En días pasados el amigo y cronista del beisbol Eduardo Almada comentó, en su leída columna periodística "Pasando la bola", que le llama la atención el crecido número de encuentros que en la actual temporada de la Liga Mexicana del Pacífico (LMP) al equipo perdedor le han cerrado el juego, es decir, se fue sin anotar carrera, lo han "blanqueado", como luego se dice. Informa que van 54 juegos que han terminado en lechadas, como también se suele decir.
Aclara, sin embargo, que tales blanqueadas no corresponden a pitchers abridores sino que se realizan de manera combinada con los relevos. La explicación es que en los tiempos que corren es muy raro que el lanzador que inicia un juego lo termine, por muy buena que sea su labor a lo largo de 5-6 o 7 entradas.
A pesar del alto número de blanqueadas en la presente campaña de la LMP, el mismo Almada señala que se está aún lejos del récord que en este departamento se implantó hace cuatro décadas, en la temporada 1982-83, en que hubo 113 blanqueadas, cuando también este circuito, como ahora, estaba formado por diez escuadras.
Un juego que termine en blanqueada y pizarra apretada es, por lo general, un gran encuentro. De esos que los buenos aficionados al deporte rey quisieran presenciar siempre. Porque seguramente hubo buen pitcheo y se vieron lances por parte de ambos equipos entre magníficos y espectaculares. Otros, es cierto, prefieren los juegos de muchos y sonoros batazos y elevado carreraje. En gustos se rompen géneros, pero el buen beisbol es el primero.
En la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), el circuito de verano de nuestro país, el libro de récords registra que el 17 de abril de 1977 los equipos Sultanes de Monterrey y Mineros de Coahuila jugaron 17 entradas sin que ninguna de las dos novenas haya anotado carrera alguna. Dos años después, el 28 de marzo de 1979, los mismos Sultanes y los Indios de Ciudad Juárez jugaron 15 episodios sin que tampoco alguno de los dos conjuntos hiciera al menos una carrera. Casos similares, pero de 14 innings, los hubo en 1962, 1982 y 2015. Aunque como regla general en el beisbol no hay empates, en estos cinco casos por haberse presentado alguna de las causas de excepción, los juegos terminaran empatados a cero carreras. Afortunados quienes los hayan presenciado, porque seguramente fueron tremendos choques de pelota.
La historia del beisbol mexicano registra un episodio extraño en materia de blanqueadas. Ocurrió en la temporada de 1980, cuando la LMB estaba conformada por 20 equipos. En la jornada del martes primero de julio de ese año se debieron haber celebrado diez juegos, pero solo se realizaron ocho. De estos ocho encuentros cinco terminaron en blanqueadas, algo realmente atípico. Indios de Ciudad Juárez blanqueó a Monclova, León a Rieleros de Aguascalientes, Campeche a Toluca, Plataneros de Tabasco al Águila de Veracruz y los Azules de Coatzacoalcos a los Leones de Yucatán.
Verdaderamente algo poco común, cinco lechadas en una sola jornada.
Los dos juegos faltantes ni siquiera se iniciaron. Fueron los que debieron realizarse ese día en Poza Rica y en la Ciudad de México. En el primer caso porque el equipo contrario, los Ángeles de Puebla, llegó con mucho retraso a Poza Rica con motivo de que el autobús que transportaba a los peloteros se descompuso.
Y el otro debió haber sido un clásico Diablos-Tigres, en la capital de la República, que se canceló porque los jugadores del llamado equipo escarlata se negaron a salir al terreno de juego y se declararon en paro. Empezó así, ese día, la huelga de peloteros de aquel 1980, que mucho dañó al beisbol mexicano. ¿Eso anunciaron las blanqueadas de ese día?
NOTA: Jorge Orta pospuso para el próximo mes de enero su visita a Torreón. Será entonces cuando nos reunamos con él a conversar sobre beisbol.
