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Cárteles Mexicanos

Cárteles mexicanos extienden sus redes en Latinoamérica

Han optado por una estrategia más práctica el forjar alianzas con los grupos locales

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EL UNIVERSAL

Los cárteles mexicanos de la droga han extendido sus redes en Latinoamérica. Sin embargo, en vez de tener células en otros países, han optado por una estrategia más práctica: forjar alianzas con los grupos locales. De este modo, ganan en invisibilidad y en rapidez.

En algunos casos, como en Colombia y en Venezuela, estas alianzas están más arraigadas y el negocio, de acuerdo con la investigación del Grupo de Diarios América, alcanza al aparato de seguridad y de gobierno. Los grupos con los que se vinculan tienen nombre y apellido: de las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, al Clan del Golfo, pasando por la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). En suelo venezolano, la liga es con el llamado Cártel de los Soles.

El Cártel de Sinaloa es el más poderoso y con más nexos en la región, seguido de cerca por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Las autoridades mexicanas advierten que se trata de las dos organizaciones criminales más importantes en el país, con carácter transnacional y cuyas redes se extienden no sólo a Centro y Sudamérica, sino a Europa y al interior de Estados Unidos, destino final de la mayor parte de la droga que se mueve desde Latinoamérica. Aun así, no hay una estrategia regional de lucha contra el fenómeno.

Para el experto en seguridad Ricardo Márquez Blas, el fortalecimiento de los grupos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación ha sido paralelo a su fortalecimiento al interior del país. "Notable su presencia y avance en Colombia, Ecuador y la región centroamericana, donde controlan en tráfico de drogas por tierra, mar y aire, en alianzas con las organizaciones locales", describió. "Por eso la preocupación de Estados Unidos en cuanto al fentanilo".

Con Colombia, negocio en toda forma

Colombia es el mayor productor de cocaína a nivel mundial. En el país, de acuerdo con datos de Naciones Unidas, a través del Sistema Integrado de Medición de Cultivos Ilícitos (SIMCI) 2020, se encuentran 143 mil hectáreas sembradas con matas de coca, lo que equivale a una producción anual de mil 180 toneladas de cocaína.

Los narcocultivos se concentran en cinco departamentos: Norte de Santander, Nariño, Putumayo, Cauca y Antioquia. En estas regiones se concentran las principales redes dedicadas a la producción de base de coca y clorhidrato de cocaína: el Clan del Golfo, las disidencias de las FARC y el ELN, además de pequeños grupos de narcotraficantes. Estos grupos compran la base o pasta de coca a los campesinos, y emisarios mexicanos compran a los colombianos.

Autoridades y residentes en Colombia señalan que no hay una presencia constante de miembros de cárteles mexicanos; más bien, de cuando en cuando se ven emisarios del Cártel de Sinaloa, del CJNG, de Los Zetas y del Cártel de Oaxaca para verificar la cantidad de droga pactada y la calidad.

Según la Policía Nacional, 75% de la cocaína que se produce en Colombia es vendida a los cárteles mexicanos. "Hay muy poca evidencia en Colombia de la presencia de capos mexicanos; envían emisarios... No ha habido capturas por parte de las autoridades", afirmó Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac).

"Uno escucha que los mexicanos vienen, sobre todo cuando alquilan los grilles o centros nocturnos porque las fiestas son bravas, traen hasta mujeres de Cali o Popayán", dijo un labriego de la región en Tumaco que prefirió no ser identificado. "Uno sabe cuándo están porque los mueven en las 4x4 y se ven los combos más armados, pero no más. Ellos son los que compran la coca", añadió el hombre de 34 años.

Venezuela y el pueblo de Sinaloa

En el caso de Venezuela, InSight Crime documentó en 2020 la presencia del Cártel de Sinaloa en el estado de Zulia. Según la organización, la presencia del narco mexicano ha crecido a tal punto que "existe un pueblo en el estado que ha sido rebautizado con el nombre de Sinaloa". Ganaderos, productores y lugareños son testigos de la llegada de mexicanos, que suelen estar de paso. Como en Colombia, se hacen notar con "lujosas camionetas último modelo, fiestas con narcocorridos de fondo, prostitución...".

