"Cantando la cigarra pasó el verano entero".
Cuando llegó el invierno -el invierno siempre llega- la cigarra sintió hambre y frío. Llamó a la puerta de la hormiga y le pidió que la dejara entrar a su granero y le diera algo de comer. A cambio ella le cantaría sus canciones.
No sé si las cigarras tengan narices, pero la hormiga le dio con la puerta en las narices.
Pasó el tiempo y sucedió que la cigarra y la hormiga murieron el mismo día. Es igual el destino de las hormigas y de las cigarras. Llegaron las dos a la morada de la bienaventuranza eterna. El Señor le dijo a la hormiga:
-Entra a mi casa.
A la cigarra le dijo:
-Revisaré tu caso.
Protestó ella:
-¿Por qué admites de inmediato a la cigarra, y a mí me haces esperar?
Respondió el Señor:
-Porque un granero lo puede hacer cualquiera, pero no cualquiera puede hacer una canción.
¡Hasta mañana!...