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Las palabras tienen palabra

Las palabras tienen palabra

Por ser más inocentes

Juan Recaredo

De nuevo en el día de los Santos Inocentes los bromistas aprovechan para descargar sus deseos de gastar bromas, algunas de mal gusto. Francamente, a como están las cosas, como que las bromas serán menos creíbles que lo real, porque ya para estas alturas pocas cosas pueden sorprendernos.

Sobre la inocencia, por alguna razón que no comprendo del todo, consideramos a aquella persona inocente como alguien un poco bobo, al que "hacen menso" fácilmente porque se le puede engañar sin mucho esfuerzo. ¿Es este un defecto? En el diccionario encontramos ese significado, entre otros: el inocente es el que no tiene malicia, y eso lo vemos como una característica inaceptable en nuestros días. ¿De verdad será tan malo ser inocente?

La palabra "inocente" viene del latín innocentis, que se compone de in-, que es negación, y nocere que es lo que hace daño, que es nocivo. El inocente es, entonces "el que no hace daño".

Y eso es precisamente lo que deberíamos de buscar: no hacernos daño. Porque hay muchas maneras de perjudicarnos: a través de las absurdas críticas, las discusiones sin fundamento, el incumplimiento de nuestras responsabilidades… ¡uy, no acabaría nunca de nombrar formas que usamos para dañarnos entre nosotros mismos!

Por eso digo que hay que ser inocentes, pero no con el fin de negar nuestras culpas -porque todos cometemos errores- sino con el propósito de enfocarnos en cambiar las malas actitudes por otras que nos hagan bien, que nos ayuden a todos y que, acaso pensando inocentemente, sirvan de base para construir una mejor vida para las personas.

"Es que es muy inocente pensar así porque nunca falta el que busca la manera de fregarte la vida…" y ante este argumento, yo le digo: ¡Estoy de acuerdo! Y eso es precisamente lo que recomiendo al ser inocente. No se trata de negar esa maldad -que ya sabemos que existe en mucha gente- y convertirse en un blanco fácil, sino de contrarrestar esa malicia con la inocencia de quien piensa que las buenas acciones harán la diferencia. Necesitamos esa inocente esperanza, y la necesitamos en calidad de urgente.

Aceptemos que todos quisiéramos volver a esa inocencia que teníamos cuando éramos niños y niñas… ¿y por qué no podemos volver a ella? Yo creo que sí, porque nacimos naturalmente con esa inocencia y, con un poco de reflexión y conciencia, podemos reconectarnos con ella, aunque sea un poco.

No nos caería nada mal.

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios.

ME PREGUNTA:

Rocío Maldonado: ¿Se debe escribir "inocuo" así o con doble ene: "innocuo"?

LE RESPONDO:

Las dos formas, inocuo e innocuo, son correctas y aceptadas por la Real Academia Española. Lo inocuo es lo que no hace daño.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:

En el Día de los Inocentes me pesé y la báscula me dice que aumenté diez kilos. ¡Maldita báscula! Casi caigo en tu broma.

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