En el ocaso de una muuuuy diferente temporada de NFL, un tal “Big Ben” se despidió en el estadio que hizo su casa durante 18 campañas (y seguramente se convertirá en su hogar hasta la inmortalidad). El Heinz Field despidió a su más reciente “último gran héroe” el lunes pasado, cuando atestiguó una última victoria en casa ante Cleveland, cuando el “gigante de acero” postró su rodilla por última vez en ese campo.
Roethlisberger llegó a la titularidad en 2004 con los Acereros para suplir a un lesionado Tommy Maddox. Nunca más la soltó, sino por el mismo motivo que lo llevó a los controles del equipo más popular en México. Desde ese momento, supe que tenía que aprender a escribir bien su apellido; también fue mi temporada debut en esta casa editorial. Lo memoricé así: “Roeth – lis – berger”.
El entonces novato cerró la temporada con marca de 13-0 y se llevó el reconocimiento en su categoría; indiscutible. Al año siguiente, se coronó campeón en el Super Bowl.
El mariscal de campo de los Steelers pasó a la historia con dos anillos para poner a su franquicia como la más ganadora de la NFL. Por supuesto, cuenta con la aprobación y el cariño de sus aficionados. El lunes pasado se lo hicieron saber en una emotiva despedida, porque aunque gane en el último encuentro de la presente campaña y se cuele a playoffs, ya no volverá a jugar en ese escenario. ¿Le alcanzará para otro Súper Domingo? Suena complicado.
La historia de Ben Roethlisberger es digna de admiración; a pesar de no ser el mejor ‘quarterback’, ostenta la cuarta mayor cantidad de triunfos en una sola sede en la historia de la NFL en su posición. Y nunca, en 18 años, terminó con marca perdedora con su equipo.
El resto de los aficionados a este deporte, seguramente, llegamos a ponerle diferentes apodos dentro de la rivalidad que implica siempre enfrentar a uno de los más populares, pero es innegable (en el entorno su adiós) que deja huella imborrable. Los ciclos llegan a su fin y hoy, a sus 39 años de edad, el mariscal de campo de Pittsburgh vive su “último baile” con el único jersey que vistió como profesional. Algo también digno de resaltar. Pocos como Ben.
Las probabilidades de que se meta a otra fase de postemporada están latentes: hay que vencer a los Cuervos de Baltimore y que los Jaguares den la sorpresa ante Potros de Indianápolis. Ambos son encuentros de división. De no darse estos resultados, Roethlisberger puede estar tranquilo; alargó una carrera de gloria hasta donde le fue posible. Se va a extrañar su figura.
En contraparte, un tal Tom Brady sigue como candidato dentro de la Conferencia Nacional para disputar una final más, aunque las ausencias en su equipo podrían pesar en la recta final. Ha sido una campaña atípica para todos, la segunda después del COVID. Este año,no solo las lesiones mermaron; también lo hizo el virus, tanto a la liga como al Fantasy.
Y de la fantasía, a la realidad. Resultados sorpresivos que hasta nos hacen dudar de la honorabilidad de la liga deportiva más poderosa de los Estados Unidos se dan cada vez con mayor frecuencia. Pero no importa, por ahora, no importa nada, sino seguir disfrutando del deporte que tanto nos apasiona. Es hora de prender una vez más el asador.
Se viene la época de los encuentros sin mañana y a la vez, sabemos que conforme avanza el tiempo, se acerca el final. Pronto podremos aventar el jersey a la “Antonio Brown” y celebrar.
Seguirá el turno de la Liga MX, que comienza hoy en San Luis, para atormentarnos, sufrir, acostumbrarnos y, de repente, tener una que otra emoción. Por lo pronto, Santos recibirá a Tigres el próximo miércoles 12 de enero en horario por definir. Saludos cordiales. Feliz año para todos y una especial mención para Rafa Rosell y el refinado grupo de analistas que semana a semana nos iluminan con sus ‘picks’ de la NFL. La batalla se definirá hasta el último encuentro.
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