Qué difícil resulta en ocasiones analizar y dar un punto de vista sobre el trabajo de un joven beisbolista que sueña con ser alguien dentro del Rey de los Deportes, porque antes que nada ese pelotero es un ser humano, que tiene derecho a aspirar a lo grande. Por otra parte hay un presidente que sueña con ver campeones a sus Algodoneros de Unión Laguna, y para ello hizo una inversión millonaria, solo de imaginar campeón al equipo de casa se enchina la piel, se imagina uno la fiesta popular, la emoción sería indescriptible, porque difícilmente alguno de los seguidores de la novena guinda vio campeón a este equipo en 1950.
El beisbol es un deporte hermoso que se juega todos los días, y por eso los comentarios, análisis y opiniones se hacen diariamente; hoy las redes sociales permiten conocer el punto de vista de verdaderos aficionados, quienes analizan y cuestionan, porque se busca lo mejor, apoyar la meta que estableció Guillermo Murra Marroquín, y para la cual se requieren jugadores que en el terreno demuestren ser de mucha calidad, pero que la saquen a relucir a la hora cero, cuando su equipo más los necesite; hoy Algodoneros celebró ya ocho juegos, suficientes para que asomen las necesidades que se deben cubrir ya, porque la vara está muy alta y el margen de error es mínimo.
La ofensiva, de acuerdo al consenso general, es suficientemente buena, va a generar muchas carreras, y es la de un equipo aspirante a cosas importantes.
Este juego se llama pitcheo y es este departamento el que requiere ajustes inmediatos para fortalecerlo, porque cuando se aspira a un objetivo tan claro como alto, no se aceptan concesiones y todos quienes integran el roster están obligados al máximo esfuerzo, a resultados positivos, y a regresar algo de lo que ha hecho una directiva ambiciosa, y también una afición que apoya siempre con su presencia en el estadio de la Revolución e incluso en otras plazas. Hoy esa afición se pronuncia por la salida de Alejandro Chavarría, Jordan Suárez, Alex Gallegos y hasta el lagunero Miguel Esparza; en un punto de vista muy personal, este espacio piensa que los dos últimos sí pueden aportar.
En un estadio de beisbol el aficionado disfruta su espectáculo favorito y sufre con los tropiezos de su equipo, se analiza el accionar de cada jugador y la pasión provoca comentarios que en ocasiones suenan fuertes, pero en el caso de nuestro equipo, lo que se busca es el bien de los Algodoneros del Unión Laguna; sí, parece que Valentín de Luna y Luis Enrique Gastélum tienen que estar en el roster, al mexicoestadounidense Riley también se le menciona, aunque solo se le vio en pretemporada y faltan elementos para evaluar su desempeño; se quiere que pronto las cosas se arreglen para que Loiger Padrón y Kender Villegas concluyan su proceso de naturalización y se les active como mexicanos ¡vaya si esto ayudaría a resolver el asunto del pitcheo!
La afición piensa que se debe sacrificar un extranjero bateador y el señalado de manera unánime es Pedro Florimón; aquí nada tiene que ver la calidad del dominicano, el hecho es que se requiere esa plaza de extranjero y para el short stop se cuenta con varias opciones mexicanas; Ramón Mora, Brian García, Zachary Benjamín Kirtley y el propio Marco Campoy; Florimón tiene todo el derecho a desempeñar su trabajo, pero ya se explicaron las condiciones actuales del equipo, lo cual finalmente es lo más importante. En el beisbol como en la vida, en ocasiones hay que tomar decisiones tan necesarias como dolorosas.
Otro ajuste lógico es el convertir a Jenrry Mejía en inicialista, un rol que conoce perfectamente; Josh Luke es un cerrador confiable y Josh Corrales tiene tamaños para preparador; todo esto fortalecería el pitcheo, con Aldo Montes como relevo largo, lo cual ejecuta de excelente manera en Tomateros de Culiacán; además Jordan Guerrero fortalecería el relevo zurdo situacional, en donde hoy solo se cuenta con Carlos Vázquez. Los ajustes son urgentes de acuerdo a los objetivos del equipo, sí, es doloroso hacer a un lado a un jugador que trata de mantener un lugar en el roster, pero es más doloroso echar por la borda la millonaria inversión en busca de un equipo campeón, y sobre todo, la larguísima espera de una afición que anhela un título.