La mayoría de pistas clandestinas que utilizan los cárteles mexicanos están ubicadas en este estado de Zulia, que limita con la región del Catatumbo en Colombia. El poder de los cárteles mexicanos es tan grande que el CJNG y Sinaloa enviaron "negociadores" para frenar los enfrentamientos entre las disidencias de las FARC y el ELN que les generaban pérdidas millonarias, al trabar el envío de cargamentos de drogas.

Mike Vigil, exdirector de Operaciones Internacionales de la agencias antidrogas (DEA) de Estados Unidos, destacó la alianza de los cárteles mexicanos en Venezuela con el Cártel de los Soles, que ha sido ligado al chavismo y que opera de forma cada vez más activa, controlando, dijo Vigil, "el movimiento de la cocaína a través de sus socios mexicanos".

De El Salvador, lecciones de violencia

La presencia de los cárteles mexicanos en El Salvador es más diversa: del Cártel de Sinaloa al Cártel del Golfo, La Familia Michoacana, Los Zetas y el CJNG, según información de la DEA. Estos grupos están activos en el país desde 2012, aunque no fue hasta 2018 y 2019 que se conocieron más detalles de sus operaciones. La presencia más reciente es la del CJNG.

En este país, los narcos mexicanos se aliaron con los jefes históricos de la Mara Salvatrucha (MS-13), que a pesar de estar en prisión, controlan a sus bases, diseminadas en células (clicas) a lo ancho del país. De acuerdo con una acusación en Estados Unidos contra 14 jefes históricos de la MS-13, éstos establecieron contacto con los cárteles ya mencionados para "obtener narcóticos y armas de fuego", así como para hacer negocios relacionados con "la trata y el contrabando de personas". Según investigaciones de la DEA, fue la Mara Salvatrucha la que en su momento adiestró a Los Zetas y a los hermanos Beltrán Leyva para ejercer extrema violencia.

Perú, negocios con el hijo de El Chapo

En Perú, las autoridades han detectado presencia del Cártel de Sinaloa desde hace 10 o 12 años. En especial, mantienen vínculos con traficantes del Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) y la región del Alto Huallaga, ambos en la selva peruana.

El fin del negocio es comprar la cocaína que se produce en el VRAEM, donde clanes familiares transforman la pasta base en clorhidrato de cocaína. Los traficantes mexicanos acopian la droga en ciudades ubicadas cerca de los puertos, como Piura, Trujillo y el Callao y la “siembran” en barcos con destino a Estados Unidos o Europa. En menos ocasiones usan avionetas que llevan la droga a Bolivia.

Argentina, narco y lavado

En 2008, un crimen triple de empresarios farmacéuticos dejó al descubierto el tráfico a gran escala desde Argentina para los cárteles mexicanos de las drogas, en especial para el de Sinaloa. En 2017 fueron confiscados casi 2 mil kilos de cocaína y fueron condenados tres mexicanos ligados al Cártel de Michoacán. Actualmente se tienen detectadas células de los cárteles mexicanos operando en el norte de Argentina (Salta-Jujuy), cerca de la frontera con Bolivia, país que es uno de los mayores proveedores regionales de cocaína, junto con Perú y Colombia.

Los mexicanos se alían con grupos locales. Trabajan en células para garantizar el mercado de la cocaína y el incipiente mercado de la heroína. Aportan conocimiento y recursos, más que actuar directamente en la logística de producción y distribución. Además del narcotráfico, también se dedican al lavado de dinero, con inversiones en distintos sectores productivos en Argentina, como el mercado inmobiliario.

"Argentina, desde hace décadas, no tiene un programa nacional de lucha contra el narcotráfico. Hay un trabajo reactivo que se vicia con la incautación de estupefacientes, fundamentalmente de marihuana, y ahí se estanca. No se toca la matriz subterránea de la criminalidad porque no hay investigación criminal rigurosa. Eso facilita la penetración de narcos mexicanos y de otras nacionalidades", advirtió la socióloga Laura Etcharren, especialista en narcotráfico.

Brasil, la alianza con el PCC

Los cárteles mexicanos se infiltraron también en Brasil, el gigante sudamericano. Investigaciones de la Policía Federal y de la Policía Civil de Sao Paulo han detectado la presencia de narcotraficantes del CJNG, de Sinaloa y de Juárez. Las pesquisas revelan que en los últimos 10 años, los narcos mexicanos han venido operando a través de acuerdos con el Primer Comando Capital (PCC), la mayor organización criminal no sólo de Brasil, sino de Sudamérica. 

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