Miles de matrimonios fracasados aguardan desde hace años a que Filipinas apruebe una ley de divorcio - el único país del mundo donde no está reconocido legalmente-, condenados a permanecer unidos, infelices y frustrados, hasta que la muerte los separe.
La situación es especialmente difícil para parejas atrapadas en relaciones tóxicas y víctimas de maltrato dentro del matrimonio, un problema que afecta a una de cada cuatro mujeres en Filipinas, según estadísticas oficiales de 2018.
Una de ellas es Melody Alan, de 46 años, que soportó durante 14 años los constantes golpes y vejaciones de un marido alcohólico y drogadicto, que nunca aportó económicamente a la familia, con cuatro hijos en común.