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Gastón García Marinozzi, en busca de los lugares verdaderos

Para el autor los lugares no se pueden mostrar a través de redes sociales

Gastón García Marinozzi, en busca de los lugares verdaderos

Gastón García Marinozzi, en busca de los lugares verdaderos

SAÚL RODRÍGUEZ

“Mi reflexión es que los lugares verdaderos no están realmente en el mapa, no son públicos”, comenta el escritor y periodista argentino Gastón García Marinozzi, sobre la frase de Moby-Dick que da nombre a su última novela, Los lugares verdaderos (Alfaguara, 2022).

Para el autor, los lugares verdaderos no son tangibles. No pueden mostrarse tampoco a través de redes sociales. Los lugares verdaderos responden a algo íntimo, reservado en lo más profundo del alma y la memoria, como lo son aquellos momentos vividos por dos personas que algún día se amaron.

Durante 200 páginas, García Marinozzi narra el último día de la relación entre Pedro y Ana. Ambos personajes han tomado la decisión de separarse un 24 de diciembre, no hay vuelta atrás. Sin embargo, el recuento de lo vivido los ataca como una avanzada de infantería.

Al igual que las ballenas que mueren varadas en la playa, el amor agoniza en la entonación de una pregunta: ¿Cómo es que ha llegado esto hasta aquí? En una analogía similar, la relación que se evapora se asemeja a tener a una ballena en la sala de la casa: nadie sabe qué hacer con ella.

¿Qué hacer ante lo desconocido? Parece ser la banda sonora de esta historia. Los personajes intentan seguir con lo suyo, al tiempo que le dan vueltas a las cosas y le buscan forma a aquello que no la tiene, como si se tratara de moldear nubes en el cielo.

Se separarán, eso es inevitable, soltarán sus manos para seguir la vida en caminos distintos, revelarán el secreto ante el mundo y el mundo continuará su existencia sin inmutarse. El autor responde ante la pregunta que se hacen los personajes cuando todo termina: “¿Valió la pena?”. ¿Realmente valió la pena hacer este libro?

“Sí, sin duda, todos valen la pena. Cada gesto de la vida creo que vale la pena, así que no hay tiempo para lamentarse. Hay que ir adelante con honestidad y luego hacerse cargo de eso”.

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-La frase de Moby-Dick, en la cual se menciona la búsqueda de los lugares verdaderos, ¿qué significa para ti y cómo la relacionas con un rompimiento amoroso?

Esta frase de Moby-Dick: “Los lugares verdaderos no están en el mapa, nunca lo están”. He pensado mucho en ella, preguntándome entonces cuáles son los lugares verdaderos. Primero en Moby-Dick, que recorre medio mundo tras esa ballena, persiguiéndola, etcétera, etcétera. También me preguntaba por los nuestros y, por lo tanto, los de estos personajes. Mi reflexión es que los lugares verdaderos no están realmente en el mapa, no son públicos. Es decir, no están en Instagram, no están en la redes sociales, no están ahí para que los mostremos. Los lugares verdaderos están en esos momentos íntimos, ínfimos de cada uno de nosotros. Son eso que no se puede trasladar a lo público. Claro que son los que compartimos con las personas que amamos, con las personas que nos aman, con nuestras relaciones. Entonces, a partir de esa reflexión es que lleva el título la novela, pero también pensando en los lugares de los que se han amado y lo que se ama esta pareja, Pedro y Ana, que como sabes están en su último día de convivencia, que han decidido separarse y van a tomar cada uno su rumbo.

-Como mencionas, la novela narra una despedida, es un día completo. En una metáfora, con las figuras que empleas en el libro, ¿de qué manera está parado Pedro en esta playa de la despedida, donde el oleaje de la renuncia parece mojar sus pies en vaivén?

Sí, qué bonito lo que dices. Ese es el efecto del mar, por eso me interesaba que estuviera ubicada ahí esa ida y vuelta. En un momento, la novela habla que uno es agua de río y el otro es agua de mar. Esas diferencias entre ambas personalidades, hechas del mismo elemento, pero a la vez distintos componentes y distintas conductas. El ejemplo del agua del mar, que puede ser tantas cosas y absolutamente todo: el infinito, el destino, la frontera, el límite, pero también esa cosa que señalas de las olas, que van y vuelven todo el tiempo. Por el contrario, el río es esa agua que nunca se detiene, que siempre sigue. Nunca vamos a ver la misma agua en un río, porque siempre estará moviéndose, como decían los clásicos. Entonces, es como una especie de postura que tienen cada una de estas personalidades. No son muy diferentes, el río y el mar confluyen la mayoría de las veces, pero ahí están sus diferencias. Y para Pedro es, exactamente, un momento de duda constante. Aunque ambos ya han tomado la decisión, este mar que a veces les devuelve parte de su vida, de su pasado, hace que tenga que reflexionar, no intelectualmente, peor sí de una manera emocional.

-Existe una cuestión que se hacen tus personajes: “¿Cómo llegamos aquí?”. Al adentrarse en la novela, el lector hace esa misma pregunta: “¿Cómo llegaron aquí? ¿Qué hay detrás de ellos?”.

