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¿Se acabó la mafia del poder?

Buena parte de la narrativa de Andrés Manuel López Obrador, ahora presidente electo, se sustentó en lo que él llamaba mafia del poder. En ese calificativo podían caber todos los que no comulgaban con sus ideas políticas, desde Salinas y todos los presidentes con sendos gabinetes que le siguieron, incluyendo, obviamente a Enrique Peña Nieto, los gobernadores de filiación prianista, líderes sindicales corruptos, legislaturas completas y hasta los empresarios que alguna vez le cuestionaron su retórica.

“Mafia” es un término muy usado desde tiempos remotos y en diferentes latitudes; pero esencialmente, denomina a cualquier organización criminal. Cosa Nostra es el nombre de una de las mafias sicilianas más conocidas, mafia rusa, albanesa, irlandesa, judía, mexicana, etc., y curiosamente a sus miembros denominados mafiosos se los califica como hombres de honor porque su conducta es regida bajo inviolables códigos de honor, uno de los cuales es la ley del silencio.

Obviamente, el “Coco” en las pesadillas de AMLO siempre fue la mafia del poder; esto es, un grupo “anónimo” de personas que urden planes maquiavélicos para perjudicar al país, y que durante muchos años le impidieron el acceso a la presidencia. Pero la paradoja es que, algunos políticos y empresarios que alguna vez fueron llamados “mafia del poder”, ahora están en el gabinete o en el Congreso de la Unión. Ahora la pregunta del millón es: ¿Y dónde quedó la mafia del poder?

¿A quién culpará ahora, el nuevo presidente, de los yerros del gobierno, del aumento de la criminalidad, de la pobreza, del desempleo, de la carestía de la vida, de la falta de justicia y otros males que aquejan desde hace décadas a nuestra nación? ¿Al Banco de México? ¿Al FMI? ¿A la macroeconomía?

Por lo pronto ya hizo una declaración, en su gira de agradecimiento en la ciudad de Tepic, Nay., que lleva la intención de curarse en salud. Parafraseando la idea: “México está en bancarrota y será difícil cumplir con todas las demandas de la sociedad; pero aunque así sea cumpliré con todos los compromisos de campaña” Aventuró la posibilidad de alguna crisis durante su mandato, pero en todo caso será por circunstancias externas o por el mal manejo de la política financiera del banco de México. Se le olvidó a AMLO que la SHCP es quien dicta la política financiera de un país y que ésta es parte del poder ejecutivo.

Sin embargo, no todo es gris, pues a pesar del significado de “bancarrota”, hay cierta estabilidad política, lo que supone certeza financiera a corto y mediano plazo, en tanto la austeridad republicana ajusta el cinturón de la burocracia, sin llegar a la austeridad franciscana; los ciudadanos, hemos sobrevivido a gasolinazos y devaluaciones, ¿Qué más nos queda? Resistir, con la esperanza de superar los momentos adversos.

Para fortuna nuestra, la 64 legislatura que empezó con un yerro imperdonable que nos remontó al más puro priismo, enderezó la nave y empezó a avanzar surcando los sueños de AMLO en lo que él llama la Cuarta Transformación de México.

En menos de un mes, ya hay una presentación contra el fuero, la cancelación de pensión a los ex presidentes, la ley que revierte la privatización de agua a favor de refresqueras y cerveceras, un punto de acuerdo para suspender la evaluación educativa, cancelación de bonos y privilegios que gozaban los legisladores.

Héctor García Pérez

Comarca Lagunera

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