
(ESPECIAL)
'Préstamo forzoso' para Pancho Villa
A las 10:00 horas de la mañana del 2 de octubre de 1913, después de una cruenta batalla contra el ejército federal huertista comandado por el general Eutiquio Munguía, Pancho Villa hace su entrada triunfal a Torreón donde fue recibido por una multitud y con los acordes de bandas de música.
El Centauro del Norte se alojó en el hotel más elegante de Torreón, el Hotel Salvador, su propietario era el coronel Carlos González Montes de Oca, dueño también de la próspera hacienda algodonera La Concha y quien durante el porfiriato ocupó los cargos de presidente municipal de Torreón y Viesca.
Paco Ignacio Taibo II, en su libro Pancho Villa, escribió que durante ese mismo día "ante él (Villa) se presentó un personaje alto y bien vestido, de modales aristocráticos, que se descubrió mostrando la calva. Villa debió verse desconcertado ante la ceremonia. Se trataba de Lázaro de la Garza, nacido en Laredo, Texas, que decía ser banquero. El hombre le propuso ofrecerle una larga lista de los hacendados y ricos de La Laguna con la suma que podían aportar en calidad de préstamo forzoso al lado de su nombre. Se ofrecía de intermediario y de 'director hacendario'. La columna de 'préstamos' sumaba un millón de pesos. Un día más tarde, el 3 de octubre, tras haber leído una carta de Lázaro de la Garza donde enumeraba sus éxitos financieros desde 1910, Villa creó la Comisión de Hacienda de Torreón con De la Garza a la cabeza como tesorero. Y el día 5, decretó un préstamo forzoso de tres millones a las empresas, los bancos y el gran comercio".
Taibo II, anota que entre el listado de las personas físicas y morales que le fue proporcionada a Pancho Villa, para que aportaran "préstamos forzosos" a la causa, se encontraban instituciones financieras como el Banco Germánico de la América del Sur y el Banco de Londres y México. No cita al Banco de La Laguna, quien también fue presionado a "prestar" dinero y lo entregó, cantidad que nunca pudo recuperar como sucedía en todos los casos.
Pancho Villa le exigió al Banco de La Laguna, un "préstamo forzoso" por la suma de $ 80,000.00 (Ochenta mil pesos), cifra que debería entregar a la mayor brevedad a los representantes de la División del Norte. Los directivos fueron amenazados que si no proporcionaban, dicha cantidad de dinero, la institución y sus propietarios serían objeto de muy severas sanciones. Se les hizo la advertencia de que no se tardaran en la entrega de los valores.
Los accionistas y miembros del consejo de administración del Banco de La Laguna, fueron convocados a una reunión urgente, la que fue celebrada el 15 de octubre de ese año de 1913. No estuvieron todos presentes, algunos radicaban fuera de la región, otros faltaron porque estaban escondidos y hubo otros más que huyeron de La Laguna; le tenían un pavor desbordante al temible Pancho Villa.
La junta estuvo presidida por el inmigrante vasco-español Rafael Arocena y Arbide, quien poseía uno de los paquetes accionarios más cuantiosos del banco. Arocena, era conocido con el sobrenombre de El Rey del Algodón, por las abundantes cosechas algodoneras que levantaba y le dieron una vasta fortuna.
El Banco de La Laguna, al igual que las otras instituciones bancarias existentes en Torreón y a las que les fueron exigidas fuertes cantidades de dinero en calidad de "préstamo", cubrieron las sumas que les fueron asignadas por Pancho Villa. En su caso particular, entregó los $ 80,000.00 (Ochenta mil pesos) que le fueron requeridos. Era una cuantiosa suma en aquella época. (Pancho Villa. Autor: Paco Ignacio Taibo II. Editorial Planeta. 2006).
El anterior acontecimiento, ocurrió durante la Primera Toma de Torreón que realizó Pancho Villa, en 1913.
Villa, estuvo en el Banco de La Laguna
A las 9.00 horas de la mañana del 3 de abril de 1914, Pancho Villa hizo su segunda entrada triunfal a Torreón, después de haber derrotado a las tropas de la División del Nazas jefaturadas por el general José Refugio Velasco. Fue vitoreado a su paso por las calles. No faltó la música en el jolgorio.
