Cultura

Ana Moreno Rebordinos

Ana Moreno Rebordinos dialoga sobre la misión educativa del Museo Nacional del Prado

Sus estrategias se gestan en un entorno híbrido de virtualidad y presencialidad

SAÚL RODRÍGUEZ

Ambos campos se unen de manera intrínseca. Ana Moreno Rebordinos, coordinadora general de Educación en el Museo Nacional del Prado, indica que cualquier espacio cultural o institución que alberga patrimonio, tiene la responsabilidad de que la educación sea uno de sus objetivos.

“A través de la educación, lo que hacemos es trasladar esos contenidos, esos valores, ese conocimiento a los distintos públicos. A través de actividades, de programas, de proyectos diversos, poder acercar la cultural, el patrimonio, el conocimiento, a toda la ciudadanía”.

Su visita a La Laguna se da en el marco de la inauguración de la exposición El Museo del Prado en Torreón, misma que forma parte del programa El Museo del Prado en las Calles, el cual, en su torrente discursivo, es claro ejemplo de la relación entre la educación y la cultura.

Moreno Rebordinos es licenciada en Geografía e Historia, con especialidad en Historia del Arte, por la Universidad Complutense de Madrid. Además, cuenta con un máster en Gestión Cultural: Turismo, Patrimonio y Naturaleza, por el Instituto Universitario José Ortega y Gasset. Su currículum agrega diversas publicaciones y participaciones en congresos que versan sobre el tema.

Como coordinadora del área de Educación del Museo Nacional del Prado, se encarga de que las funciones del departamento se cumplan en todas sus líneas estratégicas, respecto al diseño y la gestión de programas educativos para escolares, docentes y público en general. Se trata de una institución actualizada, por lo cual sus estrategias se gestan en un entorno híbrido de virtualidad y presencialidad, mismo que se ha repensado a raíz de la reciente pandemia.

“Durante la pandemia, es cierto que rápidamente tuvimos que dar un giro a la programación y volcarnos en el ámbito de lo digital. Creo que tenemos que repensar muchas cosas, pero tienen que ser lugares o espacios mixtos. No sólo volcar todo a lo digital. En nuestro caso, la presencialidad es fundamental. pero los espacios digitales o virtuales nos permiten llegar a lugares que de otra forma no podríamos llegar”.

La institución cuenta con un Plan de Actuación que renueva cada cuatro años. En él se recogen las estrategias y objetivos para el periodo en turno. Una de las aristas acentúa el acercamiento democrático del museo a todos los públicos, salvar lo afectado por la pandemia y otras áreas donde se busca trabajar.

“Hay una que llamamos Prado Deslocalizado, en el que entraría este proyecto de El Museo del Prado en las Calles, tanto a nivel internacional como nacional. Es decir, el Museo del Prado es un museo nacional, pero tenemos claro que es un museo de todos y para todos. Por eso tenemos la obligación de generar actividades que lleven al museo fuera de sus muros”.

Educación en la muestra

La selección de obras para el programa El Museo del Prado en las Calles, que en el caso de Torreón arriba con 56 reproducciones a escala real de las piezas más emblemáticas del museo, ha tenido variantes en algunas sedes donde se ha expuesto.

“Por ejemplo, en España están organizadas de manera cronológica, pero al mismo tiempo por escuelas: pinturas de la escuela española, la escuela italiana, flamenca y luego hay un final donde ponemos otras escuelas como la alemana”.

Cuando el proyecto llegó a Ciudad de México en 2021, se decidió repensar un poco el discurso. Se decidió eliminar la división en escuelas, porque responde a un punto de vista académico y de perspectiva desde la historia del arte occidental.

“Pensamos en un orden cronológico que, por un lado, mezcla todas esas escuelas, todos esos artistas, pero te permite también ver qué cosas están ocurriendo al tiempo. De repente tienes una obra de Rubens al lado de otro artista y puedes ver que al mismo tiempo están o no trabajando en cosas similares”.

El objetivo de implantar esta cronología en México responde a motivar un diálogo con las obras de museos locales: si se tiene una obra del siglo XIII, cuestionar qué sucedió en materia artística durante esa época.

Otra de las diferencias refiere a la presencia de pinturas hechas por mujeres, con la presencia de Artemisia Gentileschi, Rosa Bonheur, Sofonisba Anguissola y Clara Peeters. “Porque es muy importante que esa producción de mujeres artistas forme parte”.

Además, se anexó al discurso la producción novohispana con Los Mulatos de Esmeraldas (1599), de Andrés Sánchez Galique, una obra perteneciente al Museo del Prado depositada en el Museo de América de Madrid. Otro autor agregado es el pintor filipino Juan Luna y Novicio, para cerrar el círculo iconográfico de lugares hispanohablantes.

“Muchos de estos artistas se formaban en Madrid, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. De repente tienes ahí como toda la mezcla de iconografías y esos viajes de ida y vuelta, que es donde nos parece importante poner el foco”.

La exposición El Museo del Prado en Torreón permanecerá hasta el mes de mayo en la Plazuela Juárez, anexa a la Plaza Mayor. Se trata de una muestra gratuita y de horario abierto para todo público.

(VERÓNICA RIVERA)

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Escrito en: Museo Nacional del Prado Ana Moreno Rebordinos

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