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José Santos Valdés, maestro de México

[Primera de dos partes]

Con palabras claridosas, francas y directas al más puro estilo norteño, el escritor lagunero nacido en Monterrey, Juan Manuel González Cerda, da una respuesta tajante, categórica y firme, a la absurda propuesta del contador público Homero Martínez, para cambiarle el nombre a la calzada José Santos Valdés e imponerle el de José Rosas Aispuro, en una vergonzosa demostración de servilismo que del mismo modo pone por los suelos imagen y nombre del gobernante duranguense, cuyo mandato está por concluir.

La respuesta de JMGC: "Está mal, no tiene méritos (Aispuro). El profesor José Santos Valdés ocupa un lugar privilegiado en la Rotonda de las Personas Ilustres de México. Rosas Aispuro no tiene nada de ilustre… es puro (censurado, fama volat)… dijo el conocido columnista de El Siglo de Torreón y me dejó alelado. El dardo que podría significar esa observación de campana y badajo a la supuesta ignorancia que priva en la Comarca y en el resto del país en torno al célebre personaje, no solo va dirigido a Rosas Aispuro, sino también a Homero Martínez, a los ediles del ayuntamiento de Lerdo que comulgan con la aberrante idea, consiguieron punto de acuerdo en una de sus más recientes sesiones, y notificaron ipso facto al propio José Rosas Aspuro, que por lo que se sabe hasta ahora, no ha rechazado la aduladora propuesta.

(Antes de que se me adelanten las letras debo decir que el profesor Jose Santos Valdés fue uno de aquellos preclaros columnistas que escribió para las páginas editoriales del centenario diario lagunero, así como en los diarios El Mundo, de Tampico; El Heraldo, de San Luis Potosí; en El Porvenir, de Monterrey, Nuevo León. Y en El Día, de la ciudad de México, así como en las revistas Siempre y Política, de circulación nacional, al lado de personalidades como Manuel Marcué Pardiñas, Fernando Benítez y Carlos Fuentes)

La respuesta de González Cerda, por lo tanto, me dejó, como ya dije, perplejo y atolondrado pero al mismo tiempo me llevó a conocer más sobre la vida y obra del incansable maestro rural nacido el primero de noviembre de 1905 en Rancho Camargo, municipio de Matamoros, Coahuila. Llego a la conclusión, por lo tanto, de que quienes comulgan con la descabellada idea del cambio de nombre, son ignorantes supinos que no conocen la trayectoria de un hombre idealista, "un hombre cualitativo capaz de distinguir entre lo bueno y lo malo y lo mejor que imagina", una descripción hecha por Hallier Arnulfo Morales Dueñas, doctor en Historia y autor del libro "La semilla en el surco: José Santos Valdés y la Escuela Rural Mexicana".

Provocativas pero ciertas las palabras de González Cerda, con ellas entro al absurdo juego de las comparaciones -que por cierto no tienen ningún valor moral para dilucidar supuestas controversias de cariz político y mucho menos entre ignorantes- y comienzo con una versión que no tiene vuelta de hoja: José Santos Valdés cultivó con pasión el periodismo, la investigación biográfica, monográfica, poética y ensayística. Fue un periodista de corrosiva tinta y se erigió a través de los años en un maestro ilustre "que dejó su legado en la formación de profesores. Fue el padre el maestro, el poeta, el periodista, el maestro del normalismo rural", cualidades que a propuesta de los hijos de las escuelas rurales donde impartió enseñanza y conocimientos sobre la vida de los hombres y mujeres de México, le valió un punto de acuerdo del Senado de la República "a fin de ocupar un sitio en la Rotonda de las Personas Ilustres", palabras de Morales Dueñas publicadas en el periódico "La Jornada" en el 24 de noviembre de 1954.

No fue nada fácil la carrera de docente y la vocación comunista que lo abrazó y en honor a esa gran verdad, transcribo párrafos sobresalientes de la amplia semblanza que a su vez nos heredan tanto el historiador Morales Dueñas como la Asociación de Exalumnos de la UNAM en la Laguna: "Esta asociación considera que es de interés público que se respete el nombre del bulevar José Santos Valdés en la ciudad de Lerdo; "por el legado magisterial y cultural que dejó tanto en esta ciudad donde vivió, como en Matamoros de la Laguna donde nació; en la comarca lagunera y en el resto del país"

Fue director -prosigue la asociación de ex alumnos- de las escuelas normales rurales "General Matías Romero Santos, mejor conocida como San Marcos, Zacatecas: de Galeana, Nuevo León; El Mexe, de Hidalgo y otras más en las que implantó métodos para estimular el estudio de los alumnos". Igualmente destacó como "organizador sindical magisterial, orientó a los agremiados en el estudio y mejoramiento y defendió los derechos laborales y de seguridad social, con democracia, con elección de los dirigentes por sus bases, no por las autoridades educativas". Publicó libros como "La Batalla de las Ideas", Democracia y Disciplina Escolar, Civismo, La Enseñanza de la Lectura y la Escritura, Reprobación y Deserción Escolar.

El historiador Morales Dueñas va más allá: "Nueve años le costó al maestro José Santos Valdés cursar cinco años de primaria. Fue electo para recibir una beca municipal para estudios en una normal del estado de Coahuila a partir de 1920. Aquejado por una tuberculosis -explica el narrador- suspendió sus estudios por un año e inició un prematuro magisterio en una hacienda coahuilense de propietarios franceses. Esa amarga experiencia -considera el historiador- nutrió el deseo de conciliar sus estudios normalistas en 1926. A los 20 años inició su servicio magisterial en Sonora, como director de la escuela primaria Talamantes, de Navojoa. "A los cuatro meses fue ascendido a supervisor escolar de las escuelas primarias en Hermosillo y Nogales.

Rescato del extenso reportaje una semblanza que confirma la ideología de los grandes pensadores mexicanos, no sólo de palabra, sino con hechos: "El primero de mayo de 1929 las escuelas de su jurisdicción desfilaron con uniformes rojinegros en honor al Día Internacional de los Trabajadores, y a petición de la Confederación Regional Obrera Mexicana, denunció la necesidad de contar con un sindicalismo independiente, una manifestación que le costó su salida del estado de Coahuila por órdenes del gobernador en funciones, quien le dio 24 horas para que abandonara la entidad, acusándolo de comunista y peligroso. Afirma el historiador que el maestro Valdés García de León adoptó principios quijotescos en sus actividades, "principios que reniegan de la injusticia social. Los empresarios fueron los primeros en demandar su traslado a otra entidad".

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