En la primera parte de esta entrega me referí al concepto de impuesto verde, en la segunda establecí cinco pasos metodológicos para su diseño y aplicación. En la presente, se planteará un método propuesto por la economía ambiental para identificar la disposición a pagar un impuesto verde por los ciudadanos.
En política pública, la toma de decisiones debe ir acompañada de la información apropiada como forma de prever el nivel de aceptación que tendrá entre la población la puesta en práctica de una determina acción gubernamental. Sí en todas las decisiones trascendentes debe esto ser una regla, lo es aún más cuando se trata de medidas de índole fiscal que directamente afectarán el ingreso de las personas.
Siendo los impuestos verdes poco conocidos en el universo de la política fiscal prevaleciente en México, cualquier intento por llevarlos a la práctica, requiere de un mayor conocimiento previo del contexto social en que se pretenden instaurar.
El método de valoración contingente es precisamente una muy buena herramienta de investigación, que nos acerca a sentir el pulso ciudadano respecto a los problemas ambientales que más le interesan y sobre todo, qué tanto estarían dispuestos a aceptar un impuesto que buscara la solución de ese problema ambiental detectado. La valoración contingente como todos los instrumentos demoscópicos, tiene sus limitaciones, pero a pesar de ello, hoy es habitual su uso en Europa y Estados Unidos.
“La utilidad del método es muy variada. Va desde la administración nacional o municipal que necesita evaluar las iniciativas que propone, hasta las organizaciones preocupadas por el medio ambiente que desean saber el valor social del patrimonio natural o los tribunales que deben imponer sanciones económicas a quienes causen daño a bienes colectivos” (Riera, 1994:5).
Como señalé en la primera parte de esta entrega, en la economía clásica el medio ambiente per se no tiene un referente de precios de mercado, a lo sumo, algunos de los bienes naturales, como el bosque o el ecosistema marino llegan a tener uno, pero siempre relacionado al uso comercial de la madera o las pesquerías, respectivamente, rara vez en cuanto al servicio ambiental que proporcionan cada uno de ellos. Así, el método de valoración contingente busca crear un mercado de precios hipotético sobre aquel bien natural o problema de contaminación que se consideran prioritarios. “Se trata de simular un mercado mediante encuesta a los consumidores potenciales. Se les pregunta por la máxima cantidad de dinero que pagarían por el bien si tuvieran que comprarlo, como lo hacen con los demás bienes. De ahí se deduce el valor que para el consumidor medio tiene el bien en cuestión” (Idem).
Llevar a cabo un ejercicio de valoración contingente para la elaboración de una política pública requiere:
•interés de la autoridad más alta,
•preparación conceptual,
•información estadística suficiente,
• recursos financieros de acuerdo a la profundidad del estudio,
• oportunidad, y
•tiempo necesario.
Todos estos son elementos sine qua non para realizar una investigación científica que se aparte de cualquier sesgo y que realmente contribuya a la toma de decisiones en favor del bien común y en el caso de los impuestos verdes, del medio ambiente.
Cuando se habla de las “decisiones dolorosas, pero necesarias”, suponemos que éstas están basadas en un análisis técnico, que toma en cuenta además de las características propias del hecho en el que se quiere influir, el contexto social en el cual se van a aplicar tales medidas. La ciencia es la mejor aliada de las decisiones políticas. No usarla en momentos clave de decisiones relevantes, puede llevar al fracaso la medida que se impulsa, ocasionar la desaprobación y malestar social, y eventualmente al debilitamiento del margen de maniobra política de la autoridad.
Habiendo recorrido distintas etapas que presenta la puesta en práctica de un impuesto verde, llegamos en esta entrega a la etapa final del proceso, la cual consiste en realizar un examen evaluatorio acerca de los resultados obtenidos a partir de la entrada en vigor de la medida fiscal verde. La evaluación de una política es un aspecto fundamental, al menos por dos razones:
•Permite comparar objetivamente los resultados alcanzados contra los objetivos que se plantearon.
•Sirve de base para mejorar la planeación de nuevas acciones que se pretenden emprender.
