
El pasado 1 de junio, Miriam cumplió 30 años de edad. Al momento no se tienen pistas que puedan ayudar a dar con su paradero. (EL SIGLO DE TORREÓN)
Este 12 de junio se cumplirán 9 años de la desaparición de Miriam Lizbeth Bustamante Alderete, quien salió de casa en el municipio de Lerdo y no regresó. Su madre, Inés Bustamante, dice que con el pasar del tiempo el dolor se hace cada vez más intenso.
El pasado 1 de junio, Miriam cumplió 30 años de edad. Al momento no se tienen pistas que puedan ayudar a dar con su paradero. La información que han logrado obtener, ha sido por sus propias investigaciones.
La joven, de entonces 21 años de edad, salió de casa en avenida Juárez entre Aldama e Hidalgo, sector que dijo, en aquel entonces no había cámaras de seguridad.
A 9 años de ausencia, Inés pide a los testigos, romper el miedo y dar información de ser posible de forma anónima, que ayuden a saber qué fue lo que sucedió.
"Que las personas que sepan, tienen que saber, porque nadie es invisible no se desaparece, las desaparecen y hay personas que claro que vieron, que saben. que hablen, en una llamada anónima, porque muchas de las veces te empiezan a decir algo y les pides ir a la Fiscalía, es que a lo mejor no era, dicen", razón por la que les pide romper el miedo.
"Romper el miedo, que hagan una denuncia anónima para encontrarla, porque ya es mucho, porque cada vez la gente se desanima, a lo mejor piensa la gente, 'ya ha pasado mucho tiempo', pero cada vez es más pesado para uno", dijo Inés, portando una fotografía de su hija en su pecho.
A las autoridades, les pide hacer su trabajo, "ellos deben hacer estrategias, decir vamos a hacer esto y el otro, ideas, se supone que están estudiando para eso, y estrategias por parte de ellos no tenemos", recalcó.
Recientemente, Inés se unió al reclamo de Cristina Castañeda, cuya hija Adela Yazmín, cumplió 18 años de desaparecida y al momento no se tienen pistas que pudieran dar con su paradero.
Miriam Lizbeth Bustamente es de tez blanca, cara ovalada, ojos café oscuro, cabello ondulado rojizo, ojos rasgados, como señas particulares, tiene dos tatuajes: uno, entre los senos de figura de colibrí y, el otro, en la parte del vientre, unas letras. El día de su desaparición usaba un vestido azul de tirantes y huaraches alargados a la rodilla color beige.