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La familia se hace con medida

Anticonceptivos y bienestar

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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FABIO PÉREZ VÁZQUEZ

Impedir la maternidad no deseada no es el único beneficio que aportan los métodos de planificación familiar: ayudan a prevenir la transmisión del VIH y otras infecciones de corte venéreo.

La humanidad tiene un talento especial para procrear. En 1950 se estimaba que la población mundial era de 2 mil 600 millones de personas. Para mediados de 2015 ya habíamos alcanzado los 7 mil 300 millones de individuos, de acuerdo con datos de la ONU.

Tal crecimiento, tan drástico, se refleja en muchas cuestiones sociales, económicas y, desde luego, en el terreno de la sanidad. La Organización Mundial de la Salud calcula que tan sólo en los países en desarrollo, entre los que se encuentra México, hay unos 214 millones de mujeres en edad fértil que desean posponer su aceptación del maternal papel pero no utilizan ningún método anticonceptivo moderno.

Motivos para ello son la poca variedad de métodos y el acceso limitado a ellos, particularmente por parte de los jóvenes en los estratos más pobres de la población.

Otras causas son el haber sufrido efectos colaterales producidos por las sustancias contra la preñez o bien razones culturales o religiosas para negarse a adoptarlos. Cuestiones como las barreras de género también influyen.

No obstante, entre quienes ven con buenos ojos el uso de métodos para prevenir embarazos no deseados, la necesidad insatisfecha de estos recursos se mantiene alta por razones como el aumento de la población y una escasez de servicios de planificación familiar.

Si abordamos la cuestión por regiones, casi una cuarta parte de las féminas africanas en edad fecunda carecen, aunque los desean, de medidas modernas contra la gestación. En las áreas de Asia y de América Latina y el Caribe, donde la prevalencia (proporción de individuos que presenta una característica o evento determinado) del uso de anticonceptivos es un tanto alta, la demanda insatisfecha representa un 10.2 y un 10.7 por ciento de forma respectiva, es decir, más de diez de cada 100 mujeres de esas zonas, de acuerdo con el informe Tendencias de Anticoncepción en el Mundo 2015 del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas.

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Foto: Archivo Siglo Nuevo

PREVENCIÓN

Impedir la maternidad no deseada no es el único beneficio que aportan los métodos de planificación familiar: ayudan a prevenir la transmisión del VIH y otras infecciones de corte venéreo. Además, planificar disminuye el número de portadores de ETS y de huérfanos.

Concebir una familia a la medida de nuestros deseos y actuar en consecuencia reduce la necesidad de recurrir al aborto, en especial a los procedimientos peligrosos.

Representa reforzar el derecho de los individuos a decidir el número de hijos a tener y el tiempo que quieren dejar entre embarazos. Cuando hay dos muy cercanos entre sí, y coinciden con un momento inoportuno, el resultado suele verse reflejado en un incremento de la tasa de mortalidad infantil en algún punto del planeta. No sólo eso, las criaturas cuyas madres fallecen a causa del parto tienen un mayor riesgo de morir o enfermar.

Las adolescentes en estado de gravidez son más propensas a alumbrar a un niño de pretérmino (antes de completar las 37 semanas) o a un nacido con bajo peso. Los hijos de jovencitas presentan tasas más elevadas de mortalidad neonatal. Una situación común es que la joven fecundada deje la escuela y que esto, en el largo plazo, derive en complicaciones para ella, para su familia y para la comunidad.

¿PARA QUÉ?

La planificación familiar sirve a propósitos como el de aminorar el crecimiento de la población, insostenible si se mantiene su tendencia de tiempos recientes y sus efectos negativos en términos económicos y ecológicos.

Los anticonceptivos, además de ser auxiliares de la planeación, previenen la muerte de madres y niños en los embarazos no deseados. Contribuyen al bienestar y la autonomía de las féminas, pues ellas deciden tanto si quieren embarazarse como el momento para ello, elecciones con una repercusión directa en su salud y bienestar

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Un paciente se somete a una vasectomía en el Hospital de Kayanza, una de las provincias más pobladas de Burundi. Foto: EFE/Desierée García

Cuestiones a considerar a la hora de planificar: las jóvenes tienen más riesgo de morir como resultado de una procreación prematura; el estado de buena esperanza a una edad ya avanzada conlleva mayores riesgos; si se tienen más de cuatro hijos se enfrenta una probabilidad alta de muerte materna.

Tomar decisiones bien fundamentadas en el tópico de salud sexual y reproductiva brinda la oportunidad de que las mujeres mejoren su educación y puedan participar más en la vida pública, en empleos remunerados, en empresas que no sean el negocio familiar.

En cuanto a los críos cabe mencionar que una familia pequeña permite a los padres dedicar más tiempo a cada hijo y que los niños con poca hermandad tienden a permanecer más años en la escuela en comparación con quienes tienen muchos consanguíneos.

COBERTURA

Es fundamental que los servicios de planificación estén disponibles de forma amplia, para toda persona sexualmente activa (en particular los jóvenes), y que de ellos participen agentes de salud y parteras con la debida capacitación. Estas últimas, por ejemplo, podrían, con la debida autorización y en zonas específicas, suministrar métodos anticonceptivos disponibles a nivel local y aceptables culturalmente hablando.

La adopción de medidas para evitar la preñez ha aumentado en muchas partes del mundo, en especial en Asia y en América Latina. A escala mundial, se registró un incremento muy ligero, de un 54 por ciento en 1990 a un 57.4 por ciento en 2015. En América Latina y el Caribe, el indicador se mantuvo en el 66.7 por ciento entre 2008 y 2015.

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Parche anticonceptivo combinado. Foto: Reproducción Asistida Org.

Entre los tipos de anticonceptivos modernos se encuentran los orales en combinación, también conocidos como la pastilla o píldora; los implantes con progestágeno que se colocan debajo de la piel del brazo; el progestágeno en presentación inyectable; el parche anticonceptivo combinado y el anillo vaginal; el DIU (dispositivo intrauterino) de cobre o de levonorgestrel.

Otros son el condón ya sea masculino o femenino, la vasectomía, la ligadura de trompas, las píldoras anticonceptivas de emergencia, el método de días fijos y el de temperatura corporal.

En cuanto a los controles de natalidad tradicionales se pueden mencionar el método del calendario o método del ritmo, y el coitus interruptus, también conocido como la “marcha atrás”.

Los condones masculinos y femeninos brindan una doble protección, contra la concepción no programada y contra los males venéreos.

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