Momento familiar resultó detonante para su virtuosismo. (VERÓNICA RIVERA)
Con escasos siete años, Sergio Vargas Escoruela (Torreón, 2005) fue espectador de la sonoridad que su abuelo generaba junto al piano. Los martilleos de las teclas captaron su atención, con curiosidad se acercaba al instrumento, lo tocaba, se envolvía en su sonido y finalmente decidió pedirle a su madre que lo inscribiera a clases.
Ese momento familiar resultó detonante para su virtuosismo, una chispa que activó el engranaje de su pensamiento musical. Más adelante, la propia música lo llevó a recibir instrucción de la maestra Mariana Chabukiani, quien hasta el momento ha sido su principal guía en la aventura por los pentagramas.
“Me preguntó qué conocimientos tenía sobre el piano. Yo tenía siete años, sólo sabía donde se tocaban las notas en el teclado y aún no sabía leer música. Empecé con ella, me enseñó a leer las notas sobre los ritmos, la partitura y así fui avanzando de obras cortas a obras un poco más largas”.
El pianista Sergio Vargas Escoruela tiene ahora 16 años y ha actuado junto a grandes instituciones como la Camerata de Coahuila, la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), la Orquesta Filarmónica de la UNAM, la Orquesta Filarmónica de Jalisco, entre otras. Pese a su corta edad, su semblante muestra la seguridad de un músico que ha actuado en los principales recintos del país como el Palacio de Bellas Artes, el Palacio Nacional o el Teatro Juárez de Guanajuato. En sus ojos todavía irradia el brillo tras ser ovacionado en Bellas Artes, en su presentación con la OSN.
“Recuerdo que cuando terminé con mi parte, quería escuchar la segunda parte del concierto. Salí, nos dieron un palco y de repente la gente me vio, empezó a aplaudir y fue algo maravilloso, increíble”.
Tras ausentarse durante dos años de los escenarios y previo a su quinta presentación con la Camerata de Coahuila, institución con quien este viernes 4 y domingo 6 de febrero interpretará a Beethoven en el Teatro Isauro Martínez (TIM), enfatiza que su seguridad está acompañada de muchas horas de trabajo, así como del apoyo de su familia y seres queridos.
En 2018, el talento de Sergio Vargas Escoruela fue resaltado con el Premio Nacional de la Juventud. Recibió el reconocimiento en la Residencia Oficial de Los Pinos, de manos del entonces presidente de la República Enrique Peña Nieto. Recordar el momento compone una emoción en su morfología y comienza a relatar como si ejecutara en un recital.
“Fue algo inolvidable recibir de manos del presidente de la República un reconocimiento y en la Residencia Oficial de Los Pinos. Fue mucha emoción conocer a otros mexicanos muy exitosos, de los cuales pude aprender muchísimo”.
Otros trofeos que registra su palmarés son el Concurso Nacional de Piano Parnassós (2015), el Concurso Nacional de Piano Cedros-Up Yamaha (2015) y el Premio Estatal de la Juventud Coahuila (2019).
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Conversar con el compositor
En su inicio, Vargas Escoruela interpretó partituras de Muzio Clementi y Johann Sebastian Bach, pero es notable la cercanía que tiene con Wolfgang Amadeus Mozart, compositor al que comenzó a interpretar desde muy pequeño. Del genio de Salzburgo no podría elegir una sola obra para designarla favorita, pues considera que todas sus creaciones musicales son distintas entre sí.
“Todos sentimos una conexión muy especial con Mozart porque compuso desde muy pequeño y su música es conocida por ser lúdica y alegre. Entonces, se siente esa energía y para un niño es todavía más emocionante sentir su alegría y saber que la compuso a una edad temprana”.
Ludwig van Beethoven también fue seguidor de Mozart. Precisamente, el lagunero actuará como solista este fin de semana interpretando el Concierto para piano No. 1 en Do mayor de Beethoven, junto a la Camerata de Coahuila.
“A pesar de que es un Beethoven joven ya se empieza a sentir su esencia. Es un concierto realmente muy alegre, enérgico, hay mucha diversión en el tercer movimiento y el segundo movimiento es muy vocal, canta mucho la melodía. Es muy bello el concierto”.
Tras las dos funciones que se realizarán en el TIM, el joven talento no guardará reposo; ostenta una invitación para presentarse junto a la OSN en el Palacio de Bellas Artes los próximos 25 y 27 de marzo. Además, prepara un proyecto junto a compañeros de su colegio para efectuar un concierto en beneficio de la Orquesta DIME.
Al preguntarle qué ha significado la música para él, su mente compone una frase armonizada con poética:
“La música es un reflejo de nuestro intelecto y nuestra alma. Expresa lo que sentimos, cómo y por qué lo sentimos. La música es creación, recreación, una expresión de lo incomprendido, de lo ininteligible, de la alegría, de la tristeza, del amor, de la felicidad, de la angustia, del miedo. Expresa lo natural, lo connatural. Es algo que se encuentra, busca encontrar la sensatez en lo insensato, la insensatez en lo sensato. Es realmente algo extraordinario”.