Varios españoles adinerados y sus familias, se habían refugiado en las oficinas y sótanos del Banco de La Laguna, vivieron días de tensa zozobra durante la sangrienta refriega que dejó un saldo de miles de muertos y heridos en Lerdo, Gómez Palacio y Torreón. Anhelaban que el ejército huertista derrotara al villismo. Al conocer el triunfo de la División del Norte, los hispanos se desmoralizaron y el pesimismo se apoderó de ellos, tenían miedo de sufrir las represalias de Pancho Villa.
Desde días anteriores, habían corrido noticias de que los españoles dueños de las haciendas y los principales comercios de Torreón, se habían pertrechado con armas y parque que distribuyeron entre sus empleados para apoyar en la defensa de la plaza al ejército de Victoriano Huerta.
Tales comentarios llegaron a los oídos del temible Pancho Villa, quien montó en cólera al saber que importantes miembros de la colonia española avecindada en Torreón, habían respaldado de modo abierto a los soldados huertistas; su encono cobraría venganza.
Horas después de su entrada a Torreón, el Centauro del Norte se presentó en el edificio del Banco de La Laguna, quería encarar con dureza a los españoles que ahí se habían escondido durante la Toma de Torreón. Bajó las escaleras que conducían al sótano del inmueble, iba acompañado por Felícitos Villarreal, alto funcionario de la Compañía Metalúrgica de Torreón.Cuando Villa se plantó frente a los españoles y sus familias, éstos lo veían con miradas de terror, sabían de su carácter impulsivo y violento. Le tenían pánico. Eran conocedores de su agresivo temperamento que, en ocasiones, lo inducía a tomar decisiones extremas como la de mandar al paredón de fusilamiento a toda aquella persona que consideraba una amenaza para sus propósitos.
Villa les reclamó a los hispanos, con frases de incendidada furia, el abierto apoyo que le habían proporcionado al ejército de Victoriano Huerta. Les reprochó que su conducta estaba en contra de las causas revolucionarias. Los condenó al destierro, les dio un breve plazo de 48 horas para que abandonaran junto con sus familias la Comarca Lagunera, dispuso de dos trenes para que fueran trasladados a un exilio en el extranjero en la ciudad de El Paso, Texas. Serían entre 700 y 800 los desterrados.
Entre los españoles que se encontraban refugiados en el histórico edificio bancario, se encontraba el riojano Joaquín Serrano Martínez, quien era un empresario y agricultor muy importante y respetado en La Laguna. Figuró como accionista de la Jabonera La Esperanza, la Compañía Metalúrgica de Torreón, la Hilandera La Fe y El Banco de La Laguna.Serrano, fue alojado junto con su esposa en las oficinas del director del banco, ahí vivió la refriega del sitio y esperó los resultados del combate. Pancho Villa recibió muy buenas referencias de él, por tratar con calidad humana a los empleados de sus industrias y predios agrícolas, les dio facilidades para que adquirieran un terreno en la colonia San Joaquín que fue de su propiedad y lleva su nombre; donó el terreno de la iglesia. Y otorgó, en donación a la ciudad de Torreón, los terrenos de la Alameda Zaragoza.
Paco Ignacio Taibo II, escribió en su libro Pancho Villa, que Joaquín Serrano Martínez era el padre de Manuel Banda, el temido Chino Banda, quien empistolado a bordo de su motocicleta recorría la retaguardia de las líneas de fuego de la División del Norte durante las batallas. Si algún soldado villista osaba desertar y huir de las refriegas, era acribillado sin piedad por el Chino Banda; la tarea se la encomendó el propio Villa.
El Centauro del Norte, al tenerlo frente a su persona, le dijo con respeto: "Usted señor Joaquín Serrano Martínez, puede regresar a su hogar y permanecer en Torreón con su familia, me han hecho comentarios muy favorables de su persona porque trata muy bien a sus trabajadores". Serrano, le respondió: "Correré la misma suerte de mis paisanos señor general Francisco Villa. Me voy junto con ellos al destierro a El Paso, Texas. Muchas gracias".
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