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Rosalind Franklin, cumpliendo etapas para ir a buscar vida en Marte

El robot de exploración Rosalind Franklin sigue cumpliendo etapas para poder buscar indicios de vida en el planeta rojo. (ARCHIVO)

El robot de exploración Rosalind Franklin sigue cumpliendo etapas para poder buscar indicios de vida en el planeta rojo. (ARCHIVO)

EFE

Aunque no será enviado a Marte hasta 2021, el robot de exploración Rosalind Franklin sigue cumpliendo etapas para poder buscar indicios de vida en el planeta rojo y ahora tres de sus instrumentos principales ya están siendo ensamblados en Italia.

Este rover forma parte del programa ExoMars, una misión espacial conjunta de la Agencia Espacial Europea (ESA) y Roscosmos (agencia rusa) que se desarrolla en dos fases.

La primera la lleva a cabo la sonda TGO que desde octubre de 2016 orbita el planeta rojo analizando el metano y los gases de la atmósfera marciana, que se complementaba con el módulo Schiaparelli, que se estrelló al intentar amartizar.

La segunda parte de la misión está encomendada a este Rosalind Franklin, bautizado en honor a la científica británica que descubrió la estructura de doble hélice del ADN (o "molécula de la vida"), un hallazgo que en 1962 le valió el Nobel de Fisiología a tres hombres, pero no a ella.

Mientras se ensamblan los nuevos componentes en el Rosalind, su "hermano gemelo", un rover igual al original que se emplea para hacer pruebas, se acaba de ejercitar en el árido desierto chileno de Atacama, simulando la operaciones clave que tendrá que realizar en Marte.

Rosalind Franklin llegará a Marte para buscar indicios de vida y contará para ello con tres instrumentos esenciales: el MicrOmega, el MOMA y el Raman que, con distintas técnicas y las mismas muestras, buscarán biomarcadores de moléculas con agua o que hayan estado en contacto con ella.

El espectrómetro Raman, de fabricación española, está diseñado para buscar "procesos geoquímicos promovidos por la presencia de agua, caracterizar las fases minerales producidas en procesos relacionados con este líquido, e identificar algún componente biológico o resto de indicador de vida".

Así lo detalla a Efe el investigador de la Universidad de Valladolid (norte de españa) Fernando Rull, uno de los mayores expertos mundiales en la técnica espectroscópica Raman.

Para ello, el robot cuenta con un taladro que perforará hasta dos metros por debajo de la superficie marciana -donde no llega la radiación solar del planeta- para obtener muestras.

Los otros dos instrumentos, de análisis científico, son el francés MicrOmega, un microscopio hiperespectral, y el MOMA (Mars Organics Molecule Analyser), un espectrómetro de masas que hará el estudio de biomarcadores volátiles, desarrollado por Alemania con una importante contribución estadounidense.

Todos ellos están siendo ensamblados con el resto de instrumentos en las instalaciones del contratista de la ESA, Thales Alenia Space, en Turín (Italia).

Cuando la estructura principal esté finalizada (cumpliendo los requisitos de limpieza biológica extrema), el cuerpo del rover se enviará a Reino Unido, a la sede de Airbus Astrium, donde se acoplará a las ruedas y al resto del esqueleto.

Si todo va bien, el rover será lanzado en 2021 y amartizará en la región Oxia Planum, una zona situada al norte del ecuador que tiene depósitos sedimentarios gruesos y arcillosos, lo que ofrece más márgenes de seguridad para el aterrizaje y la movilidad del vehículo.

Para que cuando Rosalind Franklin llegue a Marte pueda desarrollar su misión de la manera más segura posible, estos días todas las miradas se han puesto en el desierto de Atacama, el lugar de la Tierra más parecido al planeta rojo.

A comienzos de mes terminó allí su entrenamiento el gemelo de Rosalind, que fue capaz de conducir desde su plataforma de aterrizaje hasta diversos sitios de interés para tomar ejemplares de rocas.

El director de exploración robótica y humana de la ESA, David Parker, señaló que estas pruebas les ayudan "a preparar al verdadero rover Rosalind Franklin para el desafío de una operación segura".

El equipo, compuesto por científicos e ingenieros, simularon todos los retos de una misión real en el planeta rojo, como el retraso de las comunicaciones, las condiciones meteorológicas y los estrictos plazos con que se trabaja.

Todo el entrenamiento estuvo dirigido desde Reino Unido a más de 11,000 kilómetros de Atacama, una distancia que se antoja diminuta si se compara con los 250 millones que separarán a Rosalind de su centro de control terrestre.

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