El partido de ida finalizó con empate a un tanto. (ARCHIVO)
El desenlace de la eliminatoria ante un emergente Napoli marcará con fuego al Barcelona de Quique Setién, que se la juega a todos los niveles, desde el futuro del técnico, al prestigio de la plantilla o la credibilidad de una junta directiva que está en el centro de la diana.
Nadie se engaña en Barcelona. Caer ante el Napoli sería un fracaso en toda la regla, a la altura de los cosechados en Roma o en Liverpool, pero esta vez en el silencio del Camp Nou, en un partido que tendría que darle el pasaporte a la fase final a los azulgrana.
Sin la Liga, sin la Copa, el Barça se aferra a la Champions, la competición que se disputará a cuatro partidos, cuatro victorias para levantar el título, aunque el primer paso tiene que ser hoy ante los napolitanos.
Los focos señalan a Setién, discutido desde su llegada al club, cuestionado por la plantilla, incluso por Leo Messi en público; unas diferencias que luego se suavizaron después de una reunión entre los dos y que se escenificaron en el campo con la goleada final en Vitoria ante el Alavés.
Pero también la plantilla está en entredicho. Ha dejado escapar la Liga con actuaciones cuestionables, un fútbol nada convincente y muy irregular.
El Nápoles del mexicano Hirving Lozano, con Lorenzo Insigne incluido en la lista, encara la visita al Camp Nou como el partido de su vida, pues una hazaña le permitiría alcanzar por primera vez en su historia un cuarto de final de la Liga de Campeones, tras fallar sus primeras dos oportunidades.
Fue eliminado en 2012 por el Chelsea, cuando fue remontado en Stamford Bridge pese al triunfo 3-1 de la ida, y en 2017, cuando el Real Madrid le doblegó 3-1 tanto en el Bernabéu como en el San Paolo.