Si algo me sorprende y admiro de los aficionados aztecas, es su gran capacidad de ilusión, esa que se renueva y toma más fuerza cada cuatro años, cuando la Selección Mexicana de Futbol logra clasificar a una Copa del Mundo, a pesar de que los resultados nunca son los esperados.
Siempre que se toca el tema hago hincapié en decir que el escritor Juan Villoro tiene mucha razón cuando dice que "el hincha mexicano hace que la pasión no dependa de los récords, sino de fantasía" y aún más al decir que "nuestro grito de guerra, '¡Sí se puede!', es un recordatorio de que los nuestros casi nunca han podido".
El Tri presume de ser uno de los combinados más constantes en justas mundialistas, registrando 17 asistencias y solo cinco ausencias, alguna más por temas administrativos que deportivos.
Además, suma ocho participaciones consecutivas tomando en cuenta que no ha faltado a ninguna edición desde Estados Unidos 1994; sin embargo, esto último no ha sido sinónimo de efectividad, pues es aquí donde se repite la misma historia: estancarse en octavos de final sin poder clasificar al famosísimo "quinto partido".
Para esta edición celebrada en Qatar (primera copa en Medio Oriente, por cierto), el panorama para los de Gerardo Martino no lucía prometedor, especialmente por el accionar del equipo en los últimos meses y una convocatoria que brilló por varias ausencias, siendo la principal, como ya se esperaba, la de su goleador histórico, Javier Hernández.
Algo ilógico para un equipo que suma casi 400 minutos sin anotar goles en Mundiales, justo desde aquel triunfo ante Corea del Sur en Rusia 2018."A Polonia le empatan, pierden contra Argentina y vencen a Arabia Saudita", me tocó escuchar en más de una ocasión por parte de los hinchas en referencia al Grupo C, donde México se instaló para pelear por un boleto a la siguiente ronda del Mundial de Qatar 2022.
Las primeras afirmaciones se cumplieron, pero la tercera se puso en duda luego de ver el arranque positivo de los apodados Halcones Verdes, que lograron un contundente triunfo ante la poderosa y favorita escuadra albiceleste.
Ante esto, el escenario nuevamente se vuelca en contra de México, que no tiene más que dos opciones: golear a Arabia (y lo digo sin sarcasmo), con marcador de cuatro tantos o más para lograr en automático su pase a la siguiente ronda; o depender del resultado entre argentinos y polacos.
Olvidémonos del quinto partido o del posible rival en octavos. Lo importante es avanzar de fase de grupos o, de lo contrario, nuestra Selección estaría dando un paso atrás.
Por lo pronto, como buenos aficionados nos queda prender la veladora, mantener viva la esperanza y decir una y otra vez "Sí se puede".
