INSEGURIDAD, MIEDO, TRISTEZA, IMPOTENCIA Y FRUSTRACIÓN
"Asaltan caravana de paisanos en Zacatecas"; "Comando irrumpe en domicilio y mata a tres hermanos"; "Menor saca arma de fuego durante posada"; "Hallan a hombre sin vida, dentro de su vivienda"; "Sujetos con armas largas asaltan centro comercial"; "Asesinan a joven y su padre resulta herido"; "Aumenta en 20% el índice de feminicidios en La Laguna"; "Delincuencia doméstica amaga a vecinos de colonias del norte de la Ciudad"; "Secuestran a dos menores en parque de diversiones"; "Acude a consulta médica y al regresar encuentra vacía su vivienda".
"México es un país seguro para invertir"; "Está garantizada la paz social para los inversores"; Dicen autoridades policiacas "reforzaremos acciones de vigilancia para evitar robos a casa-habitación"; "Mayor presupuesto para seguridad pública"; "Se manifiestan colonos por falta de vigilancia policiaca"; "Aumentan hechos de sangre en el medio rural".
Con informaciones de este tipo proporcionadas por los medios de comunicación impresos y electrónicos desayunamos diariamente los mexicanos, pues los hechos suceden a lo ancho y a lo largo de la República; no hay lugar en el país en el que no se registren atentados contra la integridad de los ciudadanos en su persona, en sus bienes y en su familia creando un clima de inseguridad general que produce una psicosis social que se traduce en miedo colectivo en la población que, asustada, no realiza sus actividades cotidianas ni acude a los lugares a donde tiene que ir, con seguridad, confianza y ánimo productivo.
Ciudades, que hasta hace relativamente poco tiempo eran seguras y tranquilas, hoy no escapan a los hechos criminales protagonizados por los cárteles de la droga que se disputan los territorios, convirtiendo a los pueblos en verdaderos campos de batalla en donde la vida de los habitantes está expuesta al peligro, y en muchos casos han resultado personas inocentes como mujeres y niños víctimas del fuego cruzado de estas bandas de forajidos que tienen secuestrado al país y a sus instituciones.
La situación caótica que vive el país entero, en plena época navideña, fecha que es motivo de alegría, de convivencia familiar, estrechando los lazos sociales que nos unen; la alegría se convierte en tristeza de la gente que ve con angustia que nuestro México está desprotegido, que no hay quien lo defienda.
Es la impotencia de un pueblo noble y trabajador que observa cómo sus autoridades no pueden con el crimen en todas sus expresiones, cuyas cabezas principales se sienten intocables porque gozan de la protección y favoritismo de algún personaje encumbrado en las élites del poder y del dinero.
Todo esto desemboca en ira y frustración que obliga a que la ciudadanía haga la siguiente reflexión. ¿En que basa el gobierno de la República su incomprensible optimismo, cuando afirma sin enfado alguno, que se ha abatido el índice delictivo, que se ha acabado con las bandas de criminales y que en México hay seguridad y respeto a la vida de las personas?
No olvide el titular del Poder Ejecutivo Federal que una de las principales obligaciones constitucionales del Estado, tal vez la primera, es garantizar plenamente la seguridad de la población para que ésta pueda desarrollar sus actividades con seguridad y confianza. Sin duda alguna que todo lo relativo a la seguridad pública y los desafortunados niveles de extrema violencia que hemos vivido desde hace varios lustros, será un factor decisivo que incline la balanza hacia quien gane la próxima contienda electoral. El país necesita paz, armonía entre los ciudadanos, que los protagonistas de la política partidaria dejen de enfrentarse para que el Estado pueda realizar los altos fines que históricamente esta obligado a cumplir, específicamente el bien común y la paz social.