Muchos creemos que los eventos inesperados que nos conmocionan crean condiciones fértiles para que se produzcan grandes cambios en nuestra vida laboral y personal motivándonos a reflexionar acerca de nuestros deseos y prioridades. Eso ha pasado en esta pandemia. Hace poco más de un año, en una encuesta en línea, se les preguntó a las personas entrevistadas cómo les había afectado la pandemia en sus planes de vida y carrera, el 49% respondió “Me ha dado tiempo para descansar y pensar”.
Descansar y pensar es un buen comienzo para los cambios, pero solamente pensar está muy lejos de ser suficiente. Muy raras veces pensamos específicamente en una nueva forma de actuar, en realidad, actuamos de acuerdo con nuevas formas de pensar y de ser.
Efectivamente, los eventos disruptivos de nuestras rutinas habituales tienen el potencial de catalizar cambios reales en nosotros. Nos dan la oportunidad de experimentar nuevas actividades y de crear y renovar conexiones; incluso en nuestro “tiempo improductivo” que gastamos en nuestros días laborales, llevamos a cabo “trabajo interno” haciéndonos a nosotros mismos preguntas existenciales, recordando lo que nos hace felices, afianzando la fuerza para tomar decisiones difíciles, consolidando nuestra autoestima y muchas otras cosas en las que pocas veces reflexionamos.
En los doce meses pasados ha sucedido lo suficiente para hacer que muchos de nosotros sepamos lo que ya no queremos más en nuestra vida. Pero este es el problema: Muchas alternativas aparentes y factibles se tienen que materializar y mientras no las llevemos a cabo es como estar en el limbo, entre lo viejo y, lo nuevo. Y ahora, aun con restricciones por el COVID y con un regreso inminente al trabajo en la oficina, enfrentamos un peligro igual de real: sumergirnos de regreso en el trabajo que teníamos y volver a la forma en que actuábamos y pensábamos, aunque no estemos conformes con ello. ¿Cómo pueden evitar eso quienes quieren hacer una transición en su carrera y en su vida? ¿Cómo podemos progresar en nosotros mismos, hacia nuestras metas, construyendo en base a lo que hemos aprendido en los últimos doce meses?
Las investigaciones indican que somos más propensos a lograr cambios importantes que perduren, cuando nos comprometemos a seguir tres pasos de un ciclo de transición enfocándonos en: separación, liminalidad -estar en el umbral entre una cosa que se ha ido y otra que está por llegar-, y reintegración.
Los beneficios de la separación. Cuando alguien se muda a otra ciudad, por ejemplo, la mudanza puede facilitar cambios cuando las personas se cambian a un lugar diferente y tienen más oportunidades de actuar y ser diferentes. ¿Por qué? Por lo que se conoce como “discontinuidad de hábito”. Somos más maleables cuando nos separamos de las personas y los lugares que nos hacen permanecer con viejos hábitos y comportamientos que nos gustaría cambiar.
Los cambios siempre empiezan con la separación. Incluso lo que se conoce como lavado de cerebro, el adoctrinamiento terrorista y la rehabilitación de quienes abusan en el consumo de drogas, se inician con la separación de lo que se conoce con anterioridad. La separación dinámica es la explicación a los cambios de los jóvenes al mudarse fuera de casa para ir a la universidad.
Liminalidad. Si una persona ha estado veinte años haciendo lo mismo en su carrera, sucesos como la pandemia pueden hacer que esa persona piense en explorar nuevas posibilidades de trabajo. Estos interludios de liminalidad pueden mover a la persona a explorar trabajos diferentes, con diferentes personas y llevarla a cultivar nuevo conocimiento, nuevas habilidades y a explorar nuevos recursos y nuevas relaciones.
Reintegración. Tiempo para un nuevo comienzo. En las investigaciones de los efectos de la pandemia entre los ejecutivos, muchos de ellos expresaron que no quieren regresar a los frenéticos viajes de negocios y a las largas horas de trabajo en la oficina alejados de su familia y sus amigos. Sin embargo, les preocupa que tendrán que hacerlo. Y tienen razón en preocuparse, el más típico patrón de comportamiento, después de recibir una llamada de atención con una crisis como la pandemia, regresa a la “normalidad” una vez que todo vuelve a ser como antes.
Nuestra habilidad para tomar ventaja de la discontinuidad de los hábitos depende de lo que nosotros mismos hacemos en el reducido margen de oportunidades que se abren después de cambios motivados por crisis.
Los ambientes de trabajo híbridos que experimentarán muchas empresas representan una posible nueva ventana de oportunidades para mucha gente que quiere hacer cambios en su carrera. Si usted es una de esas personas, depende de usted decidir aprovechar esta pandemia para hacer cambios reales en su vida y carrera o, en vez de ello, regresar a su trabajo de antes haciendo lo mismo, como si nada hubiera ocurrido. Solo de usted depende.
Fuente: Harvard Business Review. Herminia Ibarra, profesora de Comportamiento Organizacional en la Escuela de Negocios de Londres. www.degerencia.com/jmgc