El viajero llega a Segovia.
En esa antigua ciudad quedó el recuerdo de la estrella que algunas noches brilla sólo para él.
Las piedras del acueducto le hablan de la eternidad, y el alcázar que a lo lejos se contempla le dice cosas acerca de lo pronto que pasan y se olvidan los odios que dividen a los hombres.
Llegan a él memorias de poemas no olvidados: "Se han posado las cigüeñas en los altos campanarios.".
Quiere el viajero degustar el clásico lechón de Cándido, pero acude al famoso restorán cuando ya es la hora del cierre. Le dice al que va a cerrar la puerta:
-Vengo desde México.
Adentro se oye la voz del famoso guisandero:
-Si el señor es mexicano, que pase.
Lo mejor de los viajes, asegura el dicho, es el regreso. Lo sabe este viajero que ahora viaja alrededor de su cuarto como Xavier de Maistre. Regresa al interior de sí mismo y encuentra esas evocaciones segovianas, memorias de cosas idas que no se irán jamás.
¡Hasta mañana!...