El artesano compartió que la guía para poner los colores es dejarle a cada sombra 10 centímetros y medio, y en ese espacio introducir los ocho tonos más el negro y el amarillo, para separar los claros, mientras que el primero separa los oscuros.
Paciencia y dedicación, son las características que debe tener un tejedor para elaborar los sarapes originales de Saltillo, cuyo proceso implica el pintado de la lana, armar los carretes y usar el telar, donde hasta las matemáticas son indispensables para ello.
Por dicha complejidad, son solo dos tejedores los que actualmente continúan con esta técnica: Héctor Gerardo Tamayo Sánchez y su pupilo David López, quienes laboran en la Fabrica-Taller “El Sarape de Saltillo”, la cual cumplió un siglo de vida (1918–2018) y mantiene el legado de la familia Mendoza-Oyarzábal.
“Aunque a cualquier sarape le dicen de Saltillo, lo cierto es que la tradición de aquí lleva 100 años, lo cual lo confirma un oficio; debe ser de algodón con lana, tiene que llevar los colores de la bandera: verde, blanco y rojo. La artesanía por eso se ha ido acabando”, relató a Notimex el tejedor Héctor Tamayo, de 49 años.