No es algo que apareció con la llegada del COVID-19. (ARCHIVO)
El miedo, la desconfianza e incluso, el completo rechazo hacia las vacunas, no es algo que apareció con la llegada del COVID-19.
Según el historiador de la salud, Patrick Zylberman, “el rechazo a la vacunación es tan viejo como la vacunación misma”.
DOS SIGLOS DE AVANCES Y SOSPECHAS
La historia comenzó con unas pústulas sumamente contagiosas, la viruela se convirtió durante siglos un flagelo terrible. En 1796, al médico inglés Edward Jenner se le ocurrió inocular una forma del virus de la viruela benigna en un niño, con el objetivo de estimular su reacción inmunitaria. El proceso funcionó. Había nacido la “vacunación”.
En Reino Unido, la vacuna contra la viruela fue obligatoria a partir de 1853. Esta obligatoriedad generó una oposición virulenta. Quienes estaban en contra alegaban el “peligro” de inyectar productos procedentes de los animales, “motivos religiosos” o “atentado a las libertades individuales”.
A finales del siglo XIX, Louis Pasteur puso a punto una vacuna contra la rabia a partir de una cepa atenuada del virus. En 1885 se realizó una exitosa inyección a Joseph Meister, un niño al que le había mordido un perro sospechoso de tener rabia y también desconfianza. Pasteur fue acusado de querer enriquecerse con la fabricación de una “rabia de laboratorio”.