La Organización Meteorológica Mundial (OMM) asume la responsabilidad de poner los nombres distintivos de las tormentas. (ARCHIVO)
Actualmente, en Cabo Corrientes, Jalisco se desplaza el huracán “Willa”, catalogado como “extremadamente peligroso”; su nombre, como el de los demás, es elegido con antelación y estrategia.
Darle un nombre a los huracanes es una práctica definida a principios del siglo XX, donde eran llamados según el santo patrono de ese día, y durante Segunda Guerra Mundial, los marinos estadounidenses empezaron a bautizar a los ciclones con los nombres de sus mujeres o amantes.
Fue en 1953 cuando se formó el Centro Nacional de Huracanes con base en Miami, EU, donde se formaron seis listas de 21 nombres, cada una para el Caribe, el Golfo de México y el Atlántico Norte.
Tras esto, en 1970 el grupo de feministas estadounidenses protestaron contra esta asociación a un fenómeno devastador, pero fue hasta 1979 cuando se estableció una paridad y alternancias de nombres propios femeninos y masculinos.
Hoy en día, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) asume la responsabilidad de poner los nombres distintivos de las tormentas, lo que facilita las comunicaciones entre bases costeras, estaciones interiores y buques en el mar.
“Un nombre facilita el trabajo de la prensa, refuerza el impacto de las advertencias y acreciente la preparación de las poblaciones”, según OMM.
Cabe señalar que, al cabo de seis años se vuelve a retomar la primera lista que siguen un orden alfabético, descartando los nombres de un huracán que ha causado mucho daño.