Resulta paradójico que en el llamado proceso administrativo (Chiavennato, 2012) que incluye la planeación, gestión, control y evaluación, las partes más débiles son precisamente los extremos, es decir la planeación y la evaluación, siendo que, al llevarse a cabo correctamente ambos aspectos, los otros dos componentes (gestión y control) verían reducirse sus problemas de manera significativa, al igual que los recursos que se emplean en ellos, que dicho sea de paso, suelen consumir la mayor parte de éstos.
En economía se dice que la actitud del consumidor se guía por el precio, el gusto, la necesidad, y las expectativas. Con esta aproximación general, el ejercicio de evaluar ex post el impacto de un impuesto verde, (OECD, 2000) se hace a través de distintas herramientas de análisis, dependiendo de la externalidad negativa que se pretendía eliminar al momento de poner en marcha el impuesto y que busca saber cómo se modificó alguno de los elementos señalados al inicio de éste párrafo y la repercusión de ello sobre el medio ambiente. Así, cuando el impuesto verde se aplicó sobre el consumo de combustibles, el análisis ex post mostraría, a partir de una línea base dada, la variación final o intermedia de dicho consumo. Por ejemplo, sí la medida sobre las gasolinas ocurrida en el país a principios de año se hubiera tratado no de una liberación de precios, sino de un impuesto verde para limitar el consumo de combustible a efecto de reducir las concentraciones atmosféricas contaminantes que causan daños en la salud de las personas y los ecosistemas, el análisis de evaluación tendría que tomar en cuenta, al menos:
•El consumo de combustible observado a partir de la entrada en vigor de la medida. Se esperaría una reducción en dicho consumo.
•La compra de vehículos. Se esperaría un desplazamiento hacia aquellos que consumen menos combustible, o incluso una baja en las ventas generales, aunque desde luego una supuesta caída de las ventas no depende de solo un aspecto.
•Tendencia a la reducción de las concentraciones de contaminantes atmosféricos generados por la quema de combustibles fósiles (ozono, óxidos de nitrógeno, bióxido de carbono).
•Menor incidencia de enfermedades respiratorias debido a la contaminación.
Contando con información de calidad, es factible que en corto tiempo se pueda evaluar con claridad la efectividad de la medida tomada en el caso hipotético que se señala.
En cambio, cuando el impuesto verde se orientó a la corrección de un problema que tiene que ver con la recuperación de un ecosistema, el tiempo para evaluar puede ser mayor, ya que cuando se trata de aspectos naturales, existen más variables a tomar en cuenta y el grado de incertidumbre aumenta. Por ello se requiere que, en el momento del diseño del impuesto, se contemple con la mayor precisión posible, el tiempo esperado para el recobre del ecosistema o se establezca un escenario donde se plasme qué tipo de cambios positivos ocurrirán.
Remarcando algunos puntos vistos a lo largo de estas cuatro entregas, se pueden señalar:
•Los impuestos verdes forman parte de la política fiscal seguida en países europeos y en Estados Unidos. Su puesta en práctica es cada vez mayor, y su metodología se sigue perfeccionado.
•Los impuestos verdes se diseñan y aplican con objetivos precisos, que identifican claramente al agente contaminador al que se dirige el impuesto, y la externalidad negativa que se pretende corregir, es decir el objetivo ambiental que se pretende beneficiar.
•Una buena parte del éxito de un impuesto verde descansa en una efectiva comunicación de las autoridades con los ciudadanos, explicando claramente el propósito, alcance, beneficio y metas cuantificables. La autoridad debe realizar estudios ex ante para conocer la disposición a pagar de los ciudadanos y el grado de conocimiento del problema ambiental que se pretende corregir con la aplicación del impuesto.
•La evaluación ex post de la aplicación de un impuesto verde sirve para corregir o fortalecer procedimientos, analizar resultados, comunicar a la sociedad claramente los logros o limitaciones encontradas, y contar con una base sólida de información para proyectos futuros.
•No menos importante es señalar claramente que, el espíritu de un impuesto verde es la remediación de un daño ambiental claramente identificado. Por ello, una vez que se ha logrado el objetivo seleccionado, el impuesto señalado debe desaparecer. Es importante establecer lo anterior debido a experiencias habidas de impuestos que se pensaron para un fin determinado pero que permanecieron en el tiempo, no obstante haberse cumplido el fin para el que fueron instrumentados.