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Eduardo Lizalde Chávez

Literatos despiden al poeta mexicano Eduardo Lizalde y resaltan su carrera

Para Cuéllar, su obra ostenta una fuerza inusitada, capaz de llegar a cualquier lector

(AGENCIAS)

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SAÚL RODRÍGUEZ

“Cada poeta es un estilo, el cual depende de su forma de hablar y se dice que tiene personalidad definida, cuando encuentra artísticamente su forma del habla natural, la que no se confunde con ninguna otra”, fueron las palabras que emergieron de los labios del poeta Eduardo Lizalde, cuando dictó una conferencia en Torreón, el 21 de abril de 1989, en el fóyer del Teatro Isauro Martínez (TIM).

Este miércoles 25 de mayo, se reportó su muerte. Tenía 92 años. El deceso fue anunciado por su hijo, el promotor cultural Eduardo Lizalde Farías. Literatos no tardaron en publicar sus condolencias, experiencias y recuerdos con El Tigre a través de redes sociales. México ha llorado versos, el poeta ha convertido su existencia en metáfora.

“Sólo dos cosas quiero, amigos / una: morir, / y dos: que nadie me recuerde / sino por todo aquello que olvidé”, dice el poema de Lizalde que apertura El tigre en la casa (1970), una de las obras que testifica cómo el autor daba zarpazos al lector mediante las palabras. La misma fue acreedora al Premio Xavier Villaurrutia.

Lizalde también ganó el Premio de Bellas Artes de Poesía Aguascalientes (1979), el Premio Nacional de Ciencias y Artes (1988), el Premio Internacional Alfonso Reyes (2011), el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca (2013) y el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Español (2017).

Poeta mayor

El poeta Margarito Cuéllar fue uno de los intelectuales que manifestaron sus condolencia en Facebook. Para él, Lizalde era el poeta mayor del país, no sólo en cuanto a edad, sino a bastión poético; su contacto con la poesía contemporánea. Cursaba entonces el tercer grado de secundaria, cuando Delia Garda, su maestra de teatro, le instó a leer Cada cosa es babel (1966). Ante el libro, los labios de la educadora labraron una frase que Cuéllar no olvida: “si quieres ser poeta, lee poetas como estos”.

“Ahí estaba otro universo, una ventana muy amplia que no había tenido oportunidad de mirar a través de ella. Y eso para mí fue Lizalde, esa apertura a la poesía contemporánea”, manifiesta la voz de Cuéllar en el enlace telefónico.

El autor potosino, radicado en Monterrey, rememora su encuentro ocurrido durante un Festival Internacional de Poesía de Bogotá. Lo acompañaba El Tigre. Los organizadores prepararon un viaje a la Catedral de la Sal, en Zipaquirá. Cuéllar ya le había comentado a Lizalde sobre la anécdota con su maestra. El Tigre leyó un poema y se lo dedicó a “un poeta jóven”, ese poeta era Margarito Cuéllar.

“De alguna forma le había motivado la anécdota que le conté de mis años de lector en tercero de secundaria y el descubrimiento de su obra. Fuera de ahí, Lizalde me parece unos de los autores más contundentes, porque logra profundizar a través del pensamiento y la filosofía, a través del sentido del humor, con una acidez, con una visión corrosiva de las cosas”.“

Si bien, El Tigre partió, aún quedan sus rayas en la poesía mexicana. Para Cuéllar, su obra ostenta una fuerza inusitada, capaz de llegar a cualquier lector. En ese tenor, descarta el olvido y prevé un crecimiento de la figura de Lizalde dentro de la lengua española.

“Lizalde, siendo una persona tan lúcida en todos los sentidos, era dueño de una conciencia absoluta y arrolladora sobre la realidad que vivimos”.

Memoria de un encuentro

En el año 2009, la poeta y periodista regiomontana, radicada en Saltillo, Sylvia Georgina Estrada, entrevistó a Eduardo Lizalde en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). El diálogo forma parte de su libro La casa abierta, conversaciones con 30 poetas (UANL, 2021).

La periodista admira el tesón de El Tigre, como poeta y ensayista. Enfatiza que Lizalde comenzó a publicar a los 30 años, una edad que podría parecer tardía para cualquier escritor, pero que a él le resultaba pertinente.

“Me parece que, tantos años después de la publicación de El tigre en la casa, ese libro sigue siendo una referencia cuando se habla de poesía mexicana. Es un libro que apareció en los setenta y en el 2022 todavía estamos leyendo esos poemas. Además, a él le asombraba que esos poemas de juventud (porque él los consideraba así), que surgieron de esta idea del amor, del desamor, un poco del desengaño del mundo que se vive en la juventud, siguieran sacudiendo a los lectores”.

Al igual que Margarito Cuéllar, Sylvia Georgina Estrada vaticina vigencia para la obra de Lizalde. Recuerda su voz poderosa, fraguada por su afición a la música y su ímpetu por continuar escribiendo en sus últimos años de vida, sin necesitar grandes homenajes. Los versos de Lizalde dicen mucho sobre el sentido de la existencia y su capacidad para no envejecer en las páginas de la vida.

“Fue un hombre muy lúcido al final de sus días, no sólo en cuanto a textos de poesía y de ensayo se refiere. Todavía, hace pocos años, presentó en la FIL Guadalajara la obra reunida de su poesía y seguía siendo un hombre muy lúcido. Además de que también tenía una pasión por los idiomas y por la música”.

Lizalde y la juventud

Mientras tanto, el joven poeta lagunero y colaborador de la revista Siglo Nuevo, Alfredo Castro Muñoz, reedita un radioarte que realizó en la universidad, inspirado en El tigre en la casa. A sus 23 años, tiene claro que la poesía de Lizalde ha triunfado por su valor universal y su vigencia brota gracias a la capacidad de conectar son el lector, sin importar su edad.

“Siempre que intento hablar de Eduardo Lizalde, pienso en una especie de lado salvaje, pero una especie de animal interno, que de algún modo está controlado, pero que está ahí presente, asechando siempre, la belleza, el amor, la tragedia, la quietud, el movimiento. Creo que esas cosas las detecto en Eduardo Lizalde como una especie de vigilante, de todo aquello que está asechando”.

Para el autor de Estar de paso (2022), la partida de Lizalde le genera tristeza y cierta impotencia, pues deseaba algún día conocerlo en persona e intercambiar algún diálogo sobre su obra y la poesía. “Se apaga un poco ese deseo, ese sueño... o quién sabe. Tal vez, desde algún lado, El Tigre nos observa”.

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