El Padre Soárez platicaba con el Cristo de su iglesia. El Señor le dijo:
-Te noto preocupado, Soárez. ¿Qué te pasa?
Respondió él:
-Debo pedirte perdón. Esta mañana le dije una palabra dura a uno de mis feligreses, que no merecía ese maltrato. Perdóname, Señor.
-Hijo -le contestó Jesús-. En el amor soy el primero, pero en el perdón soy el segundo. Antes de pedirme perdón a mí ve y pídelo a tu hermano, a aquel al que ofendiste. Una vez que él te perdone yo te perdonaré también.
Adujo el padre Soárez:
-Cuesta mucho trabajo pedirle perdón a nuestro prójimo, Señor. Es más fácil pedírtelo a ti.
-Lo entiendo -admitió Jesús-. Es que yo perdono siempre. Pero si no te perdona tu hermano mi perdón no estará completo.
El padre Soárez entendió lo que le decía el Cristo: que el Señor es el primero en amar, pero el segundo en perdonar.
¡Hasta mañana!...