(CORTESÍA)
Los viajes por territorio mexicano le han marcado la vida. Ha visitado cada uno de los 32 estados y sólo no ha impartido conferencia en una capital: Chilpancingo, en Guerrero. El escritor coahuilense Armando Fuentes Aguirre ‘Catón’ (Saltillo, 1938), es un explorador de las letras y México en mí (Diana, 2023), un libro compuesto de experiencias, ese único equipaje que nunca ha perdido.
Sale del restaurante de un hotel al interior del Parque Fundidora, previo a su participación en la Feria Internacional del Libro Monterrey (FIL MTY) 2023. Aterriza en un sillón del vestíbulo. Viste completamente de un negro que contrasta con la blancura de sus cabellos. Es domingo por la mañana en una nublada capital neoleonesa. El también colaborador de El Siglo de Torreón agradece la entrevista y ofrece un boleto a sus respuestas al escuchar atento cada pregunta.
“Mi primer viaje fue a una bella propiedad rural que estaba relativamente cerca de mi ciudad, Saltillo. Era un bello rancho, de bello nombre: El Refugio, y ahí pase mi primera vacación de niño”.
Esa fue la primera vez que entró en contacto con el campo y con aquellas personas que se encargaban de cultivar la tierra. La mención de los habitantes es fundamental en su libro, pues es a través del patrimonio oral que logra introducirse en nuevos mundos. El viaje a El Refugio fue también su primer periplo hacia la imaginación.
“Ese viaje no sólo fue al campo, fue a la fantasía. De ahí nació mi interés por el vastísimo mundo de la imaginación, de la fantasía, de la creación de cosas y de seres que sin existir tomaban existencia. Entonces, mi primer viaje fue al campo y ala fantasía. Sigo viajando a las dos partes”.
Dice que lo aprendido debe compartirse a los demás. Duda de la existencia de un escritor que sólo escriba para sí mismo. Comunicación igual a comunión, subraya, comunicarse con el prójimo es, de alguna forma, comulgar con él.
“La tarea del escritor es convertir sus mundos en los mundos de su prójimo. Y es lo que intenté en este libro”.
Se ha enamorado a primera vista de todos los lugares que ha visitado. Considera que no debería nombrarse México, sino “Méxicos”. La multiculturalidad del país le impresiona en demasía.
“Todos los viajeros que han venido a México han quedado deslumbrados, de una u otra manera, por este país nuestro. No sólo por sus bellezas naturales o por sus habitantes, sino por cierta magia interior que el país tiene. A veces nosotros mismos, por tener esa magia demasiado cerca, no la percibimos”.
Las tradiciones y la gastronomía son pilares en las narrativas de estas crónicas. Retornar a un lugar que ya ha visitado, le permite ampliar el panorama y darse cuenta de elementos que no percibió en su primer arribo Catón vive en una constante aventura, aclara, en una ventura, en una felicidad continua.
“Sigo viajando por todas partes, sigo conociendo gente de todos los lugares, sigo asombrándome ante la belleza del arte, de las artesanías, de todo lo que en México tenemos y que hace de este un gran país”.
Sobre La Laguna, piensa que es una de las regiones más laboriosas y de orgullo noble en México.
“Claro que es un lugar común decir que los laguneros vencieron al desierto, pero es la verdad. Se dice que cuando la naturaleza es hostil, como en el norte, es madrastra. Yo no lo veo así, pienso que es al revés: es madre, porque enseña a sus hijos a vencer las adversidades”.
Un viajero agradecido
El Auditorio B de la FIL MTY, al interior de Cintermex, luce abarrotado. Más de 250 personas esperan a Catón, quien tras ser anunciado, entra recibido en una lluvia de aplausos. Esa gratitud lo empapa de emoción, lo conmueve y lo sumerge en un caudal que serpentea en la sonrisa aparecida en su rostro.
En el escenario se observa una pequeña mesa de cristal con dos ejemplares de México en mí. La organización ha dispuesto un sillón, pero Catón prefiere dar la plática erguido. Sostiene el micrófono con su mano izquierda y la palabra con su voz. Comparte algunas de las anécdotas impresas en el libro, con ese humor que lo caracteriza. Habla durante casi una hora. Antes de despedirse agradece a su familia, a los asistentes, a su editorial y a Dios. Sobre todo eso: agradece que ha aprendido a agradecer. El público es suyo, de pie le aplaude. Es momento de sacar la pluma y firmar decenas de libros.