
Hace 111 años la ciudad era testigo del nacimiento del movimiento revolucionario. (México en Fotos)
La Revolución Mexicana fue un evento que no solo cambió la dinámica política, social y cultural del país, sino que tuvo un impacto drástico en la Comarca Lagunera, específicamente en Torreón. En aquella época era menos accesible documentar demanera gráfica lo más trascendente, pero hay testimonios y textos que dan cuenta de lo que se vivió antes, durante y después del estallido de la Revolución Mexicana en Torreón, lugar que fue escenario de una lucha ideológica y en la que se gestó una de las mayores masacres derivadas de la lucha revolucionaria, la matanza de los chinos en 1911.
Elevada al rango de ciudad en 1907, Torreón era una de las urbes de mayor crecimiento y proyección al futuro de la época porfiriana, los gobiernos estatal y municipales contaban con el total respaldo y atención de la capital del país y del grupo de conservadores que estaban en los diversos puestos clave del poder, especialmente en los ámbitos político y militar.
No obstante, en México se fraguaban ya diversos levantamientos debido a reclamos de igualdad social, justicia laboral y alternancia política, mismos que eran apaciguados generalmente de forma violenta y efectiva por el régimen de Porfirio Díaz, él mismo no calculó que reclamos como los de Cananea y Río Blanco, Sonora, en 1907, serían el inicio de una serie de acontecimientos que jugarían en contra de su gobierno y darían paso a la Revolución Mexicana.
El primero en entender la importancia de enarbolar un frente amplio opositor, aprovechando toda clase de reclamos de justicia y
on el fin último de la alternancia política, fue Francisco I. Madero, quien desde 1904 había comenzado su actividad política.
Para el año de 1906 en Torreón se habían fundado ya algunos clubes liberales y que eran motivados principalmente por simpatizantes de los hermanos Flores Magón, en los mismos figuraban ciudadanos prominentes como Orestes Pereyra, Feliciano Orozco o Prisciliano Silva, quienes sesionaban de forma privada y anticipaban levantamientos contra las fuerzas oficiales.
La clase política conservadora, así como los empresarios nacionales y extranjeros en Torreón, pronto comenzaron a notar la amenaza que representaba el tener ese tipo de agrupaciones cada vez más visibles en el ámbito político, de forma que en 1908 se generaron guardias civiles para apaciguar cualquier posible levantamiento social, la tensión entre clases de la ciudad estaba en una escalada que años después acabaría en tragedia.
En julio de ese año el gobierno local detuvo a una parte de aquellos incitadores, se arrestaron a Orestes Pereyra, Enrique Adame, Francisco Mena, entre otros, se les acusó de ser agentes del Partido Liberal Mexicano y conspiradores en favor de los hermanos Flores Magón. Sin embargo era tarde, la llama de la no reelección estaba encendida y cada vez eran más los ciudadanos dispuestos a secundar la causa disidente, Madero lo entendió e inició una gira por las principales ciudades, ahí daba a conocer su proyecto político y enfatizaba todos los vicios del gobierno de Díaz y la clase conservadora.
Algunos testimonios señalan que el 4 de julio de 1909 se realizó en Torreón una manifestación en favor de Díaz y el sostenimiento del régimen como tal, pese a que se congregaron a unos 8 mil ciudadanos también se tuvieron movilizaciones en el sentido contrario; justamente al día siguiente se llevó a cabo un mitin contra las intenciones reeleccionistas de Díaz, fue encabezado por el liberal Jesús Urueta, quien en su intervención lanzó arengas para que el pueblo se involucrara en la política y las próximas elecciones presidenciales, el candidato opositor tenía un rostro claro, el de Madero.
Precisamente Madero llegó con su gira política a Torreón entre el 23 y 26 de julio, entre las clases media y baja se desataron apoyos en su favor y bajo la clara consigna de la alternancia, misma que prometía además la posibilidad de resolver los problemas sociales que aquejaban al país desde hace décadas. Curiosamente meses más tarde, el 12 de octubre, pasó por Torreón y en viaje de ferrocarril el presidente Díaz, se dirigía a una entrevista con su homólogo estadounidense Edward S. Taft, se detalla en testimonios que al menos 10 mil personas lo esperaban en la estación para obtener algún gesto que apaciguara la tensión social, el presidente nunca bajó de su vagón, ni siquiera se asomó para saludar, hecho que fue mal visto entre los sectores indecisos.
Ese año se cerró entre persecuciones oficiales a los disidentes liberales y el crecimiento de la causa maderista, el estallido iba a darse de alguna forma, pero aún no se tenía claro la forma en la que iba a ocurrir. Para febrero de 1910 había en Torreón nuevo alcalde, Leopoldo Escobar, un porfirista conservador declarado que sabía del ánimo liberal y maderista en la ciudad, desde el inicio de su administración apoyo en la ubicación y detención de quienes conspiraban en contra del régimen, en medio de la tensión desarrolló su labor hasta que llegó el momento de celebrar las fiestas del centenario de la independencia.
Recién se había inaugurado el Casino de la Laguna en la avenida Juárez, justo frente a la entonces llamada Plaza 2 de Abril (ahora de Armas), el gobierno municipal determinó realizar en el recinto el acto del grito de independencia, como en años anteriores se llamó a los habitantes de la ciudad a reunirse frente al balcón y celebrar los primeros cien años como patria independiente.
El acto rápidamente se desvirtuó al tenerse entre los asistentes a promotores del maderismo y que incitaron a gritar consignas contra Díaz, testimonios como el de Eduardo Guerra dan cuenta que luego de los vivas del presidente Escobar: “¡Viva México!”, “¡Viva la Independencia!”, le siguieron gritos de la multitud de “¡Viva Madero!”, “¡Abajo la dictadura!”. Lo anterior no solamente hizo pasar bochornos y un gran enfado al alcalde, sino que derivó en un presagio aún más grave del efecto de lo que iba a ocurrir en Torreón meses más tarde. La misma multitud que gritaba vivas a madero luego comenzó a gritar consignas más oscuras:
“¡Mueran los chinos!”. La comunidad china en Torreón era para la época la de mayor empuje y gozaba de gran éxito debido a su disciplina financiera y cultural, pasaron de ser agricultores incipientes a levantar bancos, invertir en obras de infraestructura y abrir negocios de manera generalizada. No obstante, solían tomar distancia con la población local, no empleaban regularmente a mexicanos en sus negocios y había prejuicios culturales en su contra, se les acusaba de ser ateos, sucios y otras situaciones que solo reflejaban la xenofobia e ignorancia local.
Las clases baja y media, que simpatizaban con la causa revolucionaria y maderista, tenían además la idea de que eran favorecidos casi ilegalmente por el gobierno de Díaz, lo que los hacía el blanco ideal de críticas y señalamientos, algunos autores como Juan Puig nombran esto de una manera muy clara: había envidia. El caldero de conflictos políticos e ideológicos siguió llenándose en los siguientes días, con el Plan de San Luis de Madero se sabía que el 20 de noviembre estallarían los conflictos armados en el país y con el objetivo de luchar contra la reelección de Díaz, en Torreón se intensificó la vigilancia de toda clase, se montaron guardias y se ordenaron diligencias para sofocar cualquier levantamiento de los simpatizantes de Madero.
Pese a los pronósticos nada ocurrió durante el estallido de la Revolución Mexicana, un peor suceso habría de manchar a los torreonenses un año más tarde, en mayo de 1911 el odio, racismo y resentimiento social se materializaron en la matanza de 303 ciudadanos, sin sentido y sin relación con la toma revolucionaria, la sangre corrió por las calles de la zona Centro.