El primer acercamiento que tuvo con los dinosaurios, fue con la película “Jurassic Park'' de Steven Spielberg, que le ponía su papá en la tele de la casa. (ÉRICK SOTOMAYOR)
Desde que Daniel Ramírez Ruíz tiene memoria, su imaginación y sus manos se han dedicado a la elaboración de una de sus más grandes aficiones: los dinosaurios.
Fotografías de su infancia, cuando apenas se enseñaba a dibujar con pincel o acuarelas, y a moldear con plastilina, muestran a estos animales prehistóricos como inspiración.
El primer acercamiento que tuvo con los dinosaurios, fue con la película “Jurassic Park'' de Steven Spielberg, que le ponía su papá en la tele de la casa y años más tarde en el cine con el largometraje de Disney, “Dinosaurio”.
“Esa vez que salimos de ahí, yo le dije a mi papá: ‘oye, pa’, yo me acuerdo que cuando estaba más chiquito me ponías una película de dinosaurios’ y él me dijo que sí, que de hecho había otra película, que era Jurassic Park 2, y me la compartió también. Y así duré mucho tiempo viendo las dos películas”, recuerda Daniel, quien luego en el 2001, después de haber visto el estreno de Jurassic Park 3 en el cine, tomó un cariño más grande por estos animales.
“Ya me gustaban mucho los dinosaurios, pero a partir de Jurassic Park 3, que la vi tan diferente en el cine, fue que me gustaron mucho más. A partir de ahí despertó todavía más mi amor por los dinosaurios y tenía apenas siete años”.
Esta afinidad por ellos iba acompañada de una frustración, la de ver en las películas dinosaurios diferentes a los artículos que adquiría, por lo que todos sus juguetes los modificaba tratando de que se vieran parecidos a los de las películas que veía.
Luego, tras el estreno de la última película de Jurassic World y la obtención de una licencia, Matell, la empresa estadounidense dedicada a la fabricación y distribución de juguetes, obtuvo una licencia para sacar al mercado piezas de dinosaurios, que Daniel decidió adquirir para después pintar él mismo: “Ahí fue cuando dije: ya están bien hechos, los voy a pintar”.
A partir de ahí, el lagunero creó una cuenta de Instagram llamada Jurassic Repaints, donde empezó mostrando un avance de su propio aprendizaje al momento de modificar estas figuras. La cuenta empezó a tener éxito y junto a su estudio de diseño industrial comenzó a hacer con otros materiales piezas más elaboradas, como su famoso Velociraptor, realizado principalmente con una técnica aprendida del programa infantil Art Attack y el dinosaurio más grande y completo de su autoría.
“Este animal lo hice entre cuatro y cinco meses porque lo hacía por ratitos. De repente me llegaba la inspiración y me ponía a trabajar y lo hice de este tamaño porque quería que fuera de tamaño real. A lo mejor mi dinosaurio favorito pudiera ser el T-Rex, pero éste en específico fue el que me causó mucha impresión en la tercera película, el verlo tan diferente a las primeras dos”, dice Daniel.
La creación desde cero de este Velociraptor vino acompañado de un momento sublime, la aceptación propia de su trabajo artístico.
“Me pasó algo bonito mientras lo hacía, porque me reconocí a mí mismo como artista. Siempre soy muy crítico por lo mismo de que pienso ‘que se vea igual al real’ y muchas veces, aunque esté muy padre el resultado, veo las partes que no me salieron. Entonces, mientras lo estaba haciendo tenía la película de Jurassic Park de fondo y cuando estaba pintando, sentía cómo mi mano sola iba fluyendo a lo que yo veía en mi cabeza, se sentía bonito que saliera así normal, de que ya toda la vida he estado haciendo dinosaurios y viera que todo estaba saliéndome muy normal. Y ya cuando lo vi terminado, me gustó y dije ‘ay, Daniel, me gustó lo que hiciste’. Me dije a mí mismo: ‘eres un artista”.
