¿De dónde viene la reliquia lagunera?

De fondo el retumbar de los tambores, zancadas fuertes en el suelo de los danzantes, los carrizos chocando entre sí y generando un falso sonido de lluvia. Conforme avanza el baile, se hace más intenso el olor de la comida, de la carne de puerco en chile rojo y las sopas humeando en sus ollas, la fila de gente espera para obtener su porción de la ya tradicional "reliquia lagunera", una actividad heredada de generación en generación y que se hace más popular con el paso de los años.

Son escenas muy comunes desde días antes del 28 de octubre, fecha en la que se celebra el aniversario de San Judas Tadeo, discípulo y primo de Jesucristo, quien comparte nombre con quien lo traicionó, Judas Iscariote; pese a ello su popularidad no ha ido más que en aumento en la Comarca Lagunera, zona del país en la que se le destaca por ser patrono "de las causas difíciles y desesperadas".

El origen de la tradición de la reliquia lagunera tiene como punto inmediato el estado de Zacatecas. En el Siglo XIX los habitantes de regiones como Valparaíso, Nieves, Fresnillo y Río Grande dedicaban celebraciones con música y novenarios a figuras importantes de la fe católica, especialmente a la Virgen María y Santa Ana.

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En esos lugares el reparto de comida, específicamente de carne en salsas de chile con sus respectivas porciones de sopa, era ya conocida como "reliquia zacatecana" y era popular entre quienes daban algún agradecimiento por favores recibidos o en los aniversarios de las figuras religiosas predilectas.

ARRIBO DE PERSONAS

Con la llegada de la Guerra Cristera en 1926 se produjo un éxodo de familias de estados del centro del país hacia las entidades del norte, muchos católicos que tenían arraigada su práctica de la reliquia llegaron a Coahuila y Durango en su zona de la Comarca Lagunera, como parte de su arraigo familiar y religioso mantuvieron dicha práctica con el paso de los años.

Con el tiempo, las celebraciones se fueron diversificando en torno a otras figuras religiosas, especialmente a la Virgen de Guadalupe los días previos y posteriores al 12 de diciembre; se fue popularizando la integración de las danzas con matachines y finalmente se afianzó en el imaginario social la práctica de una reliquia "lagunera" como tal.

EL SANTO PATRONO DE LAS CAUSAS SIN REMEDIO

El cronista de la ciudad de Torreón hasta 2017, Sergio Corona (f), comentó en 2012 para El Siglo de Torreón que la popularidad de San Judas Tadeo y el ofrecimiento de reliquias en su nombre se pudo registrar con mayor intensidad entre la década correspondiente de 1980 y hasta 1995, luego de que en el país se vivieran crisis económicas y sociales que generaron en las familias católicas la necesidad de un intercesor para salir de complicaciones personales.

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Fue creciendo así la imagen de San Judas Tadeo, quien se fue haciendo cada vez más popular ante el registro de "favores recibidos" y pese a que la Iglesia Católica no lo reconoce oficialmente como el "santo patrono de las causas difíciles", otros fieles lo celebran también bajo el mote de "santo patrono de las causas sin remedio o desesperadas".

"Uno de los rasgos que parecen caracterizar a la Región Lagunera es la llamada 'Reliquia', evento social de carácter popular que involucra aspectos filantrópicos, religiosos y gastronómicos" señaló en 2006 el propio historiador Sergio Corona.

GENEROSIDAD CON GENEROSIDAD

Precisamente el aspecto filantrópico ha generado una mayor popularidad en la práctica de las reliquias, toda vez que literalmente cualquier persona puede acercarse al lugar de entrega de alimento, pedir un plato, o bien, llevar un recipiente y recibir una ración. No es necesario conocer a quienes la organizan o siquiera identificarse como practicante de la fe católica, la reliquia es libre, es gratuita y no tiene otro propósito que llenar el estómago de quien la recibe, es el pago del favor recibido, generosidad con generosidad.

Respecto a la reliquia como alimento se tienen diversas hipótesis de origen, como fórmula infalible y tradicional se debe preparar una cantidad mayoritaria de carne de puerco en salsa de chile roja, misma que aporta un alto contenido calórico y de sabor; de la misma forma se preparan siete tipos de sopa y que remontan a los siete pecados capitales.

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Algunas fuentes sitúan ese tipo de alimentos a un supuesto gusto por la carne de puerco de Francisco Villa, líder revolucionario de la División del Norte, luego de una petición realizada en alguna celebración religiosa en Zacatecas; otras fuentes más remontan la carne de puerco y las siete sopas aún más atrás en el tiempo y lo encuadran en la disponibilidad entre la clase popular de la carne animal que se tenía en diversos poblados de Zacatecas.

Si se retrocede todavía más en el tiempo, se encuentran vestigios de reparto de alimentos en medio de celebraciones religiosas hasta el Siglo XVI, cuando grupos de Jesuitas llamaban a los pobladores locales a participar en actos de la fe católica bajo la condición de entrega de comida, de esta forma los nativos de cada lugar tomaban aprecio y se acostumbraban a ser parte de las celebraciones católicas.

No obstante, México no es el único país del mundo en el que se siguen ofreciendo alimentos en contextos de favores recibidos de figuras religiosas, destacan por ejemplo los ofrecimientos de comida en altares de la fe hindú y para deidades como Krishna, Ganesh, entre otros, quienes en sus altares familiares reciben constantemente alimentos de toda clase.

Le siguen además disciplinas como el budismo en la que monjes reciben alimentos de personas que profesan esa creencia, agradecen los favores recibidos en su intercesión espiritual o un reconocimiento no obligatorio por la guía que se les brinda en su camino a la iluminación.

De esta forma los ejemplos se extienden con el paso de los siglos y como parte inherente de la religiosidad, del agradecimiento por formar parte de la trascendencia y que aterriza en el plano personal.