La novela está llena de huecos. Siguiendo el consejo de Hemingway, que ojalá uno pudiera llevar a cabo realmente, pero esa idea del iceberg es muy interesante. Y creo que la novela está conformada de eso, de mostrarnos simplemente algunas cosas de esta relación. No sabemos claramente por qué han decidido separarse. Hay algunas pistas, algunas cosas que nos dicen qué hubiera podido ocurrir, pero nosotros no lo sabemos a ciencia cierta. Hay como deseo total del creador, que el lector que recibe esta historia, pudiera completarla con su propia experiencia y lectura. Ya varia gente me ha dicho qué cree que ha pasado, pero bueno, me servía mucho ese formato de que todo sucediera en un solo día. Al contar el último día, después de la tormenta, la borrasca, es contar ese día siguiente a esos días terribles que, sin duda, los ha habido. Si yo me voy a contar semanas, meses, años atrás, tendría que haber contado otras cosas. Pero ya en el último día todo está más sosegado y esa es la atmósfera a la que quería llegar.

-Otra metáfora es la de la casa y las termitas, cómo la casa es un lugar que Ana y Pedro decidieron construir juntos. De repente, cuando todo está acabando, se percatan de que la casa está deteriorada, como la misma relación. Es muy extraño cómo el ser humano descuida su propio hábitat, en este caso, ambos también descuidaron su relación. ¿Por qué crees que pasa eso?

En el caso de los personajes, es muy llamativo, porque la propia casa ellos la diseñaron, la construyeron, ahí vivieron durante muchos años y la habían descuidado por completo. Sin duda, es la metáfora de la relación y, de pronto, un día se dan cuenta de que todo está por caerse encima de la cabeza. ¿Por qué pasa en las parejas? Bueno, cada pareja tendrá su explicación y su mundo, pero yo quiero pensar también que la escena de los amigos, la escena de la cena, refleja un poco lo que pueda pasar contemporáneamente. Pedro y Ana se guardan el secreto de que se están separando, para contarlo finalmente en la cena con los amigos. Para ellos es algo obviamente muy importante y cuando llegan allí a nadie le importa, cuentan esto y cada quien sigue en lo que estaba, en sus historias, en su rollo. A veces me da la sensación de que vivimos en un tiempo donde nadie escucha a nadie, nadie observa a nadie. Hay una expectativa por ser mirado, por ser deseado todo el tiempo, por parte de todos y eso nunca se acaba de cumplir porque el otro tiene una mirada insuficiente. Esa mirada insuficiente del otro, ni siquiera creo que sea decidida, pero me parece que hay una distorsión absoluta entre las expectativas que tiene uno y lo que puede dar el otro. Entonces, eso nunca se acaba de cumplir de manera que satisfaga a los dos.

-La figura de la ballena también es constante en la lectura. La analogía dicta que, adecuándome a tus palabras, cuando una relación termina es igual que tener una ballena en la sala: nadie sabe qué hacer con ella.

Exacto, por eso los obsesiona, por eso me gustaba tanto y hay un poco de humor al pensar qué hacer con el amor cuando se acaba y qué hacemos con todo esto. La ballena entra, la ballena de Moby-Dick o la ballena que cada uno cargamos en nuestras vidas y tenemos. Si nos ponemos a hurgar, cada uno va a encontrar la bestia blanca con la que estamos obsesionados o persiguiendo.

-¿Por qué decidiste que Pedro tuviera estas obsesiones por las ballenas, por el nado, que fuera esta promesa de atleta olímpico siempre relacionado con el agua?

Viene también de Moby-Dick, porque como decía de mis lecturas, en una de esas lecturas creo que Moby-Dick trata sobre la obsesión. El tema principal de Moby-Dick es sobre la obsesión, más allá de la ballena y más allá de todo, pero trata sobre eso. A veces me parece que trata sobre la venganza, a veces sobre la humanidad, pero bueno, no sé, mi idea es que trate sobre la obsesión. Entonces, la traspolo a la historia de Los lugares verdaderos, para convertirla en esa obsesión que mueve a la pareja. Necesitaba que este personaje estuviera íntimamente ligado al agua. Su padre es especialista en ballenas y él de niño tenía el cuarto con todas las ballenas dibujadas y pegadas en las paredes, y necesitaba también que él tuviera esa actividad de nadador, aparentemente frustrado. Luego entendemos que no, que él al final encuentra lo que quiere hacer con ese asunto, no le cuesta demasiado y se convierte en un coach realmente interesante, que logra que el otro Pedro, el niño Pedrito, haya logrado ser lo que fue también. Su hábitat natural debía ser el agua, por todo lo que permite la idea de agua, las metáforas de las que hablábamos antes, las alegorías. La situación vital dentro del agua parece ser más cierta, más arriesgada que la podemos tener en tierra. Es un poco absurdo lo que estoy diciendo, pero en la tierra la amenaza somos los humanos y en el agua, el desconocimiento es tal que puede ser todavía un punto increíble de descubrimiento, de riesgo y de verdades.

-Es como este desconocimiento en Ana y Pedro sobre ¿qué va a pasar cuando se separen? Porque también hay una escena donde tratan de buscarle formas a las nubes. Tratamos de dar con la forma de lo que no conocemos. ¿Qué te dice a ti esta búsqueda?

Me parece la desesperación del final, tiene que ver con esto, por eso también las listas. Las listas son muy importantes para ellos y, sobre todo, recordarlas ahora en este relato final, porque es una manera de ordenar el pasado. Para ellos, vuelven a esas listas, tratan de asirse de algo, están a punto de soltarse la mano, no saben cómo es el mundo adulto sin el otro, no saben cómo es el mundo adulto sin tener al otro al lado. Entonces, bueno, tratan de agarrarse de esas cosas, de la cotidianidad, de un café, de darse un beso, de ducharse, de cantar una canción… las cosas mínimas de la cotidianidad, los lugares verdaderos, realmente. La búsqueda es eso, tratar de agarrarlas simplemente para despedirse. No hay duda, en realidad, sobre la decisión que tomaron. Les está costando, porque es normal, es un duelo, pero ahí van juntos en el último instante.

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