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Bautizado como "El Gran campeón mexicano", por el anunciador estadounidense Jmmy Lenon Jr., Julio César Chávez, el mejor peleador que ha dado el boxeo azteca, cumple este martes 60 años de vida y lo celebrará con una fiesta.
Sus números así lo dicen: 107 victorias, 86 por nocaut, 13 años invicto, 37 peleas de título mundial y el primer mexicano en ganar tres títulos mundiales en diferentes divisiones: superpluma, ligero y superligero.
Julio conoció el infierno de la pobreza, probó las mieles de la fortuna, el dolor de las adicciones y como el Ave Fénix, resurgió de sus cenizas, para convertirse en la leyenda viviente.
El origen
Hombre sencillo, por su origen humilde, JC nació en Ciudad Obregón, Sonora. Luego, buscando mejores horizontes, su familia se mudó a Culiacán, Sinaloa y después él se lanzó a la aventura a Tijuana, con el sueño de ser boxeador y campeón del mundo y debutó en 1980.
Ahí inició la leyenda del "Gran campeón mexicano", pero siempre con la idea de cumplirle a su madre, doña Isabel González, la promesa de sacarla de trabajar, comprarle una casa y darle una mejor vida.
Su lado flaco
Sin embargo, la fama y la fortuna lo pusieron en la lona, porque con ellas vinieron el vino y las drogas, pues comenzó a beber luego de su victoria sobre Edwin "Chapo" Rosario en 1987. Las drogas las probó en 1993, año en que impuso la marca de asistencia para una pelea de boxeo, con 132 mil espectadores en el Estadio Azteca.
Chávez vivió un infierno drogas y vino, hasta que el 2010, a base de engaños, su hijo Julio César lo internó en una clínica de rehabilitación y allí rehízo su vida.
Hoy, Chávez es una leyenda viviente que lleva 13 años limpio y ayuda a gente que sufre adicciones, en sus clínicas Baja el sol y va por la vida con la frente en alto: "si yo pude, ustedes también pueden". ¡Salve César!
