Aportó al periodismo la enseñanza de interesarse por el otro, lo hizo con pluma y micrófono en mano. (AGENCIAS)
El pasado 1 de diciembre algo cambió para siempre en la televisión mexicana. El encuadre mostró a la reconocida periodista Cristina Pacheco con los ojos cristalinos, dirigiéndose a la cámara y anunciando su retiro temporal debido a problemas de salud. Se trató de un mensaje de agradecimiento a la vida, a la “belleza del trabajo”, a ese motor que día con día alimentaba su espíritu: el periodismo.
“No voy a decir, como siempre, ‘nos vemos el próximo viernes para seguir conversando’, pero sí voy a decir ‘estaremos juntos siempre’”, indicó la periodista, para luego bajar la cabeza y apretar los labios al contener la emoción.
Dos días después, el 3 de diciembre, Pacheco notificó también la suspensión de su sección Mar de historias, que domingo a domingo otorgaba vida a un espacio en el periódico La Jornada. Para ello escribió un breve texto donde acentuaba su “precario estado de salud” y se disculpaba por su ausencia.
Este jueves 21, su hija Laura Emilia dio a conocer su fallecimiento a causa de cáncer. Tenía 82 años, 50 de los cuales dedicó al oficio periodístico. .
Cristina Pacheco fue pilar y defensora del periodismo cultural en México. Una maestra en géneros como la crónica, la entrevista y la conducción de televisión. Sus programas Conversando y Aquí nos tocó vivir la convirtieron en toda una institución de la pantalla chica.
Nacida el 13 de septiembre de 1941, en San Felipe, Guanajuato, un poblado virreinal atravesado por el río Cocinero, Cristina Romo Hernández, mejor conocida como Cristina Pacheco, estudió Letras Españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y ganó el Premio Nacional de Periodismo en tres ocasiones: 1985, 1986 y 1987. Además, fue autora de libros como La luz de México (1988), Los trabajos perdidos (1998), Limpios de todo amor (2002), Última noche del tigre (1987) y Sopita de fideo (2010), y fue esposa del también escritor José Emilio Pacheco, fallecido en 2014.
En el año 2000, recibió el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez, que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Lamentan su partida
La periodista cultural Mónica Mateos respondió el teléfono desde la redacción del periódico La Jornada, medio de comunicación donde Cristina Pacheco era colaboradora. Triste por su partida, recalcó el profesionalismo de su maestra y narró cómo al entrar a la redacción del periódico le tocó recibir los textos de Mar de historias, los cuales Pacheco mandaba por fax.
“Lo que le aprendimos todos, independientemente de esta forma de hacer crónicas, de esta forma de hacer periodismo, pues este profesionalismo, porque era súper puntual como pocos colaboradores. A la hora de estar mandando su texto nunca falló. Ya ves que salía los domingos, entonces el sábado tempranito ya estaba el texto de ella”.
La también autora de Mariposa negra (UANL, 2022) indicó que Cristina Pacheco fue una férrea defensora del periodismo cultural, quien solía comentar a la redacción las palabras que le decía José Emilio Pacheco, sobre que los espacios culturales en los periódicos eran pocos y había que defenderlos, pues son de suma importancia para los lectores.
“Estas charlas, esta forma de acercarse a las personas que además no son celebridades, a las personas con las que convivimos todos los días y saber que cualquier persona tienen una buena historia que contarnos sabiéndola entrevistar”.
Pacheco aportó al periodismo la enseñanza de interesarse por el otro, lo hizo con pluma y micrófono en mano. Así pudo dar en el blanco: en el trabajo de calle hay que interesarse por las personas, avivar la conversación y encontrar la arteria de la historia.
“Es la gran lección que nos dejó: interesarnos por el otro, como ella lo decía, como ella misma lo hizo, para hacer comunidad, para tener esa empatía y ponernos en los zapatos de otras personas”, cerró Mateos.
Por su parte, el escritor y periodista lagunero Vicente Alfonso, un estudioso del periodismo cultural en México, agregó que, gracias al trabajo de periodistas como Cristina Pacheco o Elena Poniatowska, se pudo perfeccionar el arte de la entrevista y la crónica en el país.
“Y sobre todo también la idea de que cualquier oficio puede ser objeto de una crónica y de un trabajo periodístico de excelencia si se sabe observar. Y ella era una observadora de primerísimo nivel. Su legado es ese, entre muchas otras cosas, como sus conversaciones con autores, pero también con esta gente que se dedica a cualquier tipo de oficio. Sus testimonios quedarán para la posteridad”.
Para Vicente Alfonso, el trabajo de periodístico de Cristina Pacheco es un claro ejemplo de que las buenas notas están por todas partes. En ocasiones, por correr detrás de la exclusiva, el periodista olvida que las historias que valen la pena existen en cada rincón.
“Insisto, lo que ella hizo fue enseñarnos que las buenas historias están por todos lados y que es necesario escuchar, es muy necesario escuchar”.
La periodista en Coahuila
La Secretaría de Cultura de Coahuila, encabezada por Esther Quintana Salinas, realizó una publicación en redes sociales donde lamentó el deceso de la periodista: “Lamentamos profundamente el sensible fallecimiento de Cristina Pacheco, nuestras más sinceras condolencias”.
Fue el sábado 21 de octubre de 1995 cuando Cristina Pacheco visitó la ciudad de Saltillo para presentar su libro La luz de México, un compendio de entrevistas a artistas y fotógrafos como Manuel Álvarez Bravo, Francisco Corzas, Olga Costa, Carlos Mérida, Lola Álvarez Bravo, Rufino Tamayo, entre otros.
El evento, organizado por el Instituto Coahuila de Cultura, se gestó en el marco del primer aniversario de la Librería Julio Torri y tuvo lugar a las 19:00 horas en el Salón del Normalismo del edificio de la Secretaría de Educación Pública del Estado.
Una nota periodística publicada por El Siglo de Torreón indica que la presentación fue un éxito tanto para la escritora como para los organizadores.
