CORTA UNA FLOR Y SE MOVERÁ UNA ESTRELLA
"Cada criatura en el universo, teniendo un mismo creador, se une por lazos invisibles y conforma una familia universal en una sublime comunión. Cada criatura tiene un valor y un significado dado por el amor con que fue creada y convoca a una comunión universal" (cfr. Francisco, "Laudato Si" n. 76). Esta frágil unidad está confiada al cuidado del hombre usando con sabiduría su poder.
Sin embargo esta comunión universal no puede ser real, si no hay un compromiso, preocupación, ternura y compasión por cada ser humano, traducido en concretas acciones de política, de solidaridad, de participación ciudadana, de compromiso por los que nos rodean. Aunque nuestro compromiso es con todo el mundo, sería hipócrita e incoherente si, teniendo la oportunidad de hacerlo efectivo, no lo hago. Ciertamente no podemos amar y conocer personalmente a todo ser humano a causa de nuestras limitaciones de tiempo y de espacio, pero todo aquel a quien tenga a mi alcance no puede ser ajeno a mi acción solidaria.
"El demonio habita en los detalles" dice Paulo Coelho, lo que quiere decir que las pequeñas cosas que nos parecen poco importantes o "pecadillos", resultan ser de gran trascendencia; un ejemplo es el tema tan comentado estos días al cumplirse un año más de la desaparición de los 43 normalistas de Ayozinapa, que resume un sin número de actores que, haciendo lo que no debían o dejando de hacer lo que debían, colaboraron de una u otra forma a esta gran tragedia: partidos que ponen a un Alcalde por compromisos adquiridos y que tiene nexos familiares con un cartel; gobierno federal y estatal que se hacen "de la vista gorda" ante hechos anteriores que "dejaron pasar"; deficiencias en la investigación "esperando que se olvide"; tratos con la delincuencia organizada; gente que, manipulada fácilmente, vota por razones poco éticas o simplemente no votó o se dejó comprar el voto; acciones de búsqueda e investigaciones dejadas al "venga mañana", al "ahí se va", o al "más o menos"; falta de atención a las normales del país, engaños, encubrimientos, mentiras, pretextos…
Aquí en nuestra región "no cantamos mal las rancheras": la apatía, la falta de participación, la falta de vigilancia, control y exigencia a las autoridades, la impunidad en los actos de corrupción, la ineficiencia en la realización de obras, la fácil venta y manipulación del electorado por dádivas, la baja participación en las urnas, conformismo, dejar pasar, olvidar, no sentirnos involucrados, creyendo que no toca a nuestros intereses y un sin fin de cosas que deberíamos hacer o evitar y que a la larga, causan daños graves y hasta muerte a otros o a nosotros mismos. Irresponsabilidad como individuos o como sociedad, porque no nos sentimos obligados a "solidarizarnos" con las causas de los demás o de los más pobres o los que sufren, creyendo erróneamente que no nos corresponde y no nos daña. Un ejemplo es el transporte público que parecería no afectar a los que tienen automóvil, pero que, si fueran los camiones más eficientes, veloces y baratos, podrían hacer desistir del uso individual del automóvil y por ende traer una disminución en gastos, tiempo de desplazamiento, mayor comodidad, menos contaminación, y muchos beneficios más. Pero ni los prestadores de servicios, ni el gobierno, ni los mismos usuarios somos capaces de interesarnos por cambiar la situación.
La motivación fundamental para involucrarnos es la apertura al amor universal que no excluye a nada ni a nadie. "Todo está relacionado y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos une también con tierno cariño al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la madre tierra". (op. cit. n. 91). Sin embargo el sistema socio-económico consumista nos ha puesto a competir y a aislarnos uno de otros. Ya no somos "personas" cuya esencia misma es el diálogo, sino "individuos" metidos, aislados en el "yo" y defendiéndonos del otro que ya no es un "tú" que me hace ser "yo", sino un enemigo por derrotar, por destruir, por pisar.
Nuestro actuar humano puede y debe recuperar la conciencia del valor del otro que es Otro Yo; ni mayor ni menor, cuyo sufrimiento y enfermedad es sufrimiento y enfermedad de todos, y su alegría y libertad son también de todos. Esta igualdad debe ser garantizada con acciones concretas para que no sea ilusoria sino real. El medio ambiente, los espacios públicos, el bien común, los derechos humanos, la defensa de la dignidad humana, etc., son tareas comunes en las que nadie puede sentirse exento. Si no lo hacemos, cargamos en la conciencia el peso de negar la existencia de los otros.
La gran familia humana necesita revertir radicalmente su sistema egoísta actual, para descubrir la solidaridad, la interdependencia y la responsabilidad por el otro, porque sabe que su actuación, para bien o para mal, repercute en toda la creación.