de Guadalajara celebrando la exaltación de Iturbide al trono de México, hecha por Medina. (1822). Colección particular.

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Óleo coahuilense de Agustín de Iturbide portando la Orden de la Cruz de la Independencia y la Orden Imperial de Guadalupe (Primera época), flanqueado por águila en posición combativa (Ca. 1836-1847). Colección particular.

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Proclama para Agustín Primero Emperador de México por la Divina Providencia, hecha por Guerrero (1823). Colección particular.

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Proclama porfiriana celebrando el Primer Centenario del Natalicio de Iturbide, hecha por Ocampo. (1883). Colección particular.

